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Vie, Abr

Plácido Domingo: «Confío en poder aclararle todo en persona al ministro de Cultura»

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El cantante madrileño cumple 80 años el próximo jueves 21 aferrado a los escenarios que han sido, dice, «su vida»

(ABC).- El 21 de enero de 1941, la II Guerra Mundial se encontraba en plena efervescencia; ABC destacaba en sus páginas la reunión entre Hitler y Mussolini en territorio alemán y, en otro orden, del ingreso de Federico García Sanchiz en la Real Academia Española. Ese mismo día, en el número 34 de la calle Ibiza de Madrid, como recuerda una placa colocada en 1978 -y que allí sigue a pesar del intento de PSOE y Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital de retirarla-, nació el que había de convertirse en uno de los más grandes cantantes de la historia de la ópera: Plácido Domingo. El jueves próximo, pues, cumplirá 80 años, pero la celebración pública se ha visto ensombrecida por la situación creada -sospecha e incluso hostilidad- a raíz de las acusaciones de acoso sexual aparecidas en agosto de 2019.

 

En lo artístico, Plácido Domingo puede presumir de una carrera de más de 50 años verdaderamente triunfales, con presencia continua en los más grandes teatros del mundo; de récords, como los 80 minutos de aplausos tras una función de «Otelo» en la Ópera de Viena o las 21 inauguraciones de temporada en el Metropolitan de Nueva York -cuatro más que el mítico Enrico Caruso-; sus más de 150 personajes encarnados y sus más de 4.000 representaciones. «Si nos fijamos en la historia de los cantantes de ópera, se queda solo», dijo de él en una ocasión Joseph Volpe, exgerente de la Metropolitan Opera House de Nueva York.

 

El tenor reconvertido en barítono celebrará su cambio de década en el escenario: el día 24 interpretará el papel titular de la ópera de Verdi «Nabucco» en la ópera de Viena, en una función sin público pero que retransmitirá la televisión pública austríaca. Sus próximos compromisos incluyen -como director de orquesta o como intérprete- actuaciones en Moscú, París, Baden-Baden (Alemania), Lucerna (Suiza), Piacenza y Verona (Italia) y Minsk (Bielorrusia). En vísperas de su cumpleaños, contesta a las preguntas de ABC.

Ochenta años son una edad que invita a la reflexión. Si mira hacia atrás, ¿qué encuentra?

 

Los franceses tienen razón... ¡es mejor decir «cuatro veces 20» que 80! Pero, bromas aparte, he vivido más de 60 años de estos 80 años sobre el escenario haciendo música: y he tenido mucha suerte de haber hecho de mi sueño… mi trabajo.

 

¿Y qué le queda por hacer? Usted no ha parado de ponerse retos en su vida y su carrera.

 

Claramente todo se debe calibrar según las posibilidades que le ofrecen a uno las distintas estaciones de la vida, pero yo miro al futuro con serenidad, quizá porque siempre he sido optimista y esto siempre me ha ayudado.

 

¿Qué hace que un artista que lo ha conseguido todo, como es su caso, quiera seguir en los escenarios?

 

El paso de los años no es una limitación. La edad no justifica que perdamos nuestro entusiasmo ni nos impide seguir soñando. El teatro y los escenarios han sido mi vida. Mientras pueda alargar esa relación con el público, siento que ambos lo seguiremos pasando muy bien.

 

¿Cree que la pandemia va a modificar el futuro de la ópera, o cree que tan solo es un paréntesis?

 

Creo que el mundo entero tendrá que cambiar, y espero que sea un cambio para mejor. Lo que pienso es que, a pesar de las dificultades, la gente querrá volver al teatro para disfrutar de las cosas bellas que en los últimos meses desgraciadamente tuvo que dejar.

 

La situación de muchos de sus colegas es ahora mismo muy difícil, porque no hay actividad y tienen dificultades para viajar. ¿Qué sentimientos tiene?

 

La situación, especialmente para muchos jóvenes que están empezando, es realmente difícil, y lamento pensar que algunos de mis colegas se encuentran en dificultades financieras. También pienso en lo perjudicial que es para un cantante no tener continuidad con el escenario. Somos como los atletas: estar en el banquillo durante mucho tiempo es malo para nosotros.

 

Supongo que será como preguntarle a quién prefiere, si a papá o a mamá, pero ¿hay algún papel por el que sienta una especial predilección? ¿Y qué funciones recue

rda especialmente?

 

Es una pregunta difícil. Puedo decir que para los papeles de tenor Otello, Cavaradossi, Don José, Siegmund... Y ahora, entre los papeles de barítono, Boccanegra y con él diría también todos los padres de Verdi. Las actuaciones que recuerdo con más emoción fueron todas las producciones de «Otello» y también los papeles wagnerianos, un paso importante para un cantante que no es de lengua materna alemana. Y luego ciertamente Herman en «La dama de Picas», Des Grieux en «Manon Lescaut», Dick Johnson en «La fanciulla del west», Paolo il bello en «Francesca da Rimini», «Le Cid» y «Cyrano de Bergerac»...

 

¿Se ha quedado con las ganas de cantar alguna ópera?

 

Por supuesto, tengo en mente algunos papeles de ópera que sueño con abordar si el cuerpo y la voz aguantan, por ejemplo Don Carlos en «La forza del destino», Guido di Monforte en «I vespri siciliani»... El entusiasmo frente a las páginas extraordinarias no puede parar, porque la música forma parte de mi vida desde que nací.

 

Siempre dijo, y corríjanme si me equivoco, que cuando dejara de cantar seguiría como director de orquesta. Pero sigue cantando, y su carrera con la batuta sigue en segundo plano. ¿Pensó alguna vez que estaría tantos años cantando?

 

La verdad es que en los últimos años el tiempo que dedico a la dirección ha aumentado, pero en realidad en mi calendario los principales compromisos siguen siendo para el canto. Nunca me hubiera imaginado una carrera vocal tan larga y estoy ciertamente feliz por ello, es un increíble regalo para mí poder seguir cantando.

 

Ha podido celebrar los 50 años de carrera en varios de los lugares más significativos de su carrera. Sin embargo, no pudo hacerlo en Madrid, su ciudad natal. ¿Tiene esa espinita clavada?

 

Tuve la suerte de poder celebrar mi 50º aniversario en los teatros más significativos para mi carrera: Viena, el Metropolitan de Nueva York, Berlín, Los Ángeles, y especialmente en La Scala de Milán, con un concierto que nunca olvidaré en 2019; y hace un mes me llamaron para participar en el concierto de streaming para Sant'Ambrogio. También en la Arena de Verona; celebrar los 50 años desde mi debut con tres actos de las óperas de Verdi fue algo que nunca hubiera imaginado. En Madrid no fue posible, y por supuesto lo siento mucho porque es mi ciudad. Cantar para mi gente siempre ha sido algo especial, algo que, después de tanto viajar por el mundo, me hizo redescubrir mis raíces. Ahora más que nunca querría devolver el afecto que tantos españoles y sobre todo madrileños me han mostrado a lo largo de los años y siguen haciéndolo cuando me encuentran por todo el mundo... y esto siempre me conmueve.

 

Imagino que le duele que el Ministerio de Cultura le haya cerrado las puertas del Teatro de la Zarzuela. ¿En algún momento ha hablado con el ministro o con la directora general del Inaem?

 

Obviamente me dolió. Para mí, el Teatro de la Zarzuela tiene un significado especial que se remonta a medio siglo atrás, está entrelazado con la historia de mi familia y va más allá de la institución que lo dirige, por la que siempre he tenido el máximo respeto. Evidentemente, en este momento de la historia, la pandemia tiene prioridad sobre cualquier compromiso pero, como dije este verano, espero poder hablar pronto con las instituciones. Confío en que una aclaración sincera en persona es fundamental.

 

Cantar para mi gente siempre ha sido algo especial, algo que, después de tanto viajar por el mundo, me hizo redescubrir mis raíces. Ahora más que nunca querría devolver el afecto que tantos españoles y sobre todo madrileños me han mostrado a lo largo de los años y siguen haciéndolo cuando me encuentran por todo el mundo... y esto siempre me conmueve.

 

¿Y qué sintió cuando retiraron su nombre de la Escuela de Perfeccionamiento del Palau de les Arts?

 

Fue una gran decepción porque tuve una maravillosa relación con el Centro de Perfeccionamiento desde el día en que fue fundado. Con el Palau tuve una relación de continuidad desde que nació en 2005 con Helga Smith, luego con Davide Livermore, y durante un par de años con Jesús Iglesias Noriega, con quien nunca dejamos de hablar y de esperar nuevos proyectos. Espero también en este caso que el diálogo pueda abrir el camino a la aclaración de cualquier malentendido.

 

Con todo lo que le ha ocurrido en los últimos años, ¿no ha tenido la tentación de tirar la toalla? ¿No se ha planteado la retirada?

 

No, en absoluto. Estudiar y comprometerse con la música me dio fuerza y me motivó todo el tiempo. En cuanto a la retirada, cuando el momento llegue, lo aceptaré siempre agradecido al cielo por todo lo que se me permitió hacer.

 

Usted ha superado un cáncer y, más recientemente, ha padecido el coronavirus? ¿Cómo han influido estas dos circunstancias en usted?

 

La enfermedad te hace sentir lo precaria que puede ser la vida. El Covid-19 te impone la soledad del aislamiento... Son pruebas duras cuando te tocan. Gracias a Dios que pasaron. Siempre he sido consciente de la fragilidad de la vida y siempre le he dado el valor que se merece; después de haber superado estas dos pruebas, la valoro aún más todavía.