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Mar, Abr

Las espeluznantes torturas y asesinatos del Chapo

Policía
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Su ex guardaespaldas explica con detalles cómo Joaquín Guzmán mató a tres hombres y ordenó que no quedaran «ni los huesos»

(ABC) El jurado del juicio contra Joaquín « El Chapo» Guzmán Loera, escuchó hoy espeluznantes recuentos de torturas y asesinatos cometidos presuntamente por el acusado cuando Isaías Valdez Ríos, último testigo cooperante del Gobierno de Estados Unidos, trabajó como parte del equipo de seguridad del capo.

Valdez Ríos, extraditado a EE.UU. en 2014 y que desde entonces aguarda su condena en una cárcel federal, explicó con detalles cómo El Chapo, su exjefe y al que aún se refiere como «el señor» torturó y asesinó a un miembro del cartel de los Arellano Félix y a dos más del grupo rival de los Zetas.

Los asesinatos descritos por Valdez son los primeros que se le han atribuido directamente a Guzmán Loera desde que comenzó el juicio.

Este ex integrante de las fuerzas especiales del ejército mexicano de 39 años que comenzó a trabajar para El Chapo en 2004, aseguró que alrededor del 2006 o el 2007, estando en el pueblo de Bastantita, en el estado mexicano de Durango, el acusado ordenó a uno de sus secretarios que recogieran a un miembro de los Arellano Félix que les enviaba en un avión Ismael «el Mayo» Zambada, otro líder del cartel de Sinaloa.

«Venía bastante torturado», dijo el testigo, para recordar además que informaron a Guzmán Loera de que el sujeto estaba «quemado con plancha de ropa y con marcas de encendedor de coche», y que tenía la camisa pegada a la piel y sus pies estaban quemados.

De acuerdo con Valdez Ríos, conocido como «Memín», su jefe se molestó por las condiciones en que le habían enviado al sujeto. «¿Por qué nos han enviado a un cabrón así? Lo hubieran matado», habría dicho Guzmán Loera, acusado de narcotráfico, y que enfrenta una posible condena a cadena perpetua.

El testigo, que trabajó diez años para el acusado y fue arrestado en marzo del 2014 en el aeropuerto de Bogotá, en Colombia, aseguró que pasaron tres días hasta que su jefe decidió interrogar al miembro del cartel sobre otros miembros de la organización de los Arellano Félix que se encontrarían en la zona.

Ese día cambiaron de campamento llevando consigo a la víctima, a quien colocaron en un gallinero.

«Ahí duró varios días y le informamos (a Guzmán Loera) que apestaba, que estaba podrido», dijo. Ordenó entonces que lo llevaran a un área elevada y que cavaran un hoyo, tras lo cual acudió al lugar portando un arma de fuego.

Al sujeto, amarrado de pies y manos, lo habían colocado cerca del hoyo y aunque no hacía frío, temblaba. El Chapo presuntamente le colocó el arma en la cabeza, comenzó a interrogarlo y, mientras le contestaba, le pegó un tiro y dijo que lo enterraran.

De acuerdo con «Memín», el hombre no murió, «aún trataba de respirar, pero así, lo echamos al hoyo».

«Memín», que busca una reducción de la sentencia que enfrenta de entre diez años a cadena perpetua, declaró además que estando en Durango, también entre 2006 y 2007, el Chapo les dijo que Dámaso López «el licenciado» -uno de sus principales lugartenientes- les enviaba «un regalo»: dos miembros del cartel enemigo de los Zeta.

«Ordenó que los pusiéramos en una cabaña» y que fueran «calentándolos», refiriéndose a que «los empezáramos a golpear para que soltaran información», tras lo que el capo pidió que fueran trasladados a la montaña, explicó el testigo.

Una vez que llegó el Chapo, pidió un tronco grueso y empezó a torturarlos, indicó «Memín», de 39 años, quien relató que se alejó del lugar y al regresar observó que «estaban con huesos quebrados, no tenían movimiento pero les seguía golpeando con el tronco y el rifle».

Recordó además que el acusado ordenó que se cavara un hoyo, hicieran una hoguera en él y en la noche llevaron a los dos hombres a ese lugar, donde el Chapo les disparó en la cabeza y ordenó que fueran arrojados al pozo ardiendo para que no quedaran «ni los huesos».

El juez Brian Cogan que preside este caso informó hoy al jurado de que la próxima semana podría culminar la presentación de evidencia de la Fiscalía, tras lo que subirían al estrado los testigos de la defensa.