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Vie, Abr

La huelga contra la futura reforma de las pensiones paraliza París

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Los funcionarios de transporte público protestaron contra el proyecto de Macron, muy parecido al que Chirac tuvo que abandonar en 1995

La primera jornada de huelga de funcionarios del transporte público, en París, terminó la tarde / noche del viernes como había comenzado: más de 300 kilómetros de atascos en la periferia de la capital, «bloqueada» durante todo el día por la parálisis total o parcial del metro y los autobuses, lanzando una severa advertencia a Emmanuel Macron y su gobierno, antes siquiera que se conozcan los detalles de una «reforma histórica» que pretende «unificar» más de cuarenta sistemas de pensiones, intentando recortar o hacer desaparecer llamativas desigualdades.

Según todas las fuentes sindicales y gubernamentales, la huelga del viernes perturbó seriamente todas o casi todas las actividades, en París, y fue la más importante desde 2007, cuando Nicolas Sarkozy tuvo que modificar significativamente un proyecto menos ambicioso. En 1995, Jacques Chirac, presidente conservador, enterró un proyecto muy semejante al de Emmanuel Macron, tras varias semanas de huelgas de todos los sindicatos del transporte público (ferroviarios, metro, autobuses).

La jornada del viernes, en París, fue presentada como una «advertencia» de la «cólera creciente» de los funcionarios del transporte público, ante unos proyectos de reforma que el gobierno de Macron continúa matizando.

Nuevo sistema

La idea central del proyecto de reforma macroniana es muy simple: crear un nuevo sistema nacional de pensiones que «unifique» los más de cuarenta modelos de pensiones y jubilaciones. Aplazada, en el tiempo, la reforma debería «recortar» privilegios, reales o presumidos, a través de un nuevo modelo de cotización, evaluación y jubilación.

Antes siquiera de conocerse, en detalle, el proyecto macroniano, numerosos sectores de funcionarios o trabajadores del sector público han comenzado por anunciar su rechazo frontal del proyecto.

Los trabajadores del transporte público, en París, lanzaron el viernes la primera «batalla» (preventiva) contra una «guerra» (de posiciones) que se anuncia larga e inflamable.

Hay previstas huelgas y jornadas de protesta, a lo largo del otoño, en muchos otros sectores: ferroviarios, maestros y profesores, funcionarios del sector de distribución de gas y electricidad, enfermeras.

Antiguo banquero de negocios, gran negociador, Macron ha comenzado por evitar el «choque frontal» ante la resistencia sindical: abandonó su promesa electoral de suprimir 120.000 puestos de funcionarios. Ha decidido «escalonar» la reforma de las pensiones «durante los próximos meses», insinuando que pudiera «prolongarse» hasta finales del primer semestre del 2020.

Hace diez días, Macron dio categoría de ministro responsable de la reforma del sistema nacional de pensiones a Jean-Paul Delevoye, que lleva veinticinco años trabajando ese problema de inmenso calado, que comenzó a «estudiar», entre 2002 y 2004, como ministro de la Función pública de Jacques Chirac, presidente conservador. Macron ha elegido a Delevoye para hacer pasar una de las reformas más importantes de su mandato presidencial.

Macron, su jefe de Gobierno, Édouard Philippe (antiguo consejero de Alain Juppé, que ya tuvo que dimitir en 1995 / 96, víctima de proyecto de reforma muy semejante), y Delevoye, ha decidido «moverse» con pies de plomo, dándose mucho meses para intentar avanzar.

Reforma «concertada»

Tras el éxito aparente de su primera jornada de huelga de los transportes parisinos, los representantes de cuatro sindicatos fueron recibidos la tarde del viernes por la dirección de la RATP (Red Autónoma de Transportes Parisinos) y un representante del Gobierno. Los sindicalistas comenzaron por anunciar que «no hay nada que negociar». La dirección de la empresa pública intentó «tranquilizarlos». El representante del Gobierno insistió en que la reforma será «concertada».

La gran esperanza macroniana es muy simple: terminar imponiendo una «reforma histórica». Estas son sus «herramientas» de trabajo: dividir a los sindicatos, intentar dividir a los distintos sectores afectados, maquillar algunos puntos de la reforma.

Está por ver como reaccionarán los trabajadores del transporte público, los ferroviarios, maestros y profesores, funcionarios del sector de distribución de gas y electricidad, enfermeras, ante unos proyectos que comienzan por rechazar «globalmente».

Para Macron se trata de la reforma más ambiciosa de su mandato presidencial.

Para Francia, se trata de una reforma histórica, si llega a consumarse, ya que afecta a la matriz administrativa del modelo nacional de pensiones.

Para Europa, se trata de una «aventura» imprevisible. La “factura” de la crisis de la franquicia de los chalecos amarillos ha costado entre 20.000 y 25.000 millones a los presupuestos del Estado, que Macron no consigue «sanear» como había anunciado, suscitando dudas y reservas entre los influyentes vecinos y aliados alemanes, entre otros.

¿Qué importancia tiene la reforma de pensiones?

Es la reforma de las reformas del Estado francés, en la que han fracasado todos los gobiernos que lo han intentado desde 1995.

¿Qué objetivo tiene?

En Francia existen más de cuarenta modelos de pensiones. Macron pretende «igualar» todas las pensiones con un modelo único. Los funcionarios que tienen pensiones privilegiadas no aceptan esa reforma.

¿Cuáles son los sectores privilegiados?

Los empleados del varios sectores públicos (transportes, ferrocarriles, distribución de gas y electricidad) se jubilan antes (entre los 52 y los 53 años, cuando la media en el sector privado es de 62 / 62), y cobran pensiones más altas (superiores a los 3.000 euros, en muchos casos, cuando la media en el sector privado no siempre llega a los 2.000), cotizando menos años.

¿Está cumpliendo Macron sus promesas?

Macron prometió «más» y «más rápido». Prometió la supresión de 120.000 puestos de funcionarios. Promesa abandonada. La reforma del sistema nacional de pensiones forma parte de su programa electoral, pero se ha ido aplazando y diluyendo, víctima de la presión. Tras el calendario de huelgas, el proyecto se «prolonga» sin calendario muy preciso para los próximos diez meses.

¿Puede extenderse la huelga de funcionarios a los chalecos amarillos?

Se trata de dos crisis paralelas. Los funcionarios defienden sus estatutos privilegiados. Los chalecos amarillos son el reflejo de una Francia «periférica» y suburbana, que se sienten olvidada, malquerida y víctima de las élites parisinas.

¿Quién apoya a quién?

Los funcionarios, privilegiados y no privilegiados apoyan masivamente a los huelguistas de ayer y los próximos meses. En Francia hay 5,6 millones de funcionarios (del Estado, los departamentos y regiones). Son el sector social más numeroso. Sus sueldos y pensiones son la primera partida de los presupuestos del Estado. Agricultores, profesiones liberales, autónomos y pequeños empresarios son menos influyentes y tienen menos «peso» para protestar.

¿Cuáles son los antecedentes de la crisis actual?

En 1995, Jacques Chirac, presidente, y Alain Juppé, primer ministro, intentaron exactamente lo mismo. Francia estuvo en crisis nacional durante varias semanas. Chirac acabó «bajándose los pantalones». Juppé tuvo que dimitir. El 2007, Nicolas Sarkozy volvió a intentar la misma reforma. «Maquilló» su fracaso con una reforma muy parcial. La pareja Hollande / Valls sugirió una reforma vagamente similar. Pronto abandonada. Macron se da diez meses para intentar terminar reformando.