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Jue, Abr

LEIPZIG 3 - REAL MADRID 2 ... Primera derrota de la temporada

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CHAMPIONS... El Real Madrid empezó blando y concedió dos goles; su mejoría posterior no fue suficiente ante un Leipzig notable en lo colectivo y brillante en lo individual

(ABC).- El Leipzig había hecho sufrir al Madrid en el Bernabéu. Los goles llegaron al final. Y este era un mejor Leipzig, más rodado, y un Madrid algo peor, con rotaciones, digamos, profundas. Además había un problemilla de incentivos: el Madrid estaba clasificado ya, el Leipzig se lo jugaba todo. El resultado se podía esperar, aunque la sensación fue nueva: la derrota y sentir, por primera vez en bastante tiempo, la superioridad ajena.

Tras un inicio fuerte alemán que podía interpretarse como una cortesía del Madrid hacia el equipo local, hubo un instante de reafirmación madridista. Eso que ahora se llama 'la propuesta'. En el 4-3-3 Camavinga iba a ser Modric, pero en realidad estaba muy arriba, como si comandara la presión o tuviera el encargo de pisar el área, y de interior, más que de extremo, tuviera que hacer Asensio vistiendo el traje imposible de Valverde. Era eso: el equipo no entraba del todo en el traje. Igual no era todo una cuestión de motivación.

Como fuere, tras colocarse así en el campo, o no colocarse del todo, el Madrid no daba muestra de más y se veía superado por la velocidad y la rapidez en el toque del Leipzig. No era cortesía. Es que dominaban ellos, especialmente por su banda derecha, Simarkan y Szoboszlai, por donde llegó el córner que (minuto 12) daría lugar al 1-0. Hubo dos remates alemanes en el área; el primero lo rechazó Courtois, el segundo lo aprovechó Gvardiol.

Que rematen dos veces en tu área indica que quizás hay algo de contemplación. Ese Madrid un poco místico aligero el paso a la jugada siguiente como quien llega tarde al trabajo, pero se vio superado por un pequeño vendaval del Leipzig: contragolpes y ocasiones de Nkunku y de Haidara hasta el 2-0, otro retablo de pasividad de la defensa del Madrid que permitió a Nkunku recoger un rechace en el área y marcar con un tiro inapelable, como le gustaría al PNV que fueran los fallos de sus jueces. Era un chut de delantero de primera fila.

El gol llegaba en el 18, y con él una estadística: era la primera vez que al Madrid le metían dos goles en tan poco tiempo en la fase de grupos. Si no era cierto, era 'ben trovato', porque a Ancelotti se le hincharon de pronto los carrillos como si le estallara un airbag. Daba gusto ver jugar al Leipzig, que parecía un equipo alemán de los de antes y el Madrid, a puntito de ser zarandeado, dejaba asomar, en cierto modo, otro Madrid eterno, el Madrid de siempre de los partidos de ida, el partido anterior a las remontadas, cuando se llevaba un capazo de goles de cualquier campo con hierba protestante o simplemente norteña.

La cosa podía ser dramática, pero a la altura del 25 pasó algo: apareció Vinicius, y poco después, a la altura de la media hora, el Madrid comenzó a amasar el juego con Toni Kroos 'el molinero'. Comenzó un goteo: una ocasión de Rodrygo, muy rápida, que había comenzado en una superación de línea de Camavinga con intermedio en Lucas y Vinicius. La rapidez colectiva era alta, pero mayor la de Rodrygo en la carrera. Esa carrera y ese disparo final no fue gol, pero de repente mostró una habilidad nueva suya. Queda apuntada.

Fue en el 34; en el 36 remató Vinicius, repitió en el 42 y en el 44, tras una internada con centro diestro de Asensio, que se quiere ganar una renovación, marcó de cabeza. ¡Vinicius de cabeza! Si Rodrygo nos había mostrado una suerte nueva de su fútbol, ahora Vinicius se metía a Santillana, aunque fuera un remate distinto, sin salto, de habilidad, como si quisiera empezar a incluir el esternocleidomastoideo en su repertorio de músculos festivos y pícaros.

Con ese 1-2, al descanso se iba con otra cara, la de quien se ha salvado por poco de una buena.

El Madrid había recuperado el balón y al volver recuperó la buena presión. A su mejor colocación contribuía el Leipzig con una cierta prudencia. El pulso del partido ya era sostenido. A fuerza de minutos y sudor, Camavinga podía romper el frenillo de su timidez, superar al menos una perplejidad táctica. ¿Interior, mediapunta circunstancial, pivote? Podía hacer de vértice más alto y más movible en el triángulo de la media, pero no de Modric.

Ancelotti cambió los laterales, poco más había, no tenía revulsivos esta vez (al Madrid le faltan dos jugadores para la rotación total y tranquila) y el Leipzig a la vez metió a Olmo y Werner, amenaza de contragolpes de infarto con Nkunku. Werner, entrañable rival, perdonó en el 70 pero controlar todo eso exigía mucha seriedad al Madrid, y eso frenó su reconstrucción y su ataque. Todo el Leipzig, hasta los centrales, parecía fichable.

Se fue Kroos por Hazard, lo que retrasó a Camavinga, más en su sitio, con todo de cara. Prometía, y en el 78 pudo marcar Vinicius, pero a continuación hubo un contragolpe devastador de Simakan y sentenció Werner que, la verdad, ya se lo merecía. El Madrid reaccionó muy al final con gol de Rodrygo, de penalti, y no evitó la primera derrota de la temporada. Europa hace pagar la más mínima relajación y revela los claros de cualquier plantilla. Hace imposible crecerse demasiado.