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Vie, Abr

Bolsonaro y López Obrador sacuden el tablero político Iberoamericano

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Las elecciones en media docena de países este año podrían inclinar la balanza y hundir al populismo bolivariano

(ABC) Cuando a Jair Bolsonaro le mostraron la lista de presidentes invitados a su ceremonia de investidura, del pasado domingo, no dudó. Borró de un plumazo a los de Cuba, Nicaragua y Venezuela. En ese momento, el excapitán del Ejército y diputado durante los últimos veinte años, trazó la línea roja de su Gobierno y las fronteras que considera insalvables del actual mapa iberoamericano.

El triángulo pseudocaribeño que forma Raúl Castro -a través de Miguel Díaz Canel- con Daniel Ortega Nicolás Maduro es, oficialmente, territorio apestado para el gigante sudamericano pero, también, para la mayoría de los países del continente con la excepción confesada del mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y, como no podía ser de otro modo, del sempiterno Evo Morales, el hombre que, en contra de su pueblo y de su propia Constitución, busca perpetuarse en el poder con un cuarto mandato consecutivo.

El azote de Donald Trump en Estados Unidos, ha tenido ahora su réplica progre en la región con el huracán AMLO en México y su eco, de corte fascistoide, con el terremoto Bolsonaro en Brasil. El resto del panorama político se mantiene sin modificaciones severas pero con las incertidumbres propias de un año electoral en media docena de países (Argentina, Uruguay, Bolivia,Guatemala, Panamá y El Salvador). Aunque, todo parecería indicar que la zona podría seguir inclinándose a la derecha y teñirse más de azul (suave) que del rojo rabioso que puso de moda Hugo Chávez con el apoyo de Luiz Inacio Lula Da Silva y líderes de entonces de la región, como el matrimonio Kirchner y Michelle Bachelet, menos entusiasta que los anteriores pero sin emitir una crítica al bloque que dejó más miseria y corrupción que bienestar.

En Centroamérica, el Salvador y Panamá irán a las urnas el 3 de febrero y el 5 de mayo respectivamente mientras Guatemala lo hará el 6 de junio. En el primero el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) parece que tendrá que despedirse del poder tras una década pero el repuesto que, de momento, cuenta con más respaldo se llama Nayib Bukele, otro aprendiz de populismo de tendencia conservadora que, sin embargo, con el apoyo del FMLN, logró hacerse con la Alcaldía de San Salvador en el 2015, puesto que mantuvo hasta el pasado año. El caso de Panamá es diferente, aquí se enfrentan los dos partidos históricos, el del actual presidente Juan Carlos Varela (2014-2019) y el PRD (Partido Revolucionario Democrático) de Ricardo Martinelli, entre rejas por corrupción y causante por ello del triunfo en la urnas de Varela hace cinco años.

El 27 de octubre la elección clave será la de Argentina aunque Uruguay las celebre el mismo día. Mauricio Macri se juega el todo por el todo. El presidente que hace malabares entre peronistas y radicales, termina el mandato con los números en rojo y a la pesada herencia recibida suma la propia. Macri aspira a la reelección frente a un adversario que está por determinarse. La expresidenta Cristina Fernández deshoja la margarita con unas encuestas que advierten que, en una segunda vuelta, quedaría derrotada y sin fueros para evitar lo que ha venido esquivando hasta ahora, varias órdenes de detención. La provincia de Buenos Aires, territorio similar al tamaño de Italia, podría ser otra opción para la viuda de Néstor Kirchner. En este caso, su rival sería un hueso duro de roer, la actual gobernadora macrista, María Eugenia Vidal. En Uruguay apunta maneras el senador «blanco» Luis Lacalle Pou y en Bolivia, por primera vez, Evo Morales tendría un rival que puede poner en riesgo su hegemonía, el ex presidente Carlos Mesa.

Condena regional a Maduro

A diferencia de otras épocas, Iberoamérica intenta resolver por sí misma los desequilibrios de la región y censurar o intervenir en regímenes dictatoriales como el de Venezuela. Con la excepción de México, el grupo de Lima (Perú, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay y Santa Lucía) condenó el Gobierno de Nicolás de Maduro y anunció que no lo reconocerá. Los países han hecho un frente común y consideran «ilegítimas» las elecciones del pasado 20 de mayo. Con vocación de gran alianza, los trece exigieron que el palacio de Miraflores, sin más rodeos, respete las atribuciones de la Asamblea Nacional, marginada y sus funciones usurpadas, por la fraudulenta Asamblea Constituyente. El objetivo es convocar unas elecciones libres y transparentes. Los cancilleres reunidos en Lima, en línea con la Unión Europea y Estados Unidos, dieron esta semana un paso más al anunciar sanciones económicas y la prohibición de ingreso en sus territorios de los jerarcas del régimen y sus colaboradores. Néstor Popolizio, ministro de Asuntos exteriores de Perú, confirmó que estaba en proceso de elaboración una lista con nombres propios y de empresas, «con las que entidades financieras y bancarias de sus países no deberán operar».

Prácticamente en simultáneo, la OEA, resucitada por Luis Almagro, su secretario general y exministro de José Mujica, convocó una reunión extraordinaria del Consejo Permanente para «considerar la situación» de Venezuela. La fecha prevista será este jueves, el mismo día que Nicolás Maduro volverá a autoinvestirse presidente, con la oposición de medio planeta, por un nuevo mandato hasta el 2025.

Mike Pompeo, secretario de Estado de Trump, escuchó y se hizo escuchar, en la reunión de Lima mediante videoconferencia. Antes, en la toma de posesión de Bolsonaro coordinó con éste un plan de acción para defender los derechos humanos de los venezolanos y después, en su escala en Bogotá, de regreso a Washington, se alineó con Iván Duque, un aliado sin fisuras que declaró: «Debemos unirnos para rechazar la dictadura de Venezuela». El colombiano, en la estela de Álvaro Uribe, está dispuesto a cercar al régimen de Maduro, de por sí, aislado.

La postura con Venezuela, amable y condescendiente de AMLO, un hombre que, ironías de la historia, parece hablar el mismo idioma que su, por ahora, amigo Donald Trump, contrasta con la política de su antecesor, Enrique Peña Nieto, vigoroso defensor de ajustarle las cuentas al régimen de Maduro. Sorprendido al paso por una señora que le reprochaba su actitud, la respuesta del Presidente de México fue que él, no se metía en los asuntos de otros países. No opinan lo mismo sus vecinos cuando se trata de poner fin a una tragedia humanitaria y a los abusos de una dictadura que, como la de Daniel Ortega, tiene las manos y el resto del cuerpo, manchados de sangre.