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Vie, Abr

ROLAND GARROS... Nadal, de paseo en paseo por París

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Resuelve la primera semana con una plácida victoria ante Korda, otra más, y alcanza los cuartos de final de Roland Garros sin inmutarse. Sinner, su próximo rival

Roland Garros, el de verdad, suele empezar para Rafael Nadal en cuartos de final, despachadas las cuatro primeras rondas con la clásica autoridad que exhibe en París, quizá más plácida que nunca esta atípica primera semana de castañas y bufanda. También en otoño arrasa Nadal en el bois de Boulogne, si bien es cierto que el torneo se complica en adelante porque por fin asoman nombres con pedigrí y algo de ranking (el próximo rival será el prometedor Jannik Sinner, quien derrotó a Alexander Zverev). Después de tres encuentros sin mayor relevancia, este domingo Nadal ha descubierto a Sebastian Korda, otro chiquillo con muy buena pinta, pero que asume la inmensa superioridad del rey de la tierra y acaba por inclinar la cabeza sin apenas mostrar oposición. El español, en una hora y 55 minutos, se ha impuesto por 6-1, 6-1 y 6-2 y salta a cuartos, a solo tres pasos del vigésimo Grand Slam. Ahí está la meta, tan cerca y tan lejos.

Salió el sol para recibir a su héroe, pero el día era de chaqueta, doce grados a la hora del vermú y un viento incomodísimo. Así es este desangelado Roland Garros, que se le va a hacer, y Nadal huye de cualquier excusa para imponer su juego, que es el de siempre, aunque con una dosis de agresividad extra para acortar los puntos. Lo exigen las condiciones, mil veces ya comentadas desde la previa, pero en días así se trata de resolver el entuerto sin daños colaterales. No hay peor enemigo que el viento, Nadal lo conoce bien, y más cómo se comporta en una gigantesca pista como la Chatrier. Cuestión de experiencia, cuestión de galones.

No hay mucho que destacar, una victoria de tantas, pero muy importante. A Nadal le cuesta mucho entrar en calor y sufre de lo lindo para salvar el primer juego, que se prolonga durante casi diez minutos y en el que Korda, aparentemente despreocupado pese a enfrentarse a su ídolo, disfruta de dos bolas de break. No las aprovecha porque el balear le cierra la puerta e inmediatamente después, a la primera, el número dos del mundo rompe el saque del estadounidense. Eso es jerarquía, los detalles de los que tanto se habla sin que se sepa muy bien qué son.

La única pelea real es, precisamente, la de ese primer juego, pues Korda, 20 años y 213 del mundo, empieza a empequeñecerse hasta llevarse, sin saber cómo, una lección en el primer parcial, aunque evita el rosco. Espigado, diestro, todavía por pulir su patrón, el estadounidense tiene buenos tiros y técnica, pero no la consistencia necesaria como para debatir con semejante gigante. A su gato le llamó Rafa por Nadal y seguro que ahora le mira con otra cara.

Más que nada porque se llevó una paliza dolorosa, la enésima del mallorquín en ese escenario. Nadal se preocupa de no fallar más de la cuenta y se muestra muy convincente, tanto que se escapa con un doble 6-1 en poco más de una hora, coser y cantar.

El campeón de 19 grandes viaja sin sobresaltos por París, con la única mancha de perder su saque en el primer juego de la tercera manga ante un Korda al que ya le da igual todo y juega sin ataduras. Es un domingo de paseo, con viento, pero de paseo, y Nadal, que pronto recupera el break y sentencia al romper de nuevo en el sexto juego, ya ha lanzado un aviso. A la espera de enemigos de peso, él sigue a lo suyo, gestionando la tierra mejor que nadie, atropellando a todo aquel que se le pone por delante. París, el de Roland Garros, siempre será suyo. Incluso en otoño.