El gran premio de la capital azteca, que se disputa este fin de semana, ha sido elegido cinco años seguidos como la mejor carrera del Mundial
(ABC).- El mejor gran premio de la Fórmula 1 no está ubicado en Silverstone, cuna de este deporte y sede en sus alrededores de la mayoría de las escuderías, sino a nueve kilómetros del Paseo de la Reforma no muy lejos del centro histórico de México D.F. en la Plaza de las Tres Culturas. Veintitrés años de ausencia y cinco de bullicioso jolgorio bien organizado han desembocado en un galardón sin discrepancia. El Gran Premio de México es la mejor carrera de la Fórmula 1 y así ha sido condecorada en las últimas cinco ediciones. Este fin de semana hay carrera en el Autódromo Hermanos Rodríguez y como es costumbre el colorido y el calor de los aztecas convertirá el evento en una fiesta.
«México no se parece a ninguna otra prueba», dice Fernando Alonso, convencido como toda la caravana de la F1 de que la cálida humanidad de los mexicanos contagia en un gran premio singular.
Hay mariachis paseando por el ‘paddock’ durante todo el fin de semana, un desfile colorista en la ceremonia de inauguración, zonas de comida gratis para los acreditados con platos típicos mexicanos, lustrosos kits de bienvenida, un pack con las recomendaciones turísticas de la ciudad, una iguana gigante dibujada en la entrada de la sala de prensa, cientos de sombreros mexicanos diseminados por la grada, DJs locales que animan con su música y una atmósfera envolvente que desborda pasión por el evento automovilístico.
«Tengo muchas ganas de competir aquí, en especial porque hacía tiempo que no veníamos a México. Sé que ahora que ‘Checo’ está en el equipo vamos a contar con muchos seguidores», saluda el líder del Mundial, Max Verstappen, con la misma gracia que un frigorífico.
Daniel Ricciardo, que fue compañero de Verstappen en Red Bull y ahora corre para McLaren, cuenta que el griterío de la parroquia en las gradas se siente en el monoplaza. «Sientes como vibra toda esa energía dentro del coche», dice el piloto.
México es un verso suelto en el planetario recorrido de la Fórmula 1 por lo políticamente correcto. Más de 300 mil mexicanos se han congregado cada año en el circuito en fechas que coinciden siempre con el Día de Muertos, el Halloween local, una de las fiestas de mayor calado popular en el país.
El estadio de béisbol
Otro de los atractivos es el diseño del circuito. Basado en la configuración original de su construcción en 1959, el autódromo incorporó en su versión moderna el sector del estadio. El Foro Sol, así denominado, es el espacio donde los monoplazas cruzan a toda mecha la pista ante 30 mil aficionados vociferantes. Esta peculiaridad permite cada año obtener una de las imágenes más pintorescas de cada temporada, los bólidos en medio de una especie de campo de fútbol con las tribunas abarrotadas de hinchas.
«Es la mejor afición que he visto en mi vida», comentó Lewis Hamilton después de proclamarse campeón mundial en este trazado en 2018. Su quinto título. México permaneció en el olvido de la F1 desde 1992, sin que nadie acierte a explicar los motivos de una ausencia tan prolongada en un destino de alta ocupación.
A los incentivos referidos se añade una aportación básica. ‘Checo’ Pérez es el único mexicano de la Fórmula 1, una especie de Alonso para España que al fin conduce un bólido con opciones reales de ganar. El piloto de 31 años, que antes trabajó para Force India, Sauber, McLaren y Racing Point, maneja el volante del Red Bull que lidera el campeonato individual y es segundo en el de constructores. ‘Checo’ nunca se ha subido al podio en sus anteriores escuderías y no quiere que la política de equipo arruine esta vez su sueño. ¿Qué harías si eres líder y te piden en Red Bull que dejes vencer a Verstappen?, se le preguntó estos días. «Sería un gran problema si se me plantea esta situación. Estoy bastante seguro de que todo el equipo Red Bull quiere que yo gane este domingo», respondió sincero el piloto de Jalisco.