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Jue, Abr

Solar Orbiter: una misión para descifrar el enigma de las tormentas solares

Ciencia y tecnología
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La Agencia Espacial Europea lanzará en febrero la sonda, que además de tomar el pulso del Sol, tomará las primeras fotografías de ambos polos

(ABC) El escudo se ha construido con una serie de compuertas que se abrirán en periodos muy concretos para tomar imágenes. «Tenemos que ser muy precisos a la hora de decidir cuáles son los mejores momentos para tomar fotografías del Sol. La misión ha elegido tres ventanas de diez días cada una que corresponden a los momentos en que Solar Orbiter está más cerca de la estrella, cuando pasa por su polo norte y cuando pasa por su polo sur», explicó en la presentación de la misión en Madrid Anik De Groof, coordinadora de operaciones de instrumentación y la última encargada de decidir cuándo se «abrirán escotillas» en la nave.

Es decir, de momento solo está previsto que la sonda tome imágenes durante 30 días, si bien la duración total de la misión estará operativa, al menos, hasta 2029. «Lo mismo pensamos de la sonda SOHO, que subió para dos años, y ya lleva más de dos décadas en órbita y funcionando. Es algo que nos encargamos de recordar periódicamente a la NASA», bromeó el jefe de proyecto de la ESA durante el acto, celebrado en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), en Villanueva de la Cañada (Madrid).

De hecho, este centro será el encargado de recibir toda la información enviada por los diez instrumentos a bordo, que tienen un total de 27 sensores diferentes de los cuales 9 son telescopios. Entre todos medirán, por una parte, las partículas y los eventos que se produzcan en las inmediaciones de la nave, incluidas partículas cargadas y campos magnéticos del viento solar, ondas magnéticas y de radio del viento solar, y partículas cargadas de energía. Y, por otra, observarán la superficie y la atmósfera del Sol, tomando imágenes de altísima resolución de las erupciones solares, por ejemplo.

Los ciclos de nuestra estrella, una incógnita

Hasta ahora, sabemos que el Sol presenta un ciclo de unos once años en el que su actividad magnética varía entre un mínimo y un máximo. En la actualidad, nuestra estrella está en un mínimo solar, pero, cuando está en su máximo de actividad magnética, expulsa grandes cantidades de material y muestra un gran número de manchas solares que se aprecian como zonas más oscuras.

Estos cambios de actividad tienen un impacto enorme en todo el espacio, incluida la Tierra. Y uno de los fenómenos más temidos es el de las tormentas solares, en las que el Sol emite fulguraciones (que lanzan energía equivalente a 10 millones de bombas de hidrógeno) y CME que eyectan unos 10.000 millones de toneladas a una velocidad máxima de doce millones de kilómetros por hora, resulta importante su estudio para comprender mejor la influencia del Sol en nuestro planeta.

Claro ejemplo de ello es el famoso evento Carrington, la tormenta solar más potente de la que la Humanidad tiene constancia y que se produjo a finales del verano de 1859. Se dice que se apreciaron auroras boreales a latitudes insospechadas, como en Cuba o en la misma Madrid. Pero lo peor fueron sus consecuencias: los cables del recién estrenado telégrafo sufrieron cortes y generadores acabaron ardiendo. En una sociedad tan dependiente de la electricidad, que se repitan fenómenos similares «puede llevarnos a una época pre-eléctrica».

«Ya se están tomando medidas al respecto, y Solar Orbiter puede audar mucho en fenómenos de este tipo. Pero también es cierto que Europa, al contrario de América, está más a salvo de que se vuelva a repetir», explicó a ABC Javier Rodríguez-Pacheco, investigador principal de EPD, uno de los principales instrumentos y cuyo desarrollo ha estado liderado por la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), quien ha coordinado a un equipo español y alemán.

Tecnología española a bordo de la Solar Orbiter

El instrumento ideado por el equipo de Rodríguez-Pacheco es un detector de partículas energéticas cuyo objetivo es, precisamente, conocer los mecanismos que aceleran estas partículas y que producen las tormentas solares. Y, en consecuencia, preverlas con la suficiente antelación como para que no se vuelva a repetir un evento como el de Carrington.

Y no será la única aportación española: el telescopio SO-PHI, que sondeará la capa más profunda a la que llegan los artefactos en la Solar Orbiter. Sus dos telescopios escudriñarán el campo magnético, que se encuentra anclado en la superficie solar, donde se producen la mayor parte de los fenómenos energéticos. También tiene firma española las compuertas que permitirán ver las imágenes del Sol como nunca lo habíamos hecho.

Todo este viaje se lleva planeando desde principios de los 90. Los próximos meses la aventura de Solar Orbiter se enfrenta a los últimos preparativos para que en febrero de 2020 comience su andadura cercana al Sol aprovechando las órbitas de la Tierra y Venus. Por delante, tres años hasta que alcance posición y otros tantos de observaciones que marcarán la astrofísica del futuro y ayudar a losArmstrong y Aldrin que visitarán Marte con las mayores garantías posibles.