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Mié, Abr

La incestuosa historia real detrás del pez payaso de «Buscando a Nemo»

Ciencia y tecnología
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Tras el éxito de la película de Pixar un número considerable de peces payasos pasaron a formar parte de los acuarios de muchos hogares poniendo el peligro la especie

(ABC) Nemo es un pez anaranjado y blanco que pertenece a la familia de los peces payasos (Amphiprion ocellaris). La piel de estos animales está compuesta por una capa de moco que les protege del veneno de las anémonas.

El hábitat natural de los peces payasos se encuentra en la Gran Barrera de Coral australiana y en el mar Rojo. Desde el punto de vista sexual son animales hermafroditas con ciertas peculiaridades.

La biología define como hermafrodita a todo ser vivo que posee órganos reproductores masculinos y femeninos, una situación que es frecuente entre plantas e invertebrados, pero inusual dentro de los vertebrados.

Protóginos y protándricos

Los hermafroditas se clasifican en sincrónicos y secuenciales. En los primeros, los órganos reproductores masculino y femenino están activados de forma simultánea. En los hermafroditas secuenciales tan solo está activo un órgano reproductor, pero son capaces de transformarlo en el otro, en el inactivo, en función de la expresión del gen dominante.

Según el órgano activo inicial pueden ser de dos tipos. Si la forma juvenil es femenina se denominan hermafroditas secuenciales protóginos. Por el contrario, los hermafroditas secuenciales protándricos al principio son machos y, posteriormente, se pueden convertir en hembras.

Dentro del grupo de los protóginos nos encontramos a los peces que viven en harenes, donde hay un macho que cuida de las hembras. Si el macho sucumbe, la hembra dominante sufre un cambio de sexo –se convierte en macho- y asume su rol.

Por su parte, los protándricos viven en cardúmenes, donde hay una hembra que convive con varios machos de tamaño más pequeño. Si la hembra es la que fenece, el macho de mayor tamaño se transforma en hembra y otro de los machos se apropia de su papel protagonista. Ejemplos típicos de animales protándricos son los lábridos, los gobios y el pez payaso.

Cambiando el guion

En el año 2003 se estrenó «Buscando a Nemo», un éxito de taquilla que recaudó más de novecientos cuarenta millones de dólares. El argumento comienza con la muerte de Coral –una hembra de pez payaso- a manos de una barracuda.

El depredador también acaba con la vida de sus cuatrocientos huevos, bueno de todos no, se salva uno, del que nace Nemo. Después de un encuentro desafortunado con unos humanos, este pez desaparece y su padre Marlin y un pez cirujano regal (Paracanthurus hepatus) llamado Dory emprenden su búsqueda.

Si este argumento hubiera caído en manos de un científico habría sufrido notables variaciones, por una parte habría dejado al descompuesto Marlin durante dos semanas confuso y desolado viviendo al abrigo de las anémonas. Pasado ese tiempo habría adquirido el rol de pez payaso hembra, ya que, como hemos visto, estos peces son hermafroditas secuenciales protándricos.

En los peces payasos se producen modificaciones genéticas y cambios neuronales que transforman los testículos en ovarios. Parece ser que es un gen -el que codifica la enzima aromatasa- el responsable de la biosíntesis de los estrógenos femeninos.

A medida que el cambio de sexo progresa las células se reprograman, borran las marcas masculinas y promueven las femeninas. Esta curiosa transformación asegura la supervivencia de la especie.

Pero aquí no quedaría todo, cuando el pobre Nemo hubiera asumido que tiene una nueva mamá no tendría más remedio que adquirir el papel dejado por su padre, transformándose en la pareja de Marlin, con el cual acabaría teniendo una nueva y numerosa prole.

Ahora bien, ¿cómo habrían asimilado este argumento los más pequeños de la casa? Quizás será mejor dejar el guion como está… aunque sea biológicamente incorrecto.