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Alemania se suma al Reino Unido, EE.UU. y Francia y pide la verdad sobre el origen del coronavirus a China

Política
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EE.UU. ha cuestionado abiertamente el origen del Covid-19 y ha acusado a China de ocultar información

Ha matado ya a unas 250 mil personas en todo el mundo y seguimos sin saber cuál es la fuente del SARS-CoV-2, el coronavirus (CoV) que causa la COVID-19. La versión del países de origen, China, es que tiene un origen animal y no es un virus creado en laboratorio. El gobierno chino baraja una única hipótesis, según la cual el virus tiene su reserva natural en los murciélagos y desde ellos ha pasado a los seres humanos. Esta versión ha sido respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según la cual «todas las pruebas disponibles» apuntan a un origen animal como fuente de la pandemia global del coronavirus, aunque, dado el «contacto limitado» de los humanos con los murciélagos, sospecha que ha habido algún otro animal, posiblemente doméstico, que ha servido de paso «intermedio». La OMS se escuda en un «amplio consenso científico». Pero uno de los países más afectados por la enfermedad ha puesto abiertamente en duda esta teoría. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sugerido que cuenta con información confidencial que apoya otra tesis y el secretario de Estado, Mike Pompeo, ha declarado que «hay pruebas enormes de que el Instituto de Virología de Wuhan es donde empezó todo». Ahora Alemania se suma a esa desconfianza.

El ministro de Asuntos Exteriores alemán, el socialdemócrata Heiko Maas, ha exigido públicamente a China una «clarificación del origen» del nuevo coronavirus. «El mundo entero quiere que se aclare el origen exacto del virus», se ha quejado en una entrevista con el grupo Funke en la que ha retado a China a demostrar «lo transparente que quiere ser con el virus». Hace estas declaraciones después de que se haya conocido un informe de la alianza de agencias de inteligencia «Five Eyes», compuesta por Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, que asegura que Beijing ocultó información.

El documento de investigación de 15 páginas afirma que ante el «peligro de otros países» el gobierno chino encubrió la noticia del virus silenciando o «haciendo desaparecer» a los médicos que hablaron, destruyendo las pruebas del virus en los laboratorios y negándose a proporcionar muestras vivas a los científicos internacionales que estaban trabajando en una vacuna. El informe denuncia también «la negación mortal de la transmisión entre seres humanos» y el «blanqueo de los puestos del mercado de la fauna silvestre». De hecho, revela que China tenía «pruebas de transmisión entre humanos desde principios de diciembre», pero siguió negando que pudiera propagarse de esta manera hasta el 20 de enero.

Además, afirma que la información sobre los portadores asintomáticos de la de la enfermedad fue «mantenida en silencio» por el estado chino. La Organización Mundial de la Salud aceptó esas afirmaciones de Beijing sin poner reparos incluso después de que Taiwán y Hong Kong expresaron serias dudas al respecto. Según se desprende de esta investigación de inteligencia, en la que el ministro alemán Maas basa su reivindicación al gobierno de Beijing, mientras el régimen chino minimizaba la amenaza del virus en la escena mundial, se esforzaba en secreto por hacer desaparecer todo rastro de la epidemia. Según el memorando de los servicios secretos, el 3 de enero la Comisión Nacional de Salud de China ordenó que se destruyeran las muestras de virus y emitió una «orden de no publicación» sobre todo lo relacionado con la enfermedad.

Dudas sobre su origen

El informe también afirma haber encontrado pruebas de que el virus se originó en el Instituto de Virología de Wuhan, cerca del mercado húmedo del que China dice que proviene. Según el trabajo, los investigadores chinos de virus relacionados con los murciélagos estudiaron una muestra que tenía una coincidencia genética del 96% con el Covid-19 ya en 2013 y este «arriesgado» experimento descubrió en 2015 que la enfermedad era transmisible de los murciélagos a los humanos.

El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, también ha reconocido que los países europeos «hemos sido un poco ingenuos en el pasado» con el país asiático y ha afirmado que «la visión actual de los hechos y sobre el origen del virus ha cambiado y es más realista». Borrell ha advertido que «China tiene objetivos parcialmente convergentes con la UE, por lo que debe encontrar un equilibrio de intereses», sobre todo teniendo en cuenta que es un «competidor económico» que asume una ambición de dominación tecnológica» y también «un rival sistémico que pretende promover un modelo alternativo de gobernanza». Borrell ha admitido además, en una videoconferencia con eurodiputados, que China ha tratado de influir en las autoridades europeas para que «sea rebajado el tono» de los informes críticos con la gestión del gobierno de Xi Jinping. Borrell ha recomendado «estudiar de forma independiente lo que ha ocurrido y el origen del virus, dejando de lado el campo de batalla entre China y EE.UU.».