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Vie, Abr

FINAL UEFA EUROPA LEAGUE 2022... Eintracht - Rangers: Borré lleva a la gloria al Eintracht en Nervión (1-1)

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42 años después, el Eintracht conquista la Europa League en una final vibrante disputada en el Sánchez-Pizjuán, que se resolvió en la tanda de penaltis tras el 1-1 registrado en los 120 minutos de juego y con el colombiano como ejecutor

 

(ABC).- Calor sofocante, pasión desbordada y un escenario a la altura de la cita: la bombonera del Ramón Sánchez-Pizjuán de Sevilla, la casa del hexacampeón del torneo. No había otro campo para abrazar mejor esta final. Reverberación de fútbol puro, sabor añejo, años de eterna espera para los dos contendientes. Eintracht y Rangers. Águilas y Puritanos por la gloria en la capital del sur de Europa.

El título se decidió en la tanda de penaltis, después de que los 90 minutos de juego y la prórroga terminaran con 1-1. Aribo hizo soñar a los azules pero Santos Borré equilibró para los de Frankfurt. Desde los once metros, el Eintracht ganó 5-4. Borré marcaría también la pena máxima definitiva, desatando la fiesta más grande posible entre los germanos.

Mención especial también para otro de los héroes de la noche: el guardameta Kevin Trapp. Apareció en el momento más crítico para sostener a su equipo y paró un penalti crucial en la tanda a Ramsey.

El Eintracht, campeón de la Europa League en Sevilla. Más que merecido... 42 años después de que ganara la Copa de la UEFA en la temporada 1979-80 al imponerse en aquella ocasión al Borussia Mönchengladbach. El cuadro dirigido por el austríaco Glasner se lleva la plata con toda justicia. Superó en octavos al Betis, a cuya ciudad ha vuelto a por el título dos meses después. Luego dio la campanada apeando al FC Barcelona y finalmente eliminó en semifinales al West Ham, verdugo del Sevilla FC.

El coliseo de Nervión puso todo su glamour para dar cobijo a la inquietud y lógica 'nerviosera' de escoceses y germanos en el partido cumbre de la Europa League. La ciudad, desde el día anterior, había quedado literalmente invadida por decenas de miles de hinchas de ambos bandos, la mayoría de ellos sin entrada. Se quejó el presidente del Eintracht de la capacidad del estadio... un sinsentido; no habrían cabido ni en Maracaná. Las estimaciones apuntaron a más de 200.000 aficionados en Sevilla.

Sobre la hierba del Sánchez-Pizjuán, Eintracht y Rangers se enseñaron los dientes desde el arranque. Dos equipos muy diferentes, cada uno con sus armas, pero que desde luego se ganaron a pulso estar en esta final. Lo remarcaron con más ímpetu que fútbol en la intensa noche sevillana. La primera parte fue pareja, donde la puesta en escena se la llevó el conjunto alemán, hasta que con el paso de los minutos los escoceses también reaccionaron y mostraron su candidatura al trofeo.

Mientras la fiesta se desarrollaba en la caliente tribuna, no se produjeron grandes llegadas a los arcos de McGregor y Trapp. Algo más elaborado estuvo el Eintracht, más directo el Rangers. Los alemanes percutieron sobre todo por medio de sus alas, con dos verdaderas joyas como Kostic y Knauff. El serbio es un cañón, mientras que el joven cedido por el Borussia de Dortmund rompe líneas con una facilidad pasmosa. Los dos probaron los guantes del meta escocés. Se echó en falta algo más de Kamada, el japonés al que sigue Monchi y que ha completado una excepcional Europa League.

En el cuadro de Gio van Bronckhorst, lo más potable arriba del primer acto fue el nigeriano Joe Aribo. Tiró del carro para afilar el bloque espartano de Ibrox Park. Tuvo su mérito el bueno de Aribo. Reconvertido en zona ofensiva, redoblando esfuerzos para pelear con orgullo como delantero, toda vez que el técnico del equipo de Glasgow no pudo contar en