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Sáb, Abr

Al Madrid le llegan los goles de golpe

Deportes
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Victoria con buen juego de los de Zidane ante un Sevilla inexistente. La primera parte, lo mejor de la temporada. La primera parte fue lo mejor del Madrid esta temporada y como a Isco le pilló en el banquillo ya hay «debate». Salvando las distancias, es como cuando decían que se jugaba mejor sin Zidane.

Acapulco Gro., 09 de diciembre del 2017.- Pero la cuestión no es tanto Isco como Asensio: qué se hace con Asensio si sigue jugando así.

El madridismo iba a sufrir terribles penurias defensivas, pero el 4-4-2 que sacó Zidane estaba tan bien formado, tan pertrechado, que fue el partido más tranquilo en meses. Ayudó un Sevilla ausente desde el principio y con alguna ausencia poco explicable.

Antes de empezar, Cristiano ofreció sus cinco Balones de Oro a la afición. La imagen impresionaba por lo mucho que recordaba a las viejas fotos de Di Stéfano. Parecía Perseo con las cabezas de cinco Medusas. Cristiano miró de reojo a los operarios que retiraban los trofeos.

El partido fue cuesta abajo y feliz para el Madrid desde el primer minuto: una gran jugada por la banda de Asensio que remató Lucas. De ahí vino un córner que originó el 1-0. Lo marcó Nacho, tras desconcierto defensivo de Muriel y Pizarro.

El Sevilla intentó responder durante unos minutos mediante las llegadas tímidas de Navas y Nolito. Las jugadas de Nolito acababan en Navas y las de Navas acababan en Nolito. El Sevilla no existió y se vio superado por un Madrid veloz y casi nuevo. La defensa blanca no sufrió. La zancada de Vallejo llegó incluso a recordar a la del Christensen del Chelsea. De repente, todo el mundo era bueno otra vez.

Pero lo mejor era Asensio en la banda. Allí se le aclara el panorama y resulta más decisivo, su fútbol se concreta. Sus centros tienen aún más sentido y peligro. Sin ser un jugador de carril, está mejor ahí. Le dio el 2-0 a Cristiano.

A partir de entonces, el Bernabéu vivió los mejores minutos de la temporada. Volvieron las sensaciones de la supercopa ante el Barcelona. Esas tardes en las que el Bernabéu no grita, chilla de placer.

Llegadas de Marcelo, de Lucas, de Modric, todos al ritmo de un Cristiano contento y mandón.

Asensio estaba de 10 en todos los sentidos, y destacaban también los medios, Kroos y Modric, confirmando una recuperación apuntada desde el derby. Gustaba la simetría del 4-4-2, con un juego equilibrado y por bandas. Ya no llegaba solo el lateral, sino dos jugadores por cada lado. Marcelo se animó, y provocó el penalti de Navas (mano en el área), que Cristiano convirtió en el 3-0. El mejor Madrid del año atacó en oleadas: Kroos consiguió el 4-0 cruzando el campo tras una pared con Lucas; el quinto fue de Achraf, en una contra lanzada virtuosamente de espaldas por Benzema, que cuando mejor juega es cuando parece un ninja.

El 4-4-2 con Asensio en banda redobla al Madrid en los costados y multiplica a Cristiano, que habla un lenguaje parecido. Piensan en frecuencias similares, altísimas. Cristiano llegó exultante de París. Otros años, el Balón de Oro distraía al portugués durante los meses posteriores. Se intuye que esta temporada será al revés.

Al descanso, con cinco goles y un vintage «así, así gana el Madrid», una duda orientaba las conversaciones: ¿y qué hacemos con Isco ahora? El Madrid había jugado al toque vivo y presuroso de Asensio.

La segunda parte fue un tácito armisticio. El Sevilla la tuvo para evitarse problemas y Muriel, blandamente, hizo estirarse a Navas. El Madrid estaba frío y se fue dejando llevar hasta los cambios: ovaciones para Kroos y Modric, reencontrados, y homenaje a Cristiano de un estadio en pie. El Madrid jugó el último cuarto de hora con Llorente, Isco, Asensio y Ceballos. Una media joven y nacional que hace años hubiera envidiado al Barcelona. Le quitaron la pelota al Sevilla, y sobre su cloroformo anterior elaboraron un juego combinativo, distinto, quizás excesivamente demorado a veces.

 

Acabó el Madrid con otra «segunda unidad» aun verde, pero ya más formada. Pudimos ver a Ceballos, un jugador fetiche. Al madridista actual hay que distinguirlo por su actitud hacia él. Absorbe el juego para devolverlo mejorado: cuando suelta la pelota mira, habla, sonríe, sigue comunicándose. No se está quieto. Es un intermedio dinámico y moderno entre Isco y Asensio.

 

Hubo alguna ocasión que Asensio, precisamente, buscó más que nadie. Mandó un balón al segundo anfiteatro y hasta eso le quedó bonito. En él no pareció un fallo.

 

Ceballos y Asensio repiensan a Isco.