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Mar, Abr

REAL MADRID... Una Liga del coronavirus en la que todos fueron importantes

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Zidane gana el campeonato español sin un once fijo, con dieciséis titulares y unas alineaciones que presentaron cuatro cambios como mínimo por partido. Ha triunfado con sus ideas, con sus rotaciones y con sus cambios de estrategia

(ABC) Comedido en la exposición pública, Zidane esconde un torrente sanguíneo que solo enseña a sus allegados. La explosión de lágrimas y abrazos que presenciamos en el estadio Alfredo Di Stéfano nada más proclamarse campeón de Liga mostró al verdadero Zizou.

El francés estalló porque había conseguido uno de los títulos más importante de su vida. Muchos aficionados no se han dado cuenta del significado de este campeonato. Ramos dejó un mensaje hace unos días que desvelaba ese secreto que tantas veces había reflexionado junto a su entrenador. «Ganar esta Liga significa mucho», decía el capitán. Significa demasiado.

¿Por qué lloraba Zidane? Lloraba porque es el primer título sin Cristiano, el primero de la confirmación de una nueva era, el éxito que reconoce a unos veteranos muy criticados

Significa que el Real Madrid ha conquistado su primer título importante sin Cristiano. Significa que esa vieja guardia que sumaba dos años sin un trofeo de alto nivel ha vuelto a ganar en el otoño o incluso en el invierno de sus carreras profesionales. Significa que Modric, Marcelo,el gran capitán  (Ramos), Karim Benzema y Kroos aún tienen cuerda, cuando muchos les buscaban sustituto.

«Los jugadores se mostraban más felices que hace tres años, estaban mucho más orgullosos que en otras celebraciones», dice un profesional del club. Los líderes del grupo querían contestar en el campo

No olvidemos un dato fundamental: Zidane dejó el Real Madrid cinco días después de ganar la Champions en Kiev porque sabía que Ronaldo se marchaba y que el club no fichará un delantero de primera línea. Observaba que el equipo no tendría refuerzos de calado y se los había pedido al club. Al final, el descenso de rendimiento, previsto por el marsellés, se llevó por delante a Lopetegui y a Solari.

La reflexión, fundamental

Zizou tuvo que volver el 11 de marzo del año pasado a dirigir una plantilla con bastantes boquetes. Se fichó a Mendy, Rodrigo, Militao y Hazard. Vinicius y Valverde ya estaban. Y con estos mimbres esperó a comenzar esta temporada para ganar un título de caché. Lo ha conseguido. Lloraba porque era el primer cetro de la nueva era, una etapa en la que debe realizar el cambio tranquilo. Y ha triunfado con la aportación de todos. No hubo onces titulares, tuvo principalmente dieciséis. Es un éxito de fondo de armario, del elenco de futbolistas.

Lloraba Zidane porque la derrota en el Villamarín y el fiasco ante el Manchester City le hicieron pensar en marzo que no ganaría nada. El fracaso ante el Betis, 2-1, el 8 de marzo, día del cumpleaños de Florentino Pérez, cuatro fechas antes del confinamiento, le dejó marcado. Había vencido una semana antes al Barcelona, 2-0, y el batacazo en Sevilla le hizo daño. Pero el encierro abrió la mente del Real Madrid.

Zizou y Ramos hablaron con la plantilla. Era el momento de cambiar la situación. Había tiempo. Y lo han hecho. Las lágrimas abrazado a Bettoni, su mentor, su subconsciente convertido en amigo, vertían el estrés de cinco meses en los que se propusieron dar un vuelco al equipo. Lo han logrado.

Reafirmación de la plantilla

La alegría que vibraba en Valdebebas expresaba una sensación que el madridismo no conoce. «Pese a la discreción y a la modestia de la fiesta, esta Liga se celebró en el vestuario mucho más que la anterior en Málaga», advertía un profesional de la entidad ¿Por qué? Porque tras la última Copa de Europa soportaron duras críticas a lo largo de dos años. Escucharon que tenían «la barriga llena» de títulos. Oyeron que muchos ya estaban en la cuesta abajo y el Real Madrid debía buscarles relevo ya. Les dolió. Este campeonato es la reafirmación de su propio yo. Se han vuelto a sentir importantes, ganadores. «Estaban mucho más orgullosos y felices que en otras celebraciones, se les notaba», señalaba otro hombre de la casa. «De todas las últimas celebraciones, es la que más alegres les he sentido», corroboraba otro profesional que trabaja con ellos.

