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Mié, Abr

China contraataca con una subida de aranceles a un Trump desafiante

Mundo
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El recrudecimiento de la guerra comercial entre Washington y Pekín añade incertidumbre a la economía global y hunde la Bolsa en EE.UU.

Los primeros efectos de la guerra comercial abierta por Donald Trump contra China no son precisamente positivos para EE.UU. Ante el anuncio de Pekín ayer de que responderá con impuestos a importaciones por valor de 60.000 millones de dólares (53.000 millones de euros) los mercados se hundieron, la patronal advirtió de un considerable incremento de precios para el consumidor y Goldman Sachs previó una más que probable subida de los tipos de interés. El presidente norteamericano permaneció ayer impasible ante las voces que le ruegan que dé marcha atrás e incluso amenazó con forzar la salida de las empresas norteamericanas de China si es necesario. «Si las empresas no quieren pagar aranceles, que fabriquen sus productos aquí en EE.UU. o que los compren a países que no tengan aranceles», dijo Trump en declaraciones en la Casa Blanca.

Trump reveló ayer que intentará negociar un acuerdo personalmente con el presidente chino, Xi Jinping, en los márgenes de la cumbre del G-20 del mes próximo en Japón. La semana pasada, Xi le envió una carta a Trump en la que le instó a llegar a un acuerdo para evitar una escalada de aranceles. Reunidos en Washington jueves y viernes, los dos grupos de negociadores fracasaron a la hora de cerrar un acuerdo y los aranceles de EE.UU. entraron en vigor en la medianoche del viernes.

«El dinero, a los granjeros»

«Ya hay empresas que van a anunciar que se marchan de China porque no pueden seguir siendo competitivas si tienen que pagar los aranceles, y van a irse a otros países que no tienen aranceles», dijo el presidente. «Es una situación muy positiva, me encanta esta situación. Es cierto que puede haber represalias, pero no serán importantes. Y además, el dinero que ingresemos por los aranceles lo dedicaremos a los granjeros», añadió.

Después de las declaraciones de Trump, la Casa Blanca especificó: de los aranceles que EE.UU. recaude de China, dedicará al menos 15.000 millones anuales a subsidios a granjeros afectados por las tasas que pueda imponer Pekín como respuesta

Y lo cierto es que China tardó tres días en reaccionar, pero su respuesta fue contundente. Tras la subida de aranceles ordenada por Trump el viernes, finalmente plantó ayer cara a EE.UU. en esta guerra comercial que ambos libran desde el verano. A partir del 1 de junio, Pekín impondrá sus propios aranceles a 5.000 productos importados de EE.UU. valorados en esos 60.000 millones de dólares. En un comunicado así lo anunció anoche el Ministerio de Finanzas chino, que fijará una subida de aranceles al 25, 20 y 10%. Solo se librarán del incremento las importaciones ya gravadas con un 5%, que seguirán igual.

«China espera que Estados Unidos vuelva al camino correcto de las negociaciones bilaterales, trabajando juntos y encontrando un punto medio para alcanzar un acuerdo que nos beneficie mutuamente sobre la base del respeto y la igualdad», advirtió el Ministerio, que define su reacción como «una respuesta al unilateralismo y al proteccionismo comercial» de EE.UU.

Agravando la guerra comercial entre las dos mayores potencias económicas del planeta, Pekín replica así a los aranceles del 25% para importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares que Washington estableció el viernes. Poco antes de que la decisión se hiciera pública, el presidente Trump había advertido en Twitter de que «China no debería tomar represalias», porque «solo empeorará las cosas». Siguiendo con su estrategia empresarial de ejercer la máxima presión a la hora de negociar, el presidente estadounidense ya planea extender esos aranceles del 25% al resto de importaciones chinas, que suman 300.000 millones de dólares.

Hace solo dos semanas, parecía que Washington y Pekín estaban a punto de llegar a un trato para acabar su guerra comercial. Pero Trump acusó al régimen chino de intentar renegociar las condiciones en vísperas de la última ronda de conversaciones, que se celebró el jueves y viernes y concluyó sin acuerdo. «Teníamos el acuerdo cerrado en un 95%, pero China se echó atrás en el último momento», dijo ayer.

Pese a los esfuerzos del presidente por minimizar el impacto de esta guerra comercial, que asegura ir ganando, las Bolsas ya sufren pérdidas que amenazan a la economía global. «Para los inversores, la incertidumbre es de nuevo elevada, y parece que la debilidad continuará en los mercados globales de capital», analiza Kim Catechis, gestor y responsable de mercados emergentes en el fondo de inversión Martin Currie, filial de Legg Mason. A su juicio, «lo que parece más probable en este momento es que la reacción de la Bolsa de EE.UU. pueda provocar un cambio en Washington, junto a la reacción de la base republicana teniendo en cuenta la proximidad del calendario electoral en 2020». Mientras eso ocurre, Catechis advierte de que el recrudecimiento de la guerra comercial es «para los demás mercados financieros del mundo una inyección de más incertidumbre, cuando las expectativas de crecimiento ya son débiles. Si esto se prolonga, el daño a la confianza tendrá serias consecuencias».

Ante la inquietud empresarial y bursátil, el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow, tuvo que admitir el domingo en televisión lo obvio: que no es China quien paga los aranceles, sino las empresas norteamericanas. «Es cierto, de hecho ambas partes lo pagan. Pero China sufrirá un decrecimiento de su PIB a causa de una caída en sus exportaciones», dijo Kudlow en la Fox.

Impacto en los hogares

Trump ha convertido los aranceles en política oficial de EE.UU. y los está utilizando para renegociar la mayoría de acuerdos de libre comercio. De momento, su estrategia con respecto a China ha dado resultado: en marzo el déficit comercial de EE.UU. respecto a China cayó a su mínimo en cinco años: 20.700 millones de dólares (18.400 millones de euros), un 16,2% por debajo del déficit en febrero.

En un informe a los inversores, Goldman Sachs advertía el lunes de que «el coste de los aranceles está recayendo íntegramente sobre los hogares y empresas norteamericanas, y desde luego no se prevé una reducción de precios por parte de las exportadoras china». Trump, de momento, sigue manteniendo que la factura de esta guerra la acabará costeando China.