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Vie, Abr

Maradona, símbolo de liberación en Nápoles

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ANIVERSARIO... Para los napolitanos, el 60 cumpleaños del Pibe de Oro es el amarcord de un amor irrepetible

“Felicidades, rey inmortal, tu estandarte jamás dejará de ondear”, han escrito en una gran pancarta colocada en el estadio de San Paolo por los tifosi del NápolesEl mito de Diego Armando Maradona en la capital partenopea comenzó el 5 de julio 1984, cuando a sus 24 años fue acogido en ese estadio, abarrotado por 60.000 personas, que pagaron mil liras por el billete de ingreso. Los conquistó de inmediato desde el césped con sus primeros y mágicos toques de balón. Aquel día nació el interminable amor de los napolitanos, sentimentales como pocos, por el que siempre han considerado el más grande futbolista de todos los tiempos, mejor que Pelé(Los 10 mejores goles de Maradona).

Dos campeonatos (scudetti), una Copa de la UEFAotra de Italia y una Supercopa italiana colocaron al Nápoles, durante los siete años de Maradona en la ciudad, en la órbita del fútbol internacional, respetado deportivamente en toda Europa. Impuso al presidente del club, Corrado Ferlaino, un método para hacer al Nápoles, entonces casi de serie B, un equipo campeón: “Presidente, debes comprar tres o cuatro jugadores y vender a los que la gente pita cuando reciben el balón. Tu termómetro –continuó Maradona– debe ser este: Cuando yo paso el balón a un jugador y es silbado, ciao. En caso contrario, tienes que venderme, porque yo, en esas condiciones, no sigo en el club”, cuenta Maradona en su biografía “Yo soy el Diego”, la única autorizada por él.

Así hizo del Nápoles, equipo en el que más ha jugado durante su carrera, un club grande y campeón. Pero, sobre todo, se convirtió en un ídolo para sus compañeros, para los tifosi y para una ciudad, siempre en busca de redención, Maradona fue una especie de símbolo de liberación. “La gente comenzaba a comprender que no había que tener miedo, que no vencía quien tenía más dinero, sino quien más luchaba. La gente se apasiona por el Nápoles y Maradona, marcando una época; para algunos, incluso su destino.

 

"Fue la mano de Dios"

Es el caso del director Paolo Sorrentino, quien al recibir el Óscar en el 2014 dedicó la estatuilla a Diego, porque, como siempre recuerda el realizador, “me salvó la vida”. Era el 5 de abril de 1987. El Nápoles de Maradona jugaba en Émpoli. En las gradas debería haber estado Paolo Sorrentino, entonces un joven napolitano de 16 años que tenía una verdadera devoción por el Nápoles y Maradona. Después de mucha insistencia, sus padres le permitieron no ir con ellos a pasar el fin de semana en su casa de Roccaraso, a 143 kilómetros de Nápoles. Por primera vez, Paolo seguiría al equipo de sus amores fuera de casa. Pero a Empoli, el joven Paolo no llegaría nunca. Cuando se dispone a partir, recibe la noticia de que sus padres han muerto durante la noche, envenenados por una fuga de monóxido en la casa de Roccaraso.

Paolo Sorrentino quedó huérfano a los 16 años. Siempre recuerda que él también habría muerto, pero le salvó la vida su devoción a Maradona. El napolitano Sorrentino le rendirá homenaje a su ídolo con una película que rueda en estos días, con un significativo título: “È stata la mano di Dio” (Fue la mano de Dios). Hay un mensaje de afecto y admiración por parte de Sorrentino con ese título: Recuerda al gol que metió a Inglaterra con la mano en el Mundial de México 1986 ("un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios", dijo Maradona pasado cierto tiempo), un gol que seguramente hasta los ingleses le habrán perdonado, porque en el mismo partido marcó el que todavía es seguramente el más espectacular de un Mundial. Así es Maradona, las dos caras de una misma moneda. Su fútbol fue el más bello, pero en su vida privada era un personaje excesivo, melodramático, viviendo en medio de una corte de amistades no siempre recomendables, entre mujeres y cocaína. Pero en Nápoles todo se le ha perdonado. Lo siguen adorando.

Álbum de recuerdos

Hoy, en su 60 cumpleaños, los napolitanos repasan el álbum de los recuerdos de aquella época irrepetible. La imagen del ídolo está en la calle, en muchas casas y en lugares públicos. Tres ejemplos: En el bar Nilo, junto a la foto del papa Woytila y Francisco, hay una más grande de Maradona. En Miano, subsurbio de Nápoles hay un pequeño museo dedicado a Maradona, con las botas que calzó en el Mundial de México, entre otros muchos recuerdos. En la via San Gregorio Armeno, en el centro histórico de Nápoles, hay una hornacina con la imagen del Pibe de Oro, representado con la aureola de un santo. Es una especie de altar, uno más de los que se ven en Nápoles, además de murales, que representan al campeón argentino. Hoy en la capital partenopea, muchos dicen, sin considerarlo una blasfemia: Incluso si no creemos en Dios, sabemos que Dios existe y que se llama Diego. Un Dios hecho futbolista. Maradona es eterno en Nápoles. Hoy lo celebran. Es el amarcord de un amor.