La plantilla cenó en Valdebebas y todos se retiraron a sus casas sobre las dos de la madrugada. En la pequeña fiesta pusieron música ligera de fondo y reinaron las charlas distendidas en las que ahogaron todos esos malos momentos que sufrieron a lo largo de la campaña. Se contaron recuerdos, anécdotas y las bromas que se habían hecho unos a otros a lo largo del tiempo. Fue una reunión de confirmación, de rememorar bonitas batallas ganadas. Porque habían conseguido la Liga y había que sumar a esa leyenda las batallitas de este curso. Batallitas que no cuentan los veteranos del lugar, batallitas que pueden relatar jóvenes como Asensio. Y es que las grandes victorias las han labrado veteranos y noveles. El mallorquín ya podría contar extensas batallas a unos nietos que no existen, porque solo tiene 24 años.

Incluso los díscolos

Zinedine felicitó a todos los hombres que han ganado esta Liga, incluidos los dos díscolos, Bale y James. Porque el francés ha ensalzado que el campeonato se fraguó gracias a la aportación de todos. Ha presentado cincuenta y cuatro alineaciones distintas a lo largo de la temporada. Cada jornada anunciaba un once con un mínimo de cuatro cambios. Y en los segundos tiempos, como un reloj, a la hora de partido, introducía dos nuevos extremos para abrir el campo e inyectar energía al equipo. Las rotaciones han decantando el título, como lo decidieron con este mismo técnico hace tres años en La Rosaleda.

Vinicius y Valverde son buenos ejemplos de esta filosofía. Han sido muy importantes a lo largo del año y frente al Villarreal no eran titulares, porque el entrenador ha recuperado la fe en Rodrygo y quiso dar su sitio a Hazard, vapulado por las lesiones y los golpes. En defensa, Mendy y Marcelo han luchado por el lateral izquierdo y Zidane los ha alineado de manera alterna hasta la última lesión del brasileño. Militao se ha consolidado como relevo de los centrales consagrados. La reaparición de Asensio ha sido la rúbrica del año, la felicidad añadida para la cocina blanca. Está totalmente repuesto de su grave lesión y ha entrado en el combate por la titularidad con su clase y su potencia. Mánchester le espera ahora y la próxima campaña será la de su confirmación.

El máximo responsable deportivo del campeón de Liga ensalzaba que este éxito «de todos» no solo se refería a los futbolistas, sino también al cuerpo técnico y sus distintas funciones, todas oscuras para el espectador. Desde Gregory Dupont a David Bettoni pasando por Javier Mallo, Hamidou Msaidie, Roberto Vázquez y José Carlos Parrales.

Trabajo psicológico

El entrenador tenía una mención especial para los médicos y los fisioterapeutas, esos hombres que cuidan los músculos de los futbolistas día y noche sin que nadie conozca sus nombres. Esa labor es clave para conseguir que un jugador desgastado funcione al cabo de 64 horas.

Era, es, una Liga especial, extraña, rara. Ganada en el estadio Alfredo Di Stéfano, un dato para la historia. El primer título conquistado sin público, ausencia que suscitó un trabajo psicológico para que los futbolistas saltaran al campo con la ambición de obtener el campeonato exigida por ellos mismos, por amor propio, sin aficionados que presionen y pidan más.

Zinedine pensaba que este trofeo le hacía más feliz que las Champions porque lo ha ganado con jugadores comprometidos, varios de ellos muchcachos de 19 y 20 años, que han aguantado muy bien la presión que supone portar esta camiseta. Los que se bajaron del barco no volvieron a subirse. Ni calentaron, ni jugaron. A pesar de esos problemas, el plantel eludió esos casos y se concentró en su objetivo. El técnico les dijo que olvidaran lo supefluo y fueran al grano. Se jugaban mucho individual y colectivamente. Querían contestar a sus críticos en el campo. Y el primero que deseaba hablar en el césped era Zizou, el «alineador», menospreciado como entrenador desse que ganó el primero de sus once títulos logrados al mando.

Se lo dedicó especialmente a su hermano Farid, que falleció en julio del año pasado tras luchar contra un cáncer. Zizou dejó entonces la concentración de pretemporada en Canadá y voló a Francia para despedirse de él. Le habría gustado que Farid hubiera disfrutado de este éxito. Cada lágrima que corrió por su cara tras vencer al Villarreal tenía destinatario. El primero, el plantel del Real Madrid, que necesitaba este golpe sobre la mesa.