Trump y Biden se juegan la Casa Blanca, sobre todo, en las batallas de Arizona, Carolina del Norte, Florida, Michigan, Pensilvania y Wisconsin
(ABC) Algo menos de 80 mil votos cambiaron la historia de EE.UU. en 2016. Si Hillary Clinton hubiera conseguido ese número de votos en tres estados decisivos –Pensilvania, Michigan y Wisconsin–, se hubiera convertido en la primera presidenta del país. La clave está en el sistema electoral estadounidense, en el que se asigna un número de electores –en función del peso demográfico– a cada estado.
La mayoría simple en cada estado entrega al candidato todos los electores (las únicas excepciones son Nebraska y Maine). Esa es la razón por la que no importa lo que se vote en California (muy demócrata) u Oklahoma (muy republicana). Todo se juega en el puñado de estados en el que las fuerzas están más parejas.