El balear disfrutó de su primer partido de 2021, con una auténtica exhibición de tenis ante Thiem, al que ganó 7-5 y 6-4
(ABC).- La imagen, de por sí, impresiona: una pista llena de gente, sin mascarillas ni distancia social. En Australia el coronavirus está controlado, al menos de momento. La transmisión es cero y solo tienen los posibles contagios importados de otros países. Como ocurrió en uno de los chárter que fletó la organización del Abierto de Australia para traer a los tenistas al torneo. De aquel positivo acabó contagiada Paula Badosa. Y todos los que subieron a ese avión acabaron en un hotel, con una cuarentena estricta en la que no se les permitía ni salir de la habitación, como contó a este periódico Diego Dinomo, el entrenador de Fernando Verdasco y Barbora Strycova, encerrado en un hotel de Melbourne.
Porque Australia quiere blindarse. Después de haber pasado un año como el resto del mundo, han conseguido controlar la pandemia y, por fin, regresar a una normalidad que en otros países todavía queda muy lejana. De ahí que el tenis celebre que su comienzo del calendario 2021 sea allí, en Australia, donde se ha podido ver ya una pista llena de gente, sin mascarilla ni distancia social.
Y allí se ha estrenado Rafael Nadal, en un partido de exhibición en Adelaida, contra Dominic Thiem. Y Nadal, por muchos años que pasen, no dejará de ser Nadal. Regalo a la afición golpes de postín, como este drive paralelo que, claro, aplaudió hasta su rival. Aunque fuera lo de menos, el español se apuntó la primera no oficial del año, con un 7-5 y 6-4 que augura otras muy buenas batallas entre ambo