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Jue, Abr

Arranca el Sexto Pleno del Partido Comunista chino para encumbrar aún más a Xi Jinping

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Tras Mao Zedong y Deng Xiaoping, será el tercer dirigente en auspiciar una «resolución histórica» para reforzarse ante el Congreso del próximo año, en el que se perpetuara en el poder

 

A puerta cerrada, como suele ser habitual en este país, este lunes empieza el Sexto Pleno del Comité Central del Partido Comunista de China, que es el principal órgano de gobierno de esta formación política. Con sus más de 370 miembros reunidos en Pekín, se trata de un importante cónclave que reforzará aún más al presidente Xi Jinping antes del Congreso del Partido que se celebrará el próximo año, en el que se perpetuará en el poder.

Estas sesiones plenarias, de las que se suelen celebrar siete en los lustros que dura cada mandato de un comité central, marcan la brújula política del régimen y anticipan la dirección que tomarán luego sus leyes y decisiones. Especialmente trascendentes son los sextos plenos como este, ya que sirven para preparar los congresos del Partido Comunista que tendrán lugar al año siguiente. En el de 1981, el régimen reconoció los errores del 'padre de la patria', Mao Zedong, durante la 'Revolución Cultural' (1966-76) en una 'resolución histórica' que confirmó la apertura al capitalismo ordenada por Deng Xiaoping tras la muerte del 'Gran Timonel'. Previamente, solo Mao había auspiciado otra 'resolución histórica', en 1945, para erigirse en líder absoluto del Partido Comunista chino y marginar a sus rivales internos.

Para el sexto pleno de esta semana, que dura hasta el jueves, se espera que Xi Jinping introduzca una tercera 'resolución histórica' sobre «los mayores logros y experiencias» del Partido en sus cien años de vida, que se celebraron en julio a bombo y platillo. Aunque dicha resolución no será tan ambiciosa como las anteriores ni criticará a sus antecesores, sí encumbrará aún más a Xi como el dirigente más poderoso desde Mao.

Dentro del culto a la personalidad que ha fomentado, la propaganda oficial ha redoblado en los últimos días sus loas a Xi Jinping hasta unos extremos norcoreanos. «Este es un hombre de determinación y acción, un hombre de profundos pensamientos y sentimientos, un hombre que ha heredado un legado pero se atreve a innovar, un hombre que tiene una visión avanzada y está comprometido a trabajar sin descanso», glosaba este fin de semana la agencia estatal de noticias Xinhua, con una foto de Xi Jinping puño en alto y ataviado con un 'traje Mao' en un atril con la hoz y el martillo. En uno de sus muchos panegíricos, el 'Diario del Pueblo', altavoz del régimen, alababa que la decisión de erigir a Xi en el 'núcleo' del poder era «una bendición para el Partido, el país, el pueblo y la nación china».

Con dicha resolución, Xi Jinping reforzará su liderazgo de cara al Congreso del Partido Comunista que tendrá lugar en otoño del próximo año. Aunque en dicho cónclave debería dejar el cargo tras concluir sus dos mandatos de cinco años, como hicieron sus antecesores, Xi ha reformado los estatutos del Partido y de la Constitución para perpetuarse en el poder.

Eliminando a sus rivales internos con las purgas contra la corrupción que han afectado a un millón y medio de funcionarios y cuadros, Xi Jinping ha cambiado la dictadura colectiva que caracterizaba a China por una de carácter personalista. Para cerrar filas en torno al régimen, ha espoleado un nacionalismo cada vez más enfrentado a las democracias de Occidente y, sobre todo, a Estados Unidos. Esta separación política, llamada 'desacoplamiento' en lo económico, se ha vuelto especialmente palpable con la pandemia del coronavirus, que China ha aprovechado para cerrar sus fronteras mientras dificultaba la investigación sobre su origen en Wuhan. Con el 'Pensamiento de Xi' introducido como asignatura en los colegios y su imagen omnipresente, el Sexto Pleno del XIX Comité Central se dispone a elevarlo aún más como el dirigente más autoritario desde Mao.