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Vie, Abr
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Siete curiosidades sobre ti mismo que quizás no sepas

Ciencia y tecnología
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Un nuevo libro de «New Scientist» describe algunos de los aspectos más íntimos de la naturaleza humana

Según el ensayista estadounidense Christopher Morley, un ser humano es en esencia «un ingenioso montaje de tuberías portátiles». Uno con sentido del humor, desde luego, pero también alguien capaz de tener conciencia de sí mismo, con importantes habilidades tecnológicas y además sociales, por las que intuimos las intenciones de los demás y actuamos en consencuencia. Nuestro gran cerebro nos ha permitido llevar una vida muy diferente a la del resto de criaturas de la Tierra, hasta el punto de que en la actualidad intentamos alcanzar otros planetas, construir máquinas más inteligentes que nosotros mismos e incluso aspiramos a eludir la muerte.

El libro «Cómo ser humano» (Alianza Editorial), un proyecto de la revista «New Scientits», aborda de manera rigurosa y al mismo tiempo muy entretenida cómo es de verdad la naturaleza humana. Sus páginas relatan qué dice la ciencia sobre diferentes aspectos relacionados con nuestro cuerpo, lo que tenemos en la cabeza, nuestra necesidad de acumular posesiones, las emociones, el sexo o la muerte. Un viaje apasionante, del que extraemos algunas de las ideas más curiosas, para conocerse mejor a uno mismo.

¿Por qué te sonrojas?

El rubor es uno de los rasgos más misteriosos del ser humano. ¿Por qué evolucionaría una respuesta que nos sitúa en desventaja social obligándonos a desvelar que hemos engañado o mentido? Darwin decía que era la manifestación más peculiar y humana de todas. Una propuesta es que el sonrojo comenzó como un ritual de apaciguamiento: una manera de revelar a los miembros dominantes del grupo que nos sometemos a su autoridad. Después, esta reacción se asoció con emociones como la culpa, la vergüenza y el bochorno. El sonrojo tal vez añada atractivo a las personas al ser un signo de honestidad difícil de fingir. Las mujeres se ruborizan más, por lo que el sonrojo pudo evolucionar como una forma en la que ellas manifestaban su fidelidad a los hombres para lograr que se implicaran en la crianza de los hijos. Es como decir: «no puedo mentir».