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Jue, Abr

Djokovic aún es demasiado para Nadal

Deportes
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OPEN DE AUSTRALIA... El serbio prolonga su dominio en pista rápida sobre el español, al que ha ganado en los ocho últimos encuentros en esa superficie sin ceder un set

(ABC) Para no caer en dramatismos ni tampoco hacer un mundo después de la paliza, la  mayor que ha recibido Rafael Nadal en una final de Grand Salma, se acepta la justificación de esos cuatro meses de inactividad por parte del español, quien, algo solo al alcance de privilegiados como él, se plantó en la lucha por el título del Abierto de Australia después de 129 días de baja y sin rodaje. Queda ese consuelo, el del verse otra vez a las puertas de la gloria después de una lesión de rodilla (la que le obligó a abandonar en el US Open), de un problema abdominal (el que le dejó sin Masters 1.000 de París y sin Copa de Maestros y que le ha molestado en Melbourne) y de una intervención quirúrgica para la extracción de un cuerpo libre en su tobillo derecho, heridas que marcan la carrera de este jugador ejemplar que también extrae una lectura muy clara del duelo de ayer: ahora mismo su límite lo marca Novak Djokovic, campeón a lo grande después de pasarle por encima en una lección sin precedentes.

No hay mucho que contar de la final porque se consumió en apenas dos horas, nada que ver con aquella pelea de cinco horas y 53 minutos de 2012 en este mismo escenario. Por entonces, Nadal competía contra sus fantasmas y renació para, por fin, plantar cara al serbio, que le había amargado en las seis finales anteriores a las de aquel día.

En el presente, a Nadal cabe reconocerle estas dos semanas notables, pero quizá el resultadismo de las rondas anteriores, más propio de otros deportes, escondió la realidad. Claro que al balear le da con este nivel para tumbar a Duckworth, Ebden, De Miñaur, Berdych, Tiafoe e incluso a Tsitsipas, ya se ha comprobado. Claro que ahí se le vio muy mejorado con su saque e incluso se le reconoció su paso al frente para convertirse en un jugador más ofensivo, entendiendo también que el cuerpo, con 32 años, no tiene la misma resistencia que cuando tenía 20. Y claro que con estas prestaciones volverá a ganar torneos, eso se da por sentado. Sin embargo, ya ha confirmado que ahora mismo hay un monstruo que está a años luz, tan superior que ayer le dejó en blanco en la primera vez que no gana un set en una final de Grand Slam, tan superior que únicamente le concedió una bola de break y tan superior que ni siquiera tuvo que sacar todo su arsenal para vencer en Australia por séptima vez. Djokovic, cuando está así, es el mejor, un tirano al que nadie puede incomodar lo más mínimo en pistas como la de Melbourne.

Queda por ver cómo afectará está derrota a Nadal, pues es evidente que, de un tiempo a esta parte, lo pasa realmente mal cuando se enfrenta al balcánico. Djokovic le ha ganado en 28 ocasiones de 53 encuentros y se sabe de memoria el patrón del mallorquín, incomodísimo y acomplejado desde que saltó a la Rod Laver Arena. El serbio es su ogro, no hay duda, y es también un campeón excepcional que ya cuenta 15 Grand Slams, a dos de su enemigo y a cinco de Roger Federer. « Hoy no tuve una sola oportunidad y será más fácil de olvidar que cuando perdí contra él en las semifinales de Wimbledon, seguro», se consuela Nadal, derrotado por el de Belgrado en los ocho últimos cruces en cancha dura y sin lograr ni un solo parcial.

Falta de exigencia

Como las estadísticas se consumen al gusto del consumidor, bien hará Nadal en omitir las cifras de una cita desangelada. Ahora bien, debe tener en cuenta que su porcentaje con el saque se ensució demasiado después de hacerlo muy bien hasta la hora de la verdad y su pobrísimo rendimiento al resto (13 puntos ganados de 69, un paupérrimo 19%) exige un análisis pormenorizado para no tropezar en la misma piedra.

Para vencer a Djokovic, además, no se puede tener 28 errores no forzados en solo tres sets (solo 9 hizo el serbio), toca moverse mejor y llegar más cómodo a la bola y hay que variar desde el fondo impidiendo que su oponente tome la iniciativa en cada intercambio con ese revés celestial, el mejor del planeta. «Cuando él juega así se necesita algo más, algo que no he tenido. Quizás he pagado el no haber sufrido demasiado en las dos semanas previas», reconoce el número dos.

Tan pronto finalizó el paseo triunfal del número uno (tiene ya 2.635 de margen), la gente se acordó de París y trasladó a la tierra de Roland Garros esta rivalidad. Ya se sabe que ese es el paraíso del español, pero tendrá que remar lo indecible para acercarse a este Djokovic tan dominador. Conociendo al personaje, que nadie le dé por muerto, pues por algo es Rafael Nadal, optimista pese al tortazo. «Para mí es muy importante estar aquí hoy y haber vuelto de otra lesión», apunta con cierta lógica. Ya desde ayer, le da vueltas a la cabeza para encontrar el camino que le acerque a Djokovic. «Solo puedo decir una cosa: voy a luchar y a trabajar duro para ser mejor jugador». Ese espíritu es el que le ha hecho tan grande.