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Vie, Abr

Una adolescente francesa recibe amenazas de muerte tras criticar el islam: «Tengo derecho a blasfemar»

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Mila, una chica de 16 años, ha tenido que dejar el instituto después de publicar en Instagram un mensaje ácido contra esa religión

(ABC) El caso de Mila (16 años), la adolescente amenazada de muerte por decir que «en el Corán solo hay odio, el Islam es una mierda», ha desenterrado el enfrentamiento entre partidarios y adversario de castigar jurídicamente la blasfemia.

Encantada e inquieta con el escándalo, Mila, la adolescente, homosexual, ha deseado confirmar sus palabras, «matizadas» de este modo: «Estoy contra todas las religiones. Y no pienso callarme por el torrente de amenazas e insultos racistas de todo tipo».

Tras la «matización», Mila reafirma el fondo de su pensamiento de este modo: «Detesto las religiones. El Corán es una incitación al odio permanente. Y el Islam es una mierda, efectivamente. Ya sé que mucha gente volverá a excitarse: me importa tres c… A quienes me amenazan vuelvo a repetirles: vuestra religión es una mierda, y le meto el dedo en el culo a vuestro dios… gracias, y hasta la vista».

Haciéndose eco de las protestas muy enérgicas de las asociaciones musulmanas, Laurence Rossignol, senadora socialista, pidió una intervención judicial, por estas razones: «En Francia está prohibido insultar a los adeptos de una religión». Nicole Belloubet, ministra de Justicia, replicó desde otro ángulo: «En una democracia, las amenazas de muerte son inaceptables».

No quiere callarse

Un juez del tribunal de Vienne (departamento de Isère) comenzó por intentar estudiar el posible delito de blasfemia, pero el caso se cerró rápidamente.

Por el contrario, el escándalo se ha prolongado a través de redes sociales y emisiones de radio y televisión, enfrentando a partidarios y adversario del «castigo» judicial del presunto delito de blasfemia. Ante ese debate, un grupo de intelectuales y personalidades católicas, judías y agnósticas, encabezadas por Christine Pedotte, directora de «Témoignage chrétien», y el gran rabino Yann Boissiére, han publicado un «manifiesto» pidiendo al presidente Emmanuel Macron la abolición de los delitos de blasfemia.

Mila se ha visto forzada a vivir recluida en el domicilio paterno, en una localidad del norte del departamento de Isère, dependiente de la prefectura de Grenoble. La Gendarmería ha enviado a un grupo armado a su colegio, con el fin de proteger físicamente a la adolescente, temiendo posibles agresiones físicas de muy distinta procedencia.

Mila lleva varios días sufriendo una riada de ataques e insultos de la más diversa naturaleza. Grupúsculos de extrema derecha radical comparten con grupúsculos radicales musulmanes, una animosidad verbal muy violenta contra la adolescente, que no oculta su homosexualidad e insiste en que no está dispuesta a «callarse» ni «enterrar» su «lenguaje coloquial».