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Jue, Abr

Ni Messi gana en Turín

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El conjunto azulgrana saca un punto en la visita más complicada. El argentino salió en el segundo tiempo

Acapulco Gro., 22 de noviembre del 2017 (ABC) Nunca el Barça había ganado en Turín y la Juve empezó por mediación de Douglas Costa avisando de que podria repetirse la historia. Pero lo más relevante del partido es que por motivos exclusivamente técnicos Messi no estuvo en el once inicial, algo así como si no fuera yo quien escribiera esta crónica.

Sufría el Barça sin Messi y la Juve se crecía sabiendo que el astro argentino no podía hacerles daño. Los de Valverde no sabían qué hacer con el balón ni hallar espacios entre líneas. ¡Cómo condiciona Messi un partido! El Barça se sentía torpe «como un torero al otro lado del telón de acero» y la Juve alegre como los ratoncillos cuando el gato no está. Poca calidad futbolística, mucho ambiente en las gradas y la sensación de que en algún momento los ataques verticales del equipo de Buffon podrían hacernos daño. Pero en cualquier caso poca precisión italiana: más furor en las gradas que talento en sus ídolos.

Tremenda equipación azulgrana, como de cortina de burdel de medio pelo que quiere parecer el palacio de un rey legítimo. El equipo, con más potencia que velocidad, lo fiaba todo a los ataques posicionales, por no decir mediocres. Ni Barça ni Juve mostraban ningún interés por jugar bien el balón y Raktic casi sin querer centró una falta que acabó en el palo izquierdo de Buffon.

Allegri y Valverde tal vez sean los dos técnicos europeos con más cara de amargados. Hay gente que piensa que sonreír es de mala educación y el Barça defendía con 9: irreconocible. Bartomeu en el palco ponía la cara de la exacta medida de su estulticia, con su abrigo baratísimo, de utillero de equipo de Europa League. Era tan malo el partido como bajo cayó, mientras se jugaba, la Guía Michelin al concederle la tercera estrella al Àbac de Jordi Cruz, un restaurante tan patético como el ridículo que hace años que esta guía hace en España.

Messi empezó a calentar al inicio de la segunda mitad y en el terreno de juego la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. La vida sin los genios es absurda. El igualitarismo, además de atroz, es mentira. La Humanidad tiene una élite y el resto es mano de obra intercambiable. A veces cuando lo digo me llaman clasista, pero sólo los intercambiables. Luego está la verdad, más allá de la rabia de los incapaces. Lo vimos ayer en Turín. Lo vemos cada mañana leyendo los periódicos. Hasta los aficionados de la Juve aplaudieron la entrada de Messi, en el minuto 55, en una demostración más de que la gente, al final, desea más la calidad que los colores: y los genios generan una expectativa sólo comparable al enamoramiento.

Avisó el argentino en una falta lejana pero sobre todo confirió a su equipo sensación de peligro. Desde que Messi salió, los azulgrana volvieron a sus habituales niveles de posesión: 76%. El Barça volvía a parecerse a sí mismo. Le dio el gol a Digne pero el francés fue un cobarde y no remató.

A pesar del nivel superior que el Barça y el partido adquirieron con la entrada del mejor jugador del mundo, el gol no acababa de llegar para los de Valverde. Faltaba profundidad y acierto en el último pase. Bella ovación de gala -muy bien toda la noche la afición italiana- para despedir a Iniesta cuando fue sustituido por Jordi Alba.

La Historia no cambió y el Barça persistió en su balada del que nunca ganó en Turín. Pero se aseguró con el punto conseguido, que Ter Stegen salvó con un paradón en el último minuto, la clasificación y la primera plaza de su grupo.