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Mié, Abr

La segunda caravana de inmigrantes durante el Covid toma rumbo a Estados Unidos

Mundo
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Eta e Iota, los dos últimos huracanes, y la ampliación de la legalización del trabajo en Estados Unidos para los hondureños provoca una nueva peregrinación de 500 inmigrantes.

Unas 400 familias y menores hondureños han comenzado la segunda gran marcha hasta el ansiado cenit estadounidense, partiendo de la Gran Terminal de autobuses de San Pedro Sula, una ciudad industrial al norte de Tegucigalpa, capital del país centroamericano. Su «huida» no es casual y está directamente relacionada con el paso de los devastadores huracanes Eta e Iota, que han anegado la zona con hasta 3,5 millones de afectados por lluvias y vastas inundaciones. 100 mil  continúan en albergues ayudados por el Gobierno, la Iglesia y empresas privadas.

 

El motivo concreto de la marcha surgió hace tan sólo dos días: Estados Unidos acaba de ampliar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para que a los hondureños se les facilite seguir trabajando legalmente. El plazo se ha adaptado para estos habitantes centroamericanos que llevan en Norteamérica desde 1999, y que ahora pueden prorrogar su estancia, con todas las prerrogativas, hasta octubre de 2021.

 

Los decididos caminantes llevan congregandose desde hace meses a través de las redes sociales, aunque no existe conocimiento de una organización específica que capitanee el movimiento. El presidente constitucional de Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado, que también ejerce como comandante de las Fuerzas Armadas, se ha limitado a advertir a los migrantes de los riesgos que corren.

 

En el Día de los Derechos Humanos, Itsmania Plateroel, la encargada de los inmigrantes informó que el pelotón se dirige raudo al puesto fronterizo de Aguas Calientes (departamento de Ocotepeque) y al de Corinto, frontera con Guatemala y el paso previo antes de llegar a México en una sonriente y dura curva perfecta que les proporcione la felicidad.

 

Esta formación en grupo no es nueva ni en tiempos de pandemia. Considerado el segundo gran movimiento desde la existencia del virus, no obstante, han partido desde 2018 más de 12 «caravanas». El pasado octubre se consiguió parar a 4.000, otra vez hondureños, ansiosos por alcanzar la primera potencia.

 

La OIM (Organización Internacional para las Migraciones) les facilita el acceso a MigApp, que permite su georreferencia para visados en países de tránsito, kits de higiene y alimentación, da soporte en su regreso voluntario y recolecta información de los indocumentados para una mejor asistencia.

Estas corrientes suelen generar tensiones entre Guatemala, Honduras y Acnur, el tercero en discordia. Alejandro Giammattei, el presidente de Guatemala, pidió retirar al organismo para los refugiados de la ONU porque los agentes entorpecen las acciones del Estado.

 

Obstáculos en el camino

 

Si se adentran en territorio mexicano los inmigrantes llegados desde Honduras, no lo tendrán nada fácil. Las piedras en el camino siempre estarán presentes, puede que no en forma de muro físico, pero sí en una contención personalizada a través de patrullas de control y agentes del Instituto Nacional de Inmigración. Entre 2015 y 2018 se detuvo a 495 mil 590 indocumentados, según datos oficiales, el groso en la frontera sur de México.

Recordemos que hasta el 20 de enero Biden no tomará posesión y será la Administración Trump, supuestamente más férrea ante los desesperados embates de las caravanas de los migrantes, la que tendrá que lidiar con los miles de hondureños. Tristemente, López Obrador no podrá permitirse muchos errores al respecto esencialmente por dos -personalizados- motivos: cumplir con Donald Trump, al que le une un reciente Tratado de Libre Comercio con prerrogativas unidas a la inmigración y por iniciar relaciones satisfactorias con Biden, un supuesto futuro aliado.