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El IMSS al borde del colapso

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Con citas a 5 meses con especialistas, sin medicamentos, poco equipo y personal,  atienden a cientos de enfermos, sin calidad en los servicios porque están rebasados

Por:  Claudio  Vargas/ IRZA

Acapulco Gro., 22 de octubre del 2017 (IRZA) El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que nació oficialmente el 19 de enero de 1943 e inició operaciones el 1 de enero de 1944, está colapsado y basta con visitar sus hospitales para darse cuenta de las carencias y deficientes servicios médicos que otorgan a miles de derechohabientes en todo el país.

El IMSS es del gobierno federal y se financia con contribuciones provenientes de los patrones, el Estado y los propios trabajadores. Cuenta con cinco tipos de seguros y es la institución con mayor presencia en la atención a la salud y protección social de los mexicanos desde su fundación en 1943.

Se considera la institución de Seguridad Social la más grande de América Latina. Sin embargo, actualmente atraviesa por una crisis financiera que no le permite garantizar el abasto de medicamentos ni tampoco la calidad de los servicios.

Una visita al Hospital Regional Vicente Guerrero, en Acapulco, encontramos al menos en la sala de urgencias, una zona saturada de pacientes. Con apenas dos sillas de ruedas y pocos especialistas, que, tras realizar cirugías, a la carrera bajan a revisar a pacientes con enfermedades crónicas.

Las enfermeras no se dan abasto. Camillas en pasillos porque ya no caben en la sala de urgencias. Sentado sobre la fría silla de metal, observé el rostro de un hombre que se sobaba su cabeza y se quejaba. Sentía que le explotaba el cerebro y a medida que pasaban las horas, el dolor le arreciaba fuerza, pero seguía en la espera para ser atendido.

Junto a mí, una mujer en silla de ruedas y con un pie vendado que después de varias horas en la sala de urgencias pasó a revisión con el traumatólogo. Con varios médicos practicantes, se repartían el trabajo de decenas de enfermos que llegan a ese hospital de varias regiones del municipio y las dos costas.

Esa noche, acompañe a mi madre porque se había fracturado un dedo del pie derecho. Para poder entrar con el especialista, tuve que despojar de una silla de ruedas a una paciente que llevaba horas esperando su turno.

Y es que, para poder llegar a ese hospital, hay dos vías: llegas por una urgencia o espera de cuatro a seis meses en una cita enviada por el médico familiar cuando la enfermedad ya avanzó.

Los equipos que tiene el IMSS para realizar las hemodiálisis son insuficientes para tantos enfermos con problemas renales. Una mujer en la recepción comentaba que el número de casos con enfermedades de riñón y cáncer se ha incrementado de manera alarmante y que el -seguro social- como le llaman no se da abasto.

Desde que uno llega, se da cuenta que las cosas en ese hospital han cambiado y no para bien. En su entrada, parece el acceso a un penal de máxima seguridad y no es para menos, se han robado muchas cosas del interior del inmueble.

El instituto ha invertido mucho dinero en reforzar la seguridad no solo del edificio, sino también en personal que cuida la entrada y salidas.  Amanera de burla, una trabajadora afirma que no solamente hay que cuidarse de los que entran, sino de los que están adentro.

Todos los equipos de cómputo tienen estructuras protectoras de fierro con candados.  La calidad de los servicios no será más porque cada vez son más los derechohabientes y menos la inversión a ese instituto a punto de colapsarse totalmente. (www.agenciairza.com)