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Mar, Abr
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Revuelta de generales, expresidentes y líderes republicanos y demócratas contra Trump

Política
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La decisión de movilizar a las Fuerzas Armadas en Washington le pasa factura al presidente

(ABC) Donald Trump se enfrenta a la peor crisis gobernanza de Estados Unidos en décadas cada vez más aislado y ante un país en llamas. Han criticado su decisión de desplegar al Ejército para ahogar los disturbios todos sus predecesores vivos, demócratas y republicanos. Le han condenado algunos de los generales retirados más respetados de su generación. Le ha reprobado hasta la Iglesia Católica por medio del arzobispado de Washington. Y la mayoría de diputados y senadores republicanos guarda un clamoroso silencio cuando se les pregunta por él.

Tan grande fue la conmoción de que el Gobierno desplegara el lunes a las fuerzas armadas para desalojar una manifestación pacífica frente a la Casa Blanca, que el fiscal general (ministro de Justicia) tuvo que salir este jueves, obligado, a reivindicar la decisión como propia, tratando de eximir a Trump de culpa. «No hubo una correlación entre nuestro plan táctico de ampliar el perímetro una manzana y la visita del presidente a la iglesia», dijo William Barr.

El lunes, 25 minutos antes del toque de queda decretado en Washington, los antidisturbios cargaron contra manifestantes que protestaban en la plaza de Lafayette, justo ante la Casa Blanca, empleando granadas aturdidoras y gas pimienta. Tras el toque de queda, Trump salió de la Casa Blanca a hacerse una foto ante una iglesia cuyos bajos habían sido quemados el domingo.

Generales críticos

James Mattis, un respetado general del Marine Corps, ha criticado a Trump por «falta de madurez» y por «dividir en vez de unir» en un artículo publicado en la revista «The Atlantic». Otro general, John Allen, que fue comandante en Afganistán, dijo que la presidencia de Trump «bien puede ser el final del sueño americano». El almirante retirado Mike Mullen, que fue jefe del Estado Mayor Conjunto, añadió que Trump ha tratado a manifestantes pacíficos, ciudadanos estadounidenses, como «enemigos».

La senadora conservadora Lisa Murkowski, de Alaska, dijo este jueves que las críticas del general Mattis a Trump son «bienvenidas y necesarias». Se suma al expresidente republicano George W. Bush, quien dijo antes que «quienes opten por silenciar voces no saben qué es este país, y cómo hacerlo mejor». Barack Obama y Jimmy Carter hicieron lo propio. Este último dijo: «Necesitamos un gobierno que sea como mínimo tan bueno como su ciudadanía, y desde luego somos mejores que esto».

Mientras, la Casa Blanca sigue acordonada, tras unas barricadas protegidas por antidisturbios y soldados tanto de la Guardia Nacional como del Ejército y la Fuerza Aérea. Cada tarde protestan ante ella miles de personas.

Son días de clara confusión en la sede de la presidencia. El secretario (ministro) de Defensa, Mark Esper, dio el miércoles la orden de comenzar a replegar los casi 2.000 soldados que hay en la zona de la capital, y se vio obligado a corregir por orden de Trump, que no da su brazo a torcer. También dijo Esper en rueda de prensa en el Pentágono que no cree que este sea un momento de desplegar aún más las fuerzas armadas.

Trump ha desplegado al Ejército en Washington porque la capital es un distrito federal, sin gobernador. En el resto del país son los gobernadores los que deben solicitar la movilización de tropas de reservistas dentro de la Guardia Nacional. Ninguno lo ha solicitado de momento, aunque en una llamada con ellos el lunes, Trump les llamó débiles, y dijo que se arriesgan a parecer «una panda de idiotas».

Una imponente masa de uniformados lleva desde el domingo apostada en torno a la residencia del presidente, sin identificarse. Entre ellos hay antidisturbios y soldados de uniforme, todos con chaleco antibalas y casco. La presidenta de la Cámara de Representantes del Capitolio, la líder demócrata Nancy Pelosi, escribió al presidente este jueves para pedirle una lista completa de los departamentos implicados en ese dispositivo. «La creciente militarización y la falta de claridad pueden provocar el caos», dijo Pelosi.