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Trump remonta en los estados clave con una estrategia igual a la de 2016

Política
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El presidente ha logrado una ligera subida en varias encuestas y empata en Pensilvania, Carolina del Norte y otros lugares necesarios para volver a ganar

Donald Trump está repitiendo un guión en la campaña electoral que acaba de empezar: el de 2016. Con la mayoría de encuestas de voto en su contra y lidiando con un inacabable rosario de escándalos y polémicas, el presidente ya ha desplegado la artillería en una serie de estados cruciales con la estrategia clara de ganar en el colegio electoral, aunque vuelva a perder el voto popular. El resultado es que a pesar de que en la media de encuestas el presidente está siete puntos por debajo del demócrata Joe Biden, en los estados cruciales, aquellos que ya le abrieron el camino a la Casa Blanca en 2016, Trump consigue empatar.

«Lógicamente, como ustedes comprenderán, no es que tenga una fe ciega en las encuestas», dijo el presidente durante una visita el martes a Wisconsin, uno de los estados más disputados. Unos días antes, el presidente, en una visita a Virginia, lamentó que, como en 2016, las encuestas estén manipuladas. «Para hacer esas encuestas normalmente entrevistan a más demócratas que republicanos. Y después juegan con las categorías, que son muy confusas: votantes registrados, votantes posibles… ¿Quién sabe de verdad qué es eso? Yo no lo sé. En fin, yo lo que sé es que cuando doy un mitin los estadios están abarrotados, viene muchísima gente, como en 2016».

Dos estados clave

Un ejemplo claro de la estrategia del presidente es ganar en Pensilvania, un estado en el que vencieron los demócratas desde 1992 hasta 2016, y en el que en 2016 Trump se impuso a Hillary Clinton por sorpresa por 44 mil papeletas de un total de 6,2 millones. Su confianza en ganar en Pensilvania explica que el presidente haya estado allí dos veces desde el 20 de agosto, y que haya decidido conmemorar los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Shanksville, donde se estrelló uno de los aviones secuestrados por los terroristas de Al Qaida con 40 personas a bordo, todas fallecidas.

El resultado del interés de Trump por Pensilvania: desde julio ha pasado de una intención de voto del 43% al 45% en ese estado, según el recuento de FiveThirtyEight. Joe Biden ha pasado de gozar de una distancia de ocho puntos porcentuales a tener apenas 4% hoy día, casi dentro del margen de error. El drama para Biden, si Trump se mantiene al alza, es que el candidato demócrata nació en Pennsylvania (Scranton, 1942) aunque hoy en día vive en el vecino estado de Delaware.

Otro de los estados en los que Trump está peleando cuerpo a cuerpo es Carolina del Norte. El miércoles pasado conmemoró allí los 75 años del final de la II Guerra Mundial, a bordo de un buque de guerra, y el 24 de agosto visitó una granja y distribuidora de frutas y verduras, antes de dar un breve discurso en la ciudad de Charlotte, donde comenzaba aquel mismo día el congreso del Partido Republicano. La pandemia obligó a que ese congreso fuera en su mayor parte virtual, y el presidente dio su discurso de clausura desde la columnata de la Casa Blanca aquí en Washington, pero los republicanos eligieron Carolina del Norte para ese cónclave porque fue otro de los estados que le brindó la victoria a Trump en 2016 por algo más de 150.000 votos de 4,7 millones.

Las encuestas reflejan que la estrategia de Trump de dejarse ver en Carolina del Norte está ofreciendo ya resultados. Según Real Clear Politics, Biden ha pasado de tener una ventaja allí de 4,7 puntos en julio a gozar ahora de un ajustadísimo 0,6%.

Es precisamente Realclearpolitics el servicio de medición de sondeos que ha hecho una estimación de todos los sondeos efectuados en los estados decisivos de Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Florida, Carolina del Norte y Arizona, y llega a la conclusión de que Biden apenas llega al 4% de ventaja en ellos, es decir, dentro del margen de error. En julio, Biden llegó a colocarse un 6% por encima de Trump en esos sondeos en los estados cruciales, catapultado por los efectos de la pandemia, el alza del desempleo y el descontento generalizado por la brutalidad policial.

Según las encuestas, es muy poco probable que este año EE.UU. vea en sus elecciones un triunfo aplastante de uno de los dos partidos. No se repetirán, a tenor de esos sondeos, resultados como los de Ronald Reagan en 1988, que ganó en todos los estados menos en Minnesota y la capital federal, Richard Nixon en 1972, que ganó de nuevo en todos los estados menos en Dakota del Sur y la ciudad de Washington. De momento, y de nuevo según esos sondeos, Trump tiene asegurados los bastiones republicanos de Alabama, Idaho, Indiana, Kansas, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Missouri, Montana, las dos Dakota, Oklahoma, Carolina del Sur, Tennessee, Utah, Virginia Occidental y Wyoming. Entre todos suman 112 votos en el colegio electoral. Para ganar, el candidato debe obtener al menos 270.

En general, según Real Clear Politics, Biden goza hoy del 49,6% de intención de voto, frente al 42,6% de Trump. Aun así, en 2016 Clinton obtuvo el 48,2% del voto popular frente al 46,1% de Trump, que ganó la presidencia. Como en 2016, hay demócratas que están ya advirtiendo en contra de la complacencia. El cineasta y activista Michael Moore, autor de algunos de los documentales más agrios en contra de los republicanos, advirtió el 28 de agosto de que las bases de Trump, que él estima en unos 60 millones de votantes inamovibles, están enardecidas y movilizadas, sobre todo en los estados cruciales. «El entusiasmo por Trump está por las nubes. Por Joe [Biden], no», dijo en un mensaje en Facebook. El presidente le respondió después en la red social Twitter: «Michael sabe de lo que habla».