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Jue, Abr

Washington y Moscú reanuda la carrera de armamentos

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Biden da luz verde a la instalación de un sistema antimisiles en Alaska

(ABC).-La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ha marcado una recomposición de las relaciones con Rusia, y ha abocado a las dos potencias a un nuevo modo de carrera armamentística y duras amenazas cruzadas. De fondo, está el creciente distanciamiento entre Washington y Moscú, que pone de relieve la negativa de Biden a invitar a su homólogo ruso, Vladímir Putin, a las cumbres del G-7, algo que sí hacía Donald Trump.

Hace apenas unos días, el Pentágono anunció que invertirá 18.000 millones de dólares, o 15.000 millones de euros, en un sistema antimisiles que desplegará en Alaska. Dijo la Administración estadounidense que ese escudo es una mera contención a las amenazas de largo alcance de Irán y Corea del Norte, pero en Moscú ese rearme ante su frontera no ha sentado nada bien, a tenor de las últimas reacciones que llegan del Kremlin.

«Esto está alterando el equilibrio estratégico de poder en el mundo y estimulando una carrera armamentista, incluso con misiles», dijo la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zajarova, según informa la agencia Ria Novosti. «EE.UU. se esfuerza por lograr el dominio absoluto en la esfera militar y confía en un agotamiento del potencial de disuasión nuclear de Rusia, con un énfasis en la creación de un sistema global de defensa antimisiles», añadió.

 

En realidad, Biden llegó al Despacho Oval con la intención, según dijo, de prorrogar los tratados de desarme con Rusia -y antes la URSS- que Trump se propuso invalidar. De hecho, en febrero el nuevo presidente estadounidense acordó con su homólogo ruso alargar cinco años más el tratado de control de armas nucleares Nuevo START, un comienzo optimista para una relación que se ha ido complicando. Ese tratado limita el número de armas nucleares estratégicas, con un máximo de 1.550 cabezas nucleares y 700 sistemas balísticos para cada una de las dos potencias, en tierra, mar o aire.

El presidente Donald Trump ya retiró unilateralmente a EE.UU. del otro tratado, el de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, en vigor desde hacía 40 años y que prohibió la producción, tenencia y pruebas de vuelo de misiles de crucero lanzados desde tierra con una capacidad de alcance de 500 a 5.500 kilómetros. Washington destruyó después 846 misiles. Moscú, 1.846.

Violación de acuerdos

La razón dada por la Casa Blanca para esa salida fue que Rusia violó varias veces el tratado. De hecho, el propio Biden ya sabía de esas violaciones cuando era vicepresidente. En 2014, Barack Obama, su jefe, denunció en una carta enviada a Putin que el Pentágono había detectado pruebas con misiles de medio alcance en Europa desde 2008, lo que suponía una violación de los términos del acuerdo.

Ahora el presidente Biden añade a su lista de prioridades un refuerzo militar. El nuevo componente del sistema antimisiles anunciado por el Pentágono le reportará a las empresas Lockheed Martin y Northrop Grumman 13.000 millones de dólares en su primera fase de desarrollo, con unos 5.000 millones de pago en fases posteriores de fabricación. Habrá en Alaska 31 interceptadores, según las estimaciones del Pentágono.

Recientemente el Kremlin llamó a consultas a su embajador en Washington después de que Biden definiera a Putin como un «asesino» y le advirtiera de que pagaría las consecuencias de haber intentado interferir en las elecciones presidenciales de noviembre para beneficiar a Trump.

Tras la publicación de un informe de la inteligencia estadounidense que acusa directamente a Putin de haber autorizado una campaña de injerencias digitales en las elecciones para perjudicar a Biden y beneficiar a Trump, Biden fue preguntado en una entrevista por esas injerencias y dijo que Moscú «pagará las consecuencias». Después, a Biden se le preguntó si cree que Putin es un «asesino», tras la persecución y envenenamiento de líderes opositores, incluido Alexéi Navalni. Biden respondió que sí, sin repetir la palabra.