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Mar, Abr
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BAJO FUEGO / Sucesión cantada

Opinión
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Por: José Antonio Rivera Rosales/   En su discurso críptico del pasado 18 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador no parece dejar espacio para dudas: la candidata oficial a la presidencia será Claudia Sheinbaum Pardo.

Aunque otros pretensos han manifestado su disposición para competir, tal parece que la
decisión del gran elector de Palacio Nacional no permitirá que se contradigan sus órdenes.
Es un juego como el tapadismo de los priistas, pero mucho más burdo y autoritario, lo que
podría ser precedente de una nueva etapa en la historia del país.
Claro que López Obrador no las tiene todas consigo.
Primero, porque pese a que todo el juego está definido de antemano, falta ver qué
decidan hacer los otros interesados en la candidatura guinda a la presidencia, dentro o
fuera de las reglas establecidas por el tlatoani del palacio.
El primer error de cálculo del mandatario reside en creer que sus decisiones serán
respetadas. Hasta ahora lo han sido, es verdad, al grado de que su gestión se convirtió en
un gobierno de un solo hombre, muy cercano a la autocracia.
Pero el tiempo de su mandato se agota rápidamente y, con ello, también su poder. Ese
es el segundo error: creer que sus subalternos lo respetan igual que al principio de su
mandato, cuando estaba en el cenit de su poder.
Es decir, el presidente vive engañado.
Algo parecido a la fábula aquella del rey desnudo.
Veamos el escenario: el primero de los aspirantes, Marcelo Ebrard, está haciendo
preparativos para competir con o sin la anuencia de su jefe político. Igual actúa el senador
Ricardo Monreal. Inclusive hay una versión creíble en el sentido de que existe un acuerdo
secreto entre ellos para lanzarse a la competencia por el poder ignorando los
ordenamientos que surjan del Palacio Nacional.
En todas las encuestas Ebrard y Sheinbaum aparecen como punteros de la preferencia
electoral ciudadana, de modo que es bastante factible asegurar que entre ambos surgirá
el próximo presidente o presidenta de la república.
Monreal, por su parte, podría ser el tercero en discordia y, a querer o no, se podría
constituir como el factor que permita decidir por quién se cargan los votos durante la
elección constitucional.
Pero de que habrá una ruptura entre el dueto Ebrard-Monreal y el presidente, ni duda
cabe. Hasta ahora AMLO parece creer que, luego de decidir quién será su candidata a la
presidencia, los demás se irán muy tranquilos a su casa. Cuánta ingenuidad. Claro que no
será así.

Ebrard trabaja abiertamemnte en la construcción de una red de operadores electorales
que le permitirán sostener una campaña política en todo el país, actuación que por sí
misma constituye un desafío para los designios de su jefe político. Es el más avezado de
los precandidatos presidenciales, el que mejor lectura política tiene del país.
Por su parte, Sheinbaum se nota despreocupada porque se da cuenta de que la cargada
está actuando por inercia a su favor.
Monreal está preparando su decisión, que probablemente se incline por apoyar a Ebrard
para esperar su turno y, en calidad de mientras, ser parte del próximo gabinete…o no.
De todos modos, lo que se avizora es una ruptura que les permita irse por la libre,
probablemente postulados por la oposición, que carece de una figura con capacidad para
competir contra el candidato o candidata morenista.
Si esta ruptura llega a producirse, lo cual es muy probable, desde ese momento, la figura
del tlatoani quedará disminuida y perderá toda capacidad para arbitrar la competencia
interna a pesar de todos los arreglos que ha impulsado para inhabilitar al Instituto
Nacional Electoral (INE).
Si la competencia interna o inclusive la constitucional la ganan cualquiera de los dos
candidatos incómodos -Ebrard o Monreal-, lo primero que harán será desmontar la
estructura creada por López Obrador, incluyendo el mecanismo de dispersión de
presupuesto que armó para pensionar a ancianos y discapacitados, estrategia destinada a
mantener un buen número de votos cautivos para Morena (decenas de miles). Y todo,
subsidiado por el estado.
Todo lo que ha creado AMLO ha sido para garantizar su permanencia en el poder aún sin
estar en el poder -un maximato disfrazado-, incluyendo la posibilidad de influir en la
estructura militar según sus intereses. No por nada le ha entregado tanto poder
económico al Ejército, todo lo cual en conjunto resulta muy peligroso para el país.
Por eso es viable estimar que sean Ebrard o Monreal los ganadores, tendrán que
desmontar la estructura político-electoral-militar construida por el tlatoani que, a estas
alturas, comenzó a despertar de sus sueños de poder ilimitado.
Así las cosas, dado que lo más probable es que Sheinbaum se convierta oficialmente en
la candidata morenista a la presidencia de la república, un escenario de polarización
política cupular es lo que se vislumbra en el horizonte, a menos que AMLO compre
lealtades por adelantado. Pero, qué les puede ofrecer el mandatario a los candidatos
incómodos si estos han cobijado planes para alcanzar la presidencia.
Y ambos, hay que decirlo, tienen más experiencia en gobernabilidad que la propia
Sheinbaum Pardo.
Aunque, por el otro lado, la ventaja de que Claudia sea postulada reside precisamemnte
en su condición de mujer, lo que trasladado a un futuro gobierno podría traducirse en una
gestión con perspectiva de género, que tanta falta le hace a la sociedad mexicana después
de que tuvo que asimilar la misoginia de su presidente.
Hay, pues, pros y contras en la casi segura designación de Claudia como candidata a la
presidencia de la república. Más lo primero que lo segundo.
Sin embargo, primero tendrán que subsanar la fisura que causará a Morena la
inconformidad tanto de Ebrard como de Monreal. Al secretario de Gobernación ni citarlo
porque, como perro faldero que es, se plegará ante su amo a la primera señal.

Claro que la oposición formal -PRI, PAN, PRD, MC- estará lista para arovechar esta obvia
inconformidad, lo que les creará condiciones viables para construir una candidatura que
les permita competir para repartirse el poder.
Sin embargo, por primera vez podríamos tener candidatos de la sociedad civil que,
inesperadamente, aportarán un ingrediente poderoso al juego electoral. Porque a final de
cuentas, el resultado de esta elección parece que lo decidirán las clases medias. Es por ahí
donde anda construyendo aliados Ebrard.
Pronto veremos el desenlace de esta historia.