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Sáb, Abr

México en Almagro: el teatro de sor Juana, a examen

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Sor Juana Inés de la Cruz tuvo lo que muchos consideramos esencial en un poeta: un finísimo oído, una sensibilidad excepcional para aprehender los ritmos tanto líricos como dramáticos

(ABC).- En un ya lejano setiembre de 1978 se celebraron por primera vez las Jornadas de teatro clásico de Almagro. Nacieron, por iniciativa del entonces director general de Teatro, Rafael Pérez Sierra, con la vocación de convertirse en un foro de encuentro en el participaran los artistas teatrales y los estudiosos universitarios. Estos dos mundos, muchas veces distantes, se reunieron al calor de unas representaciones que se ofrecieron en ese monumento capital de la historia de la cultura que es corral de comedias de Almagro.

 

Felizmente, el componente espectacular de aquellas reuniones fue creciendo y en la quinta edición cambió el rótulo por el de Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. Dentro de él, continuaron su camino las Jornadas de teatro clásico, consagradas al análisis, la documentación, el debate intelectual sobre la realidad histórica del teatro de siglos XVI y XVII, su valor estético y su proyección sobre la sociedad de nuestros días.

 

 

Las Jornadas cuentan ya con una gloriosa tradición. Hoy nos toca reseñar las actas de su cuadragésimo segunda edición. Es un verdadero milagro que un evento cultural alcance la edad de más de cuarenta en este mundo acelerado e iconoclasta.

 

Las sesiones de 2019 se consagraron a una faceta apasionante de la dilatada y muy diversa vida teatral del Siglo de Oro: la figura de sor Juana Inés de la Cruz y su entorno novohispano. México fue una corte virreinal esplendorosa, culta, amante de la literatura y las artes. En ella floreció el genio de una muchacha, hija ilegítima de un hacendado y de una madre analfabeta, que pronto dio muestras de una viveza de ingenio sorprendente. Protegida desde jovencita por los virreyes, encontró una posibilidad de desarrollo intelectual en la vida conventual (primera con las carmelitas y más tarde con las jerónimas).

 

Sor Juana tuvo lo que muchos consideramos esencial en un poeta: un finísimo oído, una sensibilidad excepcional para aprehender los ritmos tanto líricos como dramáticos. Fascinada por los creadores más excelsos de su siglo (en especial, por Góngora y Calderón) produjo una breve pero apasionante obra dramática.

 

Un diálogo entre la académica mexicana Margo Glantz y Beatriz Aracil (Universidad de Alicante) dibuja el retrato de la poetisa y comenta los aspectos más innovadores y deslumbrantes de sus creaciones dramáticas, en especial la comedia Los empeños de una casa, y el auto de El divino Narciso (reelaboración a lo divino de Eco y Narciso de Calderón). Sara Poot Herrera nos habla de su contribución a los festejos virreinales de 1680. Judith Farré trata del festejo teatral que diseñó la autora para el estreno de Los empeños de una casa. Carmen B. López-Portillo Romano, de sus inquietudes esotéricas en la órbita del neoplatonismo.

 

Junto a sor Juana Inés, se estudia al otro gran creador de la comedia ligado al México virreinal: Juan Ruiz de Alarcón. Un amplio ensayo de Germán Vega propone reconsiderar la autoría de La monja alférez. Esta dramatización, en el molde de la comedia española, de la sorprendente peripecia vital de la guipuzcoana Catalina de Erauso se ha atribuido a Juan Pérez de Montalbán y Ruiz de Alarcón. El trabajo aporta razones para resolver la duda a favor del mexicano.

 

José Montero Reguera nos ofrece un fino análisis de la «complejidad estilística de La verdad sospechosa» en el contexto de la controversia teatral del momento en que se creó. Ruiz de Alarcón se inclina por un teatro de la palabra, del sentido, más que por la espectacularidad que desarrollarían los dramaturgos de la generación calderoniana.

Una perspectiva poco habitual nos ofrece Javier Rubiera al enlazar la producción dramática del teatro misionero de la Nueva España con ciertos influjos de la tradición japonesa. Lo que nos permite recordar que México fue la puerta del Imperio Español hacia Oriente.

 

Como es habitual, las actas se cierran con la crónica de los coloquios sobre las representaciones que vieron los asistentes a las Jornadas: una de ellas, Los empeños de una casa, en la puesta en escena de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico.

 

Es un volumen, pues, que transita por caminos muy diversos, que interesa al público académico y especializado, pero también a la persona culta que desee acercarse a la deslumbrante realidad del teatro en Nueva España.