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Mié, Abr

REAL MADRID... El último tren de Bale

Deportes
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El delantero con más gol del Real Madrid quiere ser el protagonista en la necesidad del equipo blanco de ganar al Barcelona y complicarle la Liga

Están muy equivocados quienes pintan al personaje como un jugador de golf que ejerce de futbolista para ganarse la vida. Viven en el error quienes creen que el galés errante no se entera de nada de lo que pasa en el Real Madrid y vive ajeno a las críticas, las filias y las fobias. Todavía tropiezan más en el camino fallido quienes fabulan que no habla español y no entiende lo que decimos en nuestro idioma. Nada de eso. Gareth Bale es un profesional del fútbol que su cuida con esmero, conoce todos los ataques y el jaleo mediático que rodea siempre a su club y comprende nuestra lengua perfectamente. Lo que sucede es que Bale evita muchas cosas para abstraerse de la presión que soporta la entidad. Es el jugador con mayor olfato de gol de la plantilla y hoy se examina ante ochenta y cinco mil madridistas en el objetivo de ganar al Barcelona y complicarle mucho la Liga.

Bale es el delantero blanco que más remata, 87 veces en 32 partidos, ha marcado 13 goles y las lesiones le han privado una vez más de continuidad, para perder el puesto ante Vinicius y Lucas

Los pupilos de Solari alucinan cuando escuchan que el clásico de esta noche no tiene relevancia y lo fundamental es eliminar al Ajax. Los capitanes reflexionan qué se diría mañana si hoy salieran a medio gas pensando en la Champions. Los jugadores piensan que vencer hoy al Barcelona es tan importante como clasificarse en la Copa de Europa. «Queremos ganar porque es un clásico, porque es un partido muy bonito, porque es nuestra obligación y porque podemos recortar puntos en el campeonato», advierte el entrenador argentino. Bale quiere ser el hombre de este encuentro. Solari niega que el británico haya pasado a ser un delantero secundario en su esquema: «No estoy de acuerdo, Gareth ha jugado todos los partidos desde que reapareció tras su lesión y ha marcado goles importantes para nosotros».

El número once ha disputado 32 partidos esta temporada, 2.027 minutos reales de juego, en los que marcó trece goles y dio cinco. Una lesión en el sóleo izquierdo, sufrida en Villarreal el 3 de enero, le hizo perderse seis encuentros. Volvió al fútbol el 27 de enero y anotó el último gol de los blancos en la victoria por 1-4 en Cornellá. A lo largo de la temporada faltó a otro encuentro en septiembre por problemas en el aductor izquierdo, a dos partidos en octubre por fatiga muscular y a uno en diciembre por un golpe en el tobillo derecho. Lucas se ganó el puesto con su trabajo defensivo y la explosión de Vinicius en noviembre acabó por dejar a Bale sin sitio en el once. Los dos se consolidaron en el ataque, junto a Benzema, y cuando el galés retornó en enero no tenía hueco en un equipo necesitado de delanteros que realicen la labor de presión. Bale no defiende bien y Solari le utiliza como arma ofensiva en las segundas partes.

Su gol ante el Atlético es el último referente de esa eficiencia. Es el delantero con mayor olfato de gol de una plantilla que dispara con demasiada ansiedad. Es el que más remata, 87 disparos en 32 partidos. Benzema, que lleva el nueve, chutó 93 veces en 41 encuentros. Pero su irregularidad, novia del talento, le perjudica. Cuando es titular desaparece durante muchos momentos y Solari necesita gladiadores que le aseguran un rendimiento menos brillante pero seguro. Es el caso de Lucas. El salto adelante de Vinicius fue el segundo golpe para el británico, que ha encajado mal la suplencia. Su feo gesto a Lucas en Valencia, para no celebrar su gol, le delató. No era un desprecio al gallego, era una demostración de enfado. Hoy desea resarcirse ante el Barcelona. Vuelve a examinarse, tras cuatro Champions, otros diez títulos y aquella Copa ganada por él mismo a los azulgranas en Mestalla. Las lesiones le han obligado a examinarse cada temporada.

Tiene contrato hasta 2022 y desea quedarse

Tiene contrato hasta 2022 y su futuro dependerá del devenir de esta temporada. El verano pasado estaba en primera línea de salida y el adiós de Cristiano cambió su porvenir. Podía ser el estandarte de la plantilla. No lo ha sido. No ha querido serlo. Prefiere ver los toros desde la barrera y no dar la cara. Benzema sí asumió se rol. Ese carácter de actor secundario, sin aceptar el reto del liderazgo, le ha perjudicado. Desea quedarse en el Real Madrid, pero para ello tendrá que aportar más, porque su sueldo es de líder.