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Jue, Abr

Los bebés tienen músculos de reptil en las manos y los pierden antes de nacer

Ciencia y tecnología
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La investigación acaba con el mito de que somos más simples y menos evolucionados en nuestra época prenatal

(ABC) Desde que Darwin propuso su teoría de la evolución, los científicos han argumentado que la aparición de estructuras atávicas (anatomía perdida durante la evolución que sin embargo está presente en la etapa embrionaria) respalda firmemente que las especies cambian con el tiempo desde un ancestro común a través de «descendencia con modificación». Un ejemplo claro son las avestruces, que a pesar de no poder volar, presentan alas más grandes. También ocurre con las ballenas, los delfines y las marsopas, que carecen de extremidades posteriores, pero sus embriones inician y luego abortan el desarrollo de las patas. Lo mismo se ha observado en embriones humanos, que tienen pequeñas estructuras temporales similares a la cola y que acaba siendo nuestro coxis.

Ahora, un equipo de biólogos evolutivos dirigido por Rui Diogo, de la Universidad de Howard (EE. UU. ), publica en la revista «Development» una investigación que demuestra que numerosos músculos atávicos de las extremidades, conocidos por estar presentes en muchos animales con extremidades pero generalmente ausentes en humanos adultos, se forman sin embargo durante el desarrollo humano temprano y luego se pierden antes del nacimiento. Es decir, que los embriones los desarrollan, pero se eliminan antes de nacer. Y lo más sorprendente: hay músculos que desaparicieron en nuestros antepasados hace 250 millones de años, durante la transición de reptiles a mamíferos.

Es el caso de los músculos dorsometacarpales, que ahora se pueden ver a una resolución nunca vista, pero existen más. De hecho, tanto en la mano como en el pie, de los 30 músculos que se forman a las siete semanas de gestación, un tercio se fusionará o estará completamente ausente tan solo seis semanas después. Esta disminución dramática es paralela a lo que sucedió en la evolución y acaba con el mito de que tanto en nuestra evolución como en el desarrollo prenatal somos más simples y la complejidad surge con el tiempo, afirman los autores.

La tecnología abre una ventana a los embriones

Aunque se tenía constancia de estructuras atávicas con anterioridad, no ha sido hasta ahora, gracias a la tecnología, cuando se han podido observar estas imágenes tan detalladas en embriones y fetos. «Teníamos una mejor comprensión del desarrollo temprano de peces, ranas, pollos y ratones que en nuestra propia especie, pero estas nuevas técnicas nos permiten ver el desarrollo humano con mucho mayor detalle. Es fascinante que hayamos podido observar varios músculos que nunca se han descrito en el desarrollo prenatal humano, y que algunos de ellos se observaran incluso en fetos de 11,5 semanas de edad, lo que es sorprendentemente tarde para los atavismos del desarrollo», afirma Diogo.

El biológico señala además que el hecho de que estos músculos se encuentren raramente en adultos- si lo hacen es en forma de variaciones anatómicas que pueden causar daño o no a la salud del individuo, en forma de malformaciones- «refuerza la idea de que tanto las variaciones musculares como las patologías pueden estar relacionadas con el desarrollo embrionario retrasado o detenido». Esto ayudaría a explicar por qué estos músculos se encuentran ocasionalmente en personas adultas y «proporciona un ejemplo fascinante y poderoso del juego de la evolución».