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Vie, Abr

SUPERCOPA DE ESPAÑA ... Marcelino sorprende al Madrid

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Los de Zidane regalaron la primera parte. El Athletic, con una gran presión, se puso 0-2 antes del descanso

(ABC).- Zidane es un hombre de ideas fijas. De las rotaciones de San Vito que no entendía nadie ha pasado a no rotar. Los mismos, siempre. Las caídas de tensión, por tanto, no pueden sorprender a nadie y son casi disculpables. ¿Alguien podía imaginar que el once tipo mostrara una concentración constante en una semifinal de supercopa sin público? El Madrid concedió la primera parte, sorprendido por la fiera e inteligente presión del Athletic de Marcelino. Le faltó intensidad primero y gol después.

Zidane, al menos, se calentó las meninges e ideó un cambio táctico. Como queriendo responder al 4-4-2 del colega rival, centró a Hazard arriba, con Asensio a la izquierda y toda o casi toda la banda derecha para Lucas Vázquez, que ni siquiera es lateral, cosa que olvidamos hasta que la realidad, puñetera, se empeña en recordarlo.

El comienzo fue bueno. Hazard y Benzema bajaban a por la pelota, muy activos, y como el Athletic presionaba muy arriba, había espacios y alegría en el juego.

En el minuto 11, Hazard tuvo una ocasión con posible penalti, lo mejor suyo en meses. Después, aún remató Ramos un balón parado, pero el concierto ofensivo del Madrid, que tampoco era gran cosa, acabó pronto. El Athletic, que presionaba con un convencimiento nuevo y mayor, le robó un balón a Lucas, que falló en la entrega, y la jugada acabó en gol de Raúl García con elegante definición.

 

Pudo ser un simple error individual, pero asomó también un fallo estructural. La asimetría en el once la pagaba Modric, que tenía que correr detrás de Balenziaga como un meritorio. Así que Zidane restituyó el 4-3-3 del que no hay manera de salir, y que en las últimas semanas solo da expresión a Asensio, lo que es bastante dramático. Es el único inspirado. En el 27 chutó tras una internada desde la derecha. Cómo estará el ataque del Madrid para que lo más constante sea la inconstancia de Asensio.

El juego está a la altura de los discursos de Butragueño. El club entero ha acabado absorbido por el cloroformo de esa retórica con la que el florentinismo estranguló con señorío, levitación y buenas maneras la vieja vibración colérica del club. El Madrid no jugaba solo y el Athletic pareció más decidido con el cambio de entrenador. En Liga presionó mucho al Madrid, pero esta vez lo hizo más sabiamente. Sabía dónde y cómo hacer las cosas.

Con 1-0, el Madrid quiso meterse en el partido. No estaba tan mal. Hubo una ocasión de Hazard tras gran pase de Mendy, y otra de Asensio a pase de Lucas, pero ese esfuerzo por atacar con ritmo constante y por las dos bandas quedó en nada por un nuevo error defensivo. Un balón colgado desde la banda se lo comió por bajito Lucas, que superado trabó a Martínez. Un penalti de impotencia clarísimo, sin moviola ni polémica posible. Era, de nuevo, la intensidad, o la falta de ella.

El penalti lo marcó Raúl García y de ahí hasta el descanso hubo juego y ocasiones del Athletic y estupor de tipo depresivo en el Madrid.

En el reinicio, el ataque blanco consistió fundamentalmente en Mendy. Es una frase digna de pararse en ella, pero era lo más directo, fresco y vertical. El fútbol penitente del Madrid se mezclaba con los gritos desgarradores del banquillo del Athletic.

Asensio, de modo personalísimo, chutó con peligro por fin en el 57. Sin noticias de Hazard y Benzema, sus ramalazos eran lo único que tenía el Madrid, mientras en la banda ya calentaba un patrimonio del club que Zidane tiene congelado: Vinicius y Valverde, jugadores que bien podrían haber asumido una semifinal de supercopa. Si no juegan esto, ¿qué van a jugar?

Con 2-0, ¿a qué esperaba Zidane para cambiar? Algo esperaría, y quizás con razón. El Athletic notaba en las piernas ya toda sus carreras presionantes y el Madrid iba imponiéndose. En el 61, Asensio tiró al palo tras una gran jugada colectiva.

Como ya tenía la pierna caliente, volvió a hacerlo en el 69 con nuevo trallazo al palo. Habíamos olvidado que Asensio no solo tiene un chut fortísimo, es que tiene un efecto propio, la pelota le cae de un modo particular, reconocible. Ya habían entrado los cambios en los dos equipos y el partido era del Madrid. A Benzema se le anuló un gol que validó el VAR. La asistencia era de Asensio y hacía justicia a la mejoría del juego, porque el Madrid estaba moviendo bien la pelota. Solo tuvo un desliz y lo salvó Courtois, que se extiende ante el delantero (Villalibre, en este caso) como se extendía Sabonis ante el base para meterle un tapón.

El partido se puso emocionante, tanto como para que tuviera que entrar Mariano y Ramos subiera a rematar. Hizo de defensa Casemiro, que salvó un gol. El Athletic recompuso su presión y acabó de pie y el Madrid, que solo jugó una mitad, se quedó arañando polémicas en el descuento del descuento. No tiene gol como para ir regalando nada.