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Jue, Abr

El Madrid gana el clásico más pobre

Deportes
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Los blancos se llevan la victoria del Camp Nou gracias a los goles de Alaba y Lucas Vázquez y agrandan la crisis de los azulgranas con los que abren una brecha de cinco puntos

(ABC).- El clásico más devaluado de la Historia y el primero en que los dos clubes entienden que es mucho más lo que les une, y les interesa, que la teórica rivalidad deportiva. Digo teórica porque tanto Florentino como Laporta, que almorzaron juntos en Botafumeiro, han entendido que el fútbol de élite ha dejado de ser un deporte para ser un espectáculo.

 

Sin Messisin Mou, sin Pep y sin Cristiano, porque ya no podemos pagarlos, el partido de ayer asumía la mediocridad del fútbol español y el agotado modelo de negocio de La Liga y la Champions tal como hoy están concebidas. Bonita tarde soleada en Barcelona, nada calurosa, el ambiente de las grandes ocasiones, con mucha menos tensión de cuando éramos los mejores, y con el Barça intentando mandar desde la presión y concentrando el juego en el campo del Madrid, pero sin crear desequilibrios de importancia. El Madrid no podía salir y él Barça no sabía llegar, falto de delicadeza en el tramo final de su ataque. Pero todo el mundo sabe que el Madrid nunca pierde la paciencia y era cuestión de tiempo que su peligro se materializa.

 

Partido entretenido, pero con mucho menos interés y profundidad que los retos que los dos clubes tienen pendientes, y en los que son principal ísimos aliados. No había victoria o derrota que pudiera producirse en el Camp Nou que fuera más importante que la urgencia que ambos tienen por conseguir más ingresos a través de sus derechos televisivos, para estar en condiciones de competir fichando a las estrellas del momento en lugar de tenerlas que vender. El partido se fue volviendo anodino, retórico, gris, con un Barça amateur y un Madrid que ‘no se encuentra’, como dicen las asistentas cuando llamas a la casa de un amigo y no está. Vini reclamó un penalti de Mingueza que manifiestamente no era y luego, aunque en fuera de juego, dejó en evidencia la empanada que últimamente sufre Ter Stegen. Pero quien de verdad falló fue Dest, que con toda la portería para él y el portero vencido, chutó a las nubes lo que era más fácil marcar que fallar. Tímido y dubitativo el estadounidense durante la primera media hora, sólo le faltó cometer un error tan inexplicable.

 

Golazo de Alaba

El Barça ajustaba bien su presión y al Madrid le costaba salir, aunque cuando lo hacía descubre la fragilidad de la defensa local. Y a la media hora de juego Alaba marcó un golazo de un potente disparo cruzado. Un central adelantando al Madrid para demostrar que un equipo hecho, maduro y sólido, cuando afina sus recursos, te mata si antes no has sabido aprovechar lo mucho que has generado. Entre lo que falló Dest y lo que marcó Alaba no hubo ni suerte ni injusticia, sino destino. El destino superior de un equipo campeón contra uno que, aunque jugaba mejor, no tenía el instinto ni el mordiente de los que cuando llega el momento saben imponerse. Dest, desde su tremendo error, quedó fuera del partido y fallaba todo lo que tocaba. Sustituirle parecía la única opción sensata. Este chico no es malo, pero hace falta algo más de carácter para jugar en el Barça.

 

Buen planteamiento posibilista de Koeman en el primer tiempo, el Barça no tiene mucho más de lo que mostró. Y el Madrid tenía dos marchas más siempre guardadas y ni cuando el partido era del Barça se sentía incómodo y esperaba impasible su momento. Sin quitarle mérito a la victoria visitante, ni pretender en absoluto desmerecer, en todo momento pareció un clásico barato, con todas las costuras al aire, se le veían los hilos al falso héroe que hacía como que volaba. Ninguna tensión, ninguna esperanza de mundo mejor, todo irrelevante y regional, de feria de pueblo, con esas atracciones falcadas con tacos de madera que si no se desmoronan es porque Dios es bueno y de vez en cuando decide compensar irracionalmente nuestro terrible sufrimiento. Más de 86.000 espectadores, cifras de la normalidad. Coutinho entró por Mingueza tras el descanso. Todo el optimismo que un culé pudiera tener se vino abajo manteniendo a Dest en el campo.

Koeman castiga con ejemplaridad y firmeza a Mingueza, y yo le entiendo, porque el canterano es a veces desesperante, pero los trajes a medida que le hace a Coutinho nunca han dado ningún buen resultado y no parecen tener mucho sentido. El Madrid volvió tranquilo y seguro, pero se defendía muy cerca, tal vez demasiado, de Curtois. De todo modos, ¿qué importaba? Cuando tienes paciencia y sabes lo que quieres, y cómo conseguirlo, puedes continuar sin drama con tu plan, especialmente si el rival es patológicamente incapaz de concretar absolutamente nada de lo que genera. Por cierto, Laporta tenía a Luis Enrique en el palco y a Koeman en el banquillo, y era fácil preguntarse si realmente eran las ubicaciones más interesantes para el Barça. El Madrid amenazaba, pero no a destajo, como si no quisiera exagerar la impotencia local. El Barcelona insistía en la competición, pero desde la inferioridad y, lo que es peor, desde la humillación de jugar ante tu afición buscando su complicidad asumiendo que eres menor.

 

El Madrid trataba de dormir el partido, de domesticarlo, de que no pasara nada salvo un segundo gol que lo cerrara. Vinicius perdonó lo que no hay jamás que perdonar; Benzema también falló, pero la realidad de la superioridad del Madrid se empezaba a imponer de un modo inapelable. Ni en lo técnico ni en lo físico, el Barça tenía más recursos, ni más fuerza ni más idea, y lo único que podía hacer era luchar contra la inundación dando gracias a Dios por lo que el Madrid desperdiciaba. De todos modos, los de Ancelotti jugaron con fuego perdonando todo, y el Barça de vez en cuando tenía alguna posibilidad de empatar. El Kun entró por Ansu en el 70. Triste partido de Ansu, casi nada. Sergi Roberto sustituyó a Frenkie De Jong, otro partido decepcionante del holandés con el Barça.

Lucas Vázquez marcó el segundo y el 0-2 era hasta piadoso para el Barça. El Kun hizo el gol del honor sin tiempo para más. La Liga de los equipos pobres de Tebas ha sumido a los grandes en su vulgaridad. O Madrid y Barça se unen para hacer algo distinto, o acabarán pidiendo caridad.