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Jue, Abr

Manual para solucionar crisis: Isabel II, 70 años en el trono

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Este domingo se ha cumplido el Jubileo de platino de su reinado. Una mezcla de respeto a la tradición moral y de innovación le han permitido sobrevivir

(ABC).- Es miércoles 6 de febrero de 1952. El rey Jorge VI muere a los 56 años tras una larga enfermedad. Hijo de Jorge V, no estaba destinado a reinar, pero ocupó el trono tras la abdicación de su hermano, Eduardo VIII. Aquel día su primogénita, Isabel, de 25 años, se encontraba en Kenia con su marido, Felipe de Edimburgo, en medio de una larga gira por las naciones de la Commonwealth, cuando recibió dos noticias en una: la primera, que su querido padre había fallecido. La segunda, su consecuencia directa: que ella era ahora la nueva monarca británica. «Una niña subió al árbol como una princesa y bajó como una reina», escribió el naturalista Jim Corbett en la bitácora del hotel ubicado en la copa de unos árboles donde la pareja se hospedó la noche anterior.

 

Rota de dolor, pero consciente del papel que la historia, por casualidad, le había adjudicado, volvió a Londres, donde fue recibida por el primer ministro Winston Churchill. Este domingo se cumplieron 70 años de aquella fecha histórica, y la Reina Isabel II es ya la primera monarca británica en ocupar el trono hasta su Jubileo de platino. Durante estos años, ha tenido que afrontar numerosas crisis. Para indagar en las más destacadas, ABC conversó con el experto en la monarquía británica y de la Casa Windsor, el doctor en historia Ed Owens, que destacó cinco episodios que considera fundamentales.

 

Las infidelidades

 

«Siempre hubo muchos rumores sobre infidelidades por parte de Felipe de Edimburgo, y es poco probable que alguna vez sepamos la verdad. Pero ella siempre mantuvo, al menos públicamente, una imagen de esposa entregada y amorosa. Lo que importa no es si el duque tuvo o no aventuras, sino que a la Reina no le cala lo que su esposo y las personas que la rodean hayan hecho. Sus hijos tampoco fueron ejemplares, con relaciones extramatrimoniales. Al principio, en un momento de crisis de finales de la década de 1950, cuando se rumoreaba que Philip tenía una aventura, se emitió una declaración para acallar los rumores y ella continuó asumiendo su papel de esposa, madre y reina. Eso lo que ha hecho a lo largo de su reinado para mantener el núcleo moral de la Monarquía, incluso cuando muchas de las personas que la rodean se comportan de manera inmoral».

 

«Margarita fue una figura clave que estuvo a su lado durante gran parte de su vida. Pero hubo crisis importantes, como cuando se le impidió a Margarita casarse con Peter Townsend porque era divorciado. Se casó entonces con Lord Snowdon pero la relación no era buena y en los años 70 hubo un escándalo cuando se hizo público que estaba teniendo una aventura con un hombre mucho más joven. Este fue un momento de crisis para la reina porque daba una muy mala imagen de la Monarquía como la institución que defendía la moralidad cristiana de la nación. Esto culminó con el divorcio de Margaret, prueba de que los tiempos estaban cambiando. La Monarquía pasó por un período difícil debido al comportamiento de Margarita, pero lo que presenciamos después, y no sabemos si esto fue involuntario o deliberado, fue un resurgimiento de la relación entre las hermanas. La forma en que las personas se comportan en términos de relaciones estaba cambiando, y la Reina necesitaba moverse con los tiempos. Después, Margarita decidió atenerse a los altos estándares de deber y servicio que son los sellos distintivos de Isabel II, y se convirtió en una confidente muy cercana de la Reina. Después de todas las dificultades, su relación mejoró y Margarita se convirtió en una figura clave al lado de la Reina, poniéndose al servicio de la Monarquía. Esa reconciliación fue significativa, y por supuesto fue algo que se mencionó públicamente».

 

1992: El annus horribilis

 

«Este 1992 no es un año en el que mire atrás con placer. En palabras de uno de mis colaboradores más comprensivos, ha resultado ser un Annus Horribilis. Sospecho que no soy la única que lo piensa así». Con ese honestidad habló Isabel II en un discurso al acabar uno de sus años más duros. «Fue un año definido por una serie de problemas para la Reina, con el divorcio de su hija Ana, los problemas entre Diana y Carlos; y entre Andrés y Sarah Ferguson, que socavan la idea de que la monarca y la Monarquía defienden la moralidad de la nación y de que el matrimonio es algo sagrado que debe ser honrado. También se produjo un grave incendio en el Castillo de Windsor que abrió el debate sobre las financiación de la monarquía. Después de 1992, la Reina y la familia real comenzaron a contratar especialistas en relaciones públicas, una estrategia deliberada para ajustar la forma en que se presenta la Monarquía ante el público».

 

La muerte de Diana

 

«Diana era una persona de la que la Reina estaba distanciada, y de repente muere en aquel terrible accidente automovilístico en París en 1997. Los medios británicos le imploraron a Isabel II que hiciera algún tipo de manifestación pública, de que reconociera el duelo y mostrara alguna emoción que empatizara con la gente, que en aquel momento la criticó mucho. Finalmente decidió hablar en una transmisión televisiva en la que reflexionó sobre la vida de Diana, sobre el hecho de que había sido extremadamente popular entre el público. Aceptó deliberadamente el desafío de los tabloides y las críticas amainaron».

 

De 2019 a la actualidad

 

«Al caos creado, en primer lugar, por la entrevista del Príncipe Andrés con la periodista de la BBC Emily Maitlis por su relación con Jeffrey Epstein y las acusaciones de abuso sexual le siguió, menos de dos meses después, la partida de Harry y Megan. Desde entonces, todo ha sido una montaña rusa. Ambos fueron muy criticados en ese momento por querer tener lo mejor de ser miembros no trabajadores de la familia real, es decir, poder tener su propia plataforma para ganar dinero por sí mismos, y al mismo tiempo ser parte de la institución. Claramente, Isabel II y las personas que la rodean, como los príncipes Carlos y Guillermo, se dieron cuenta de que esto no iba a encajar con el público británico, porque una de las cosas que ha definido a la Monarquía en los últimos 70 años es la narrativa de que si eres miembro de la realeza debes comprometerte a asumir las cargas del servicio público, del deber público y de la exposición constante. No puedes tener el privilegio, la riqueza y el lujo de ser miembro de la realeza y luego elegir otras oportunidades al margen. Son situaciones incompatibles. En este caso, la Reina ella actuó con bastante decisión, no lo dejó pasar.

 

Pero actuó con menos decisión en relación con Andrés, de quien se dice que es su hijo favorito. Al parecer ella buscó hasta cierto punto protegerlo de las críticas públicas, ya sea por instinto maternal o simplemente por tratar de proteger a la institución de la manera que ella consideraba adecuada, pero esta protección no gustó, se interpretó como un poco complaciente. Así que hace unas semanas decidió dar un golpe en la mesa y decir: «Ya está bien, ya es suficiente». Dado que esto puede llegar a los tribunales, Andrés se enfrentará al caso «como un ciudadano privado, no como un miembro trabajador de la familia real, y sus títulos militares y patronatos le fueron retirados».

 

Para Owens, en definitiva, el éxito de la Reina a la hora de hacer frente a las crisis y los escándalos «ha consistido en tratar de mantener públicamente los estándares morales que heredó de su madre y de su padre» y en que «para ganar, Isabel II es una monarca dispuesta a innovar en tiempos de crisis».