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Médicos en fiesta en el Vicente Guerrero y pacientes agonizando en urgencias

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Acapulco Gro., 23 de octubre del 2018(Noticias Acapulco al Desnudo.com) En el hospital regional Vicente Guerrero, están de fiesta en el día del médico, mientras ellos celebran su día, en urgencias pacientes agonizan por falta de atención médica. La historia no es solamente el día del médico, responde un usuario de Facebook, cuando sostiene que en ese hospital el servicio que brindan es de mal en peor. 

 


Y basta con acudir a ese lugar, para darse cuenta en carne propia la indiferencia de quienes deben velar por la vida de los pacientes. “Señorita traigo un paciente que perdió al vista de manera sorpresiva”, espere por favor habría dicho
  una mujer joven de lentes que llegó una media hora después a su espacio de trabajo. No hay médico que reciba al paciente, pregunte de nueva cuenta a la trabajadora del IMSS en la Sala de Urgencias. –Sí contestó, pero tiene que esperarse porque anda haciendo otras cosas.

Después de una media  hora, llegó una doctora que está haciendo su internado y me dijo que trajera al paciente para tomarle la presión y enseguida le hablarían del interior de la sala de urgencias. Pasaron los minutos y seguía llegando gente en estado más crítico a ese lugar de salud. Un hombre envejecido y con pérdida del conocimiento en silla de ruedas y junto a él, su pariente sosteniendo un tanque de oxígeno esperando a que lo atendieran.

Un camillero que lo trasladó en ambulancia, gritó al llegar, “Triage “,  un término francés que se emplea en el ámbito de la medicina para clasificar a los pacientes de acuerdo a la urgencia de la atención. También denominado triaje, se trata de un método que permite organizar la atención de las personas según los recursos existentes y las necesidades de los individuos. Aunque advirtió del mal estado del paciente, pasaron varios minutos para saliera una de los dos médicos que por el momento atendían la urgencia en ese hospital, que algunos le llaman, de “la muerte”, porque son más los que salen muertos que vivos.

Los enfermos seguían llegando a la sala de urgencias. Una mujer que al parecer era portera de un equipo de futbol de mujeres, con un dedo con fractura en una de sus manos, no soportaba el dolor y seguía esperando su turno.

Luego de media, hora la pasaron para lavarle la muñeca con isodine y decirle que regresara otro día, porque no había traumatólogo porque se fue de vacaciones. Junto a ella un niño con un brazo quebrado, también se tuvo que regresar por la misma causa.

Una mujer que entró en silla de ruedas, con un dolor insoportable, en su rostro se le miraba su mal.  Tras una media de esperar, no aguantó y como pudo se acostó en unas sillas de espera de aluminio y en mal estado, que ocupó como cama, para descansar un rato y olvidar el sufrimiento.

Al ver que las  horas pasaban y no había para cuando pasar a mi paciente, decidí salir de ese hospital antes que me desmayara de cansancio. Le dije a la señorita de guardia, nos vamos porque no nos atienden. 

“Mire su paciente no viene grave”, los vamos atendiendo según la urgencia, y bueno si quiere quejarse puede pasar a la dirección,  no hay problema, fue la explicación. Acto seguido, le expresé, si ustedes consideran que no es una emergencia y algo le pasa a mi paciente, los hago responsables a ustedes y nos salimos.

Otros se quedaron hasta la madrugada, hasta que pudieran atenderlos. Mientras tanto adentro en la intimidad del Vicente Guerrero, se escuchaba el murmullo del festejo del día del médico, en medio de la indiferencia. Un hombre sin pena ni gloria, entró delante de todos con un enorme pastel, mientras que muchos movían la cabeza.

“Si de por sí el servicio es malo, ahora con fiesta menos nos van a tender”, habría expresado una mujer de edad avanzada que estaba en la entrada principal de la sala de urgencias.