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Mié, Abr

Acusan a Trump de usar certificados médicos falsos para no luchar en Vietnam

Gobierno
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Un podólogo amigo de la familia diagnosticó al presidente una dolencia en el pie

Donald Trump visitó esta semana a las tropas en el frente por primera vez desdesu llegada a la Casa Blanca, hace casi dos años. Fue un viaje por sorpresa a Irak, en el que el presidente de EE.UU. apareció con una chaqueta brillante verde militar, de estilo bombardero. No es una obligación -sí una tradición- que los presidentes visiten a los soldados en el frente, y resultaba extraño que Trump, con un discurso militarista pronunciado, no acudiera a la cita durante tanto tiempo. Sí era una obligación, sin embargo, para cientos de miles de jóvenes estadounidenses engrosar el ejército hace cinco décadas. En el otoño de 1968, en plena Guerra de Vietnam, Trump, con 22 años, era uno más de los que podían ser llamados a filas. Eso nunca ocurrió porque un certificado médico permitió que fuera exento del servicio militar. Ahora, las hijas de un doctor de Queens, el mismo distrito neoyorquino donde Trump se crió, han asegurado a «The New York Times» que su padre le diagnosticó una dolencia en el pie como un favor que le libró de la guerra.

Mucho se ha especulado sobre la razón por la que Trump no fue a Vietnam. La explicación oficial es que se le diagnosticaron espolones óseos en los talones. La certificación médica de la dolencia se produjo cuando a Trump se le acabaron las prórrogas por estudios y ya no tenía más remedio que ir al frente si el Ejército llamaba a su puerta. La exención médica de Trump ha sido fuente de escepticismo para muchos: entonces era un joven saludable y amante del deporte, que los años anteriores había destacado en fútbol, tenis o golf. «Era el mujer jugador de béisbol de Nueva York cuando era joven», dijo Trump en una entrevista con su biógrafo Michael D’Antonio en 2014. «Siempre era el mejor en deporte».

Un favor médico

Una explicación de cómo pudo librarse de Vietnam la tienen Elysa Braunstein y su hermana Sharon, que han contado al diario neoyorquino una historia habitual en sus reuniones familiares: cómo su padre, el podólogo Larry Braunstein, diagnosticó al ahora presidente de EE.UU. «Sé que fue un favor», aseguró Elysa, que explicó que su padre daba a entender que Trump nunca tuvo una dolencia que le permitiera salvarse de cumplir con el ejército. «¿Le llegó a examinar? Eso no lo sé», añadió.

Braunstein murió en 2007, pero contó a sus hijas muchas veces cómo ayudó a Trump como un favor a su padre, Fred Trump, entonces un promotor inmobiliario con muchos edificios en Queens. Otro podólogo, Manny Weinstein, también colaboró.

No ha quedado rastro documental del certificado, ni de los diagnósticos hechos por los doctores. Trump explicó en su día que se libró de Vietnam por ese problema médico, que fue certificado por médicos con «una carta muy contundente», aunque no recordaba qué doctores lo hicieron.

La forma en la que se salvó de la guerra de Vietnam es un fantasma que persigue a Trump. Sobre todo, cuando insultó a John McCain, el senador republicano fallecido este año, que pasó años de tortura en Vietnam: «No es un héroe de guerra», dijo. «A mí me gustan los que no han sido capturados».

«No sé cuándo, pero me ha dicho que quiere venir a ver la casa de su familia». Esta frase del embajador de EE.UU. en Alemania, Richard Grenell, era toda la información con que contaba el Gobierno de Berlín antes de que, en la madrugada de ayer, Trump aterrizase por sorpresa en la base militar de Ramstein, en el estado de Renania-Palatinado, para felicitar la Navidad a las tropas estadounidenses estacionadas en Alemania. Procedente de Irak, el Air Force One tomó tierra pidiendo pista con el argumento de su necesidad de repostar combustible, aunque a nadie escapó el mensaje de la inesperada visita. Unas horas antes, el ministro de Exteriores alemán había declarado que su país no aceptará un despliegue de misiles nucleares en su territorio si se frustra el tratado de desarme INF de 1987, ruptura con la que coquetean últimamente Rusia y EE.UU. Acto seguido y sin previo aviso, el presidente Trump aparecía en la base que alberga el mando del escudo antimisiles europeo, ignorando al gobierno alemán e irrumpiendo en las instalaciones con un «¡Hola gente!», seguido de la publicación de innumerables selfies.