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Mar, Abr

CHAMPIONS LEAGUE | MANCHESTER CITY - REAL MADRID

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Abandonado por su familia de acogida y repudiado por Mourinho: la cruel juventud de Kevin de Bruyne

 

(ABC).- La estrella del Manchester City, rival del Madrid en las semifinales de Champions, tuvo unos inicios bastante complicados en el fútbol

Verano de 2006. De Bruyne acaba de cumplir 15 años y pone fin a su primera temporada en las categorías inferiores del Racing Genk, unos de los clubes más populares de Bélgica. Hasta allí llega desde Drongen, un pequeña localidad de Gante, donde nació en junio de 1991. Hijo de madre de origen burundés, con familia en Ealing, un distrito en el noroeste de Londres, y cuyo abuelo poseía una buena cuenta corriente gracias a distintas inversiones petroleras en África, la infancia de Kevin es la de un niño bien acomodado que sueña con ser algún día una estrella del fútbol.

Para ello, da el salto del Gante, club en el que juega desde los 8 hasta los 14 años, a la academia del Genk, una de las más reconocidas del país.

 

El cambio es radical. Los 150 kilómetros de distancia hacen inviable que siga viviendo en casa de sus padres y en su nueva ciudad se instala en una familia de acogida. «Ese primer año me fue muy bien en la escuela, en el fútbol y en casa. No había ningún problema. Terminada la temporada, hice mis maletas, me despedí de ellos y me dijeron: ‘Nos vemos después de las vacaciones, que tengas un buen verano'», explicó De Bruyne en una entrevista en 'The Players'. Le mintieron. «Cuando regresé a casa, entré por la puerta y vi a mi madre llorando. Pensé lo peor, que se había muerto alguien. En ese instante, ella me dijo las palabras que dieron forma a mi vida: ‘No quieren que vuelvas, la familia de acogida ya no te quiere ahí’. Pregunté el motivo y me respondió que por ser quién soy. Dijeron que era demasiado tímido, callado y que era difícil la convivencia. Realmente, me sentí abandonado. Hubo unas palabras que se quedaron en mi cabeza para siempre: no me querían por ‘ser quién era', pero esa terrible experiencia fue combustible para mi carrera».

 

De pequeño, De Bruyne solía jugar al fútbol en el jardín de casa de uno de sus vecinos, donde vivía uno de sus amigos de la infancia. Allí, sus golpeos con la pierna derecha costaban alguna que otra maceta y ventana rota, por lo que, para evitar el destrozo, empezó a jugar con la izquierda, su 'pierna mala'. El día que Anna, su madre, le comunicó que su familia de acogida no le quería se desfogó pateando el balón contra una pared, con ambas piernas, durante horas. Entonces, ya era ambidiestro.

 

Perdón tardío

Con el paso del tiempo, aquella familia le pidió perdón a De Bruyne e intentó acercarse de nuevo a él, pero el daño estaba hecho. «La gente cambia cuando te va bien. Se acercaron a mí para dar marcha atrás, pero les dije: «No, lo siento. ¿Me tiraron a la basura y ahora que me va bien quieren que vuelva?». Y no volvió, claro. Kevin siguió con su carrera y llegó al primer equipo del Genk, donde jugó entre 2008 y 2012 y ganó una liga, una copa y una supercopa belga, siendo uno de los jugadores de peso. Su adiós fue el inicio del segundo gran varapalo de su vida futbolística.

 

En el verano de 2012, Klopp le intentó convencer para que se uniera a su potente Borussia Dortmund, pero no lo hizo. De Bruyne se dejó engatusar por Abramovich y el rico proyecto del Chelsea. Decisión fatal. La primera temporada apenas jugó y en invierno fue cedido al Werder Bremen. La segunda, la del regreso de Mourinho al banquillo blue, fue ignorado por el técnico luso pese a la expectativas iniciales que le hizo ver el portugués: «Yo creí que entraba en sus planes y solo jugué tres partidos hasta diciembre. Entonces, me llamó a su despacho, sacó algunos papeles y dijo: 'Una asistencia. Cero goles. Diez recuperaciones'. Me llevó un minuto entender qué estaba haciendo. Empezó a leer las estadísticas de Willian, Oscar, Mata, Schürrle... y yo le dije que ellos habían jugado 20 partidos, no tres como yo». Mourinho acabó aquella reunión insinuándole a De Bruyne que era un niño llorón. Así que, en enero de 2014, el belga fue traspasado al Wolfsburgo por 22 millones de euros. Allí jugó año y medio, ganó una copa y una supercopa alemana y logró un inesperado segundo puesto en la Bundesliga 2014-15, lo que le abrió las puertas del City, el paso de gigante que le ha llevado a la cima.

 

En la cima con Pep

Junto a Guardiola, De Bruyne ha alcanzado ese anhelo infantil de ser uno de los mejores futbolistas del mundo. Con él ha compartido seis de las siete temporadas que suma como citizen. «Tiene algo único en el mundo», explica el técnico catalán. «Pep me ha hecho mejor jugador», repite el belga, el futbolista franquicia del City: 300 partidos, 81 goles, 116 asistencias, ni una sola tarjeta roja, tres Premier, cinco Copas de la Liga, una FA Cup y dos Community Shield.

 

Hace dos temporadas, en octavos de la Champions, fue un vendaval contra el Real Madrid, lo que provocó una reunión con José Ángel Sánchez para valorar su fichaje, un deseo que no tuvo mucho recorrido. En abril de 2021, De Bruyne renovó su contrato apoyándose en el big data. Engañado por su exagente Patrick de Koster, con quién mantiene un litigio desde el verano de 2020 por un posible delito de blanqueo de capitales, el belga se representa a sí mismo. Para renovar, contactó con Analytics FC, una de las empresas punteras en la recopilación de datos en el mundo del fútbol, y presentó un informe minucioso al City sobre cómo su rendimiento había beneficiado al equipo. Mourinho le había aleccionado bien. De este modo, logró renovar su contrato hasta 2025 pasando de cobrar 350.000 euros a la semana a 445.000 euros, un aumento de casi un 30% más.

 

Al belga, como al City, le falta la guinda de la Champions, de cuya final el pasado año se marchó entre lágrimas tras caer lesionado en un fuerte choque con Rudiger. Desde mañana, volverá a pelear por meterse en otra (21.00, Etihad Stadium, frente al Real Madrid) y, también, luchará con Benzema en el sprint final hacia el Balón de Oro 2021-22. De ser abandonado por su familia de acogida y repudiado por Mourinho, a la élite mundial con Guardiola: así ha sido la carrera de Kevin de Bruyne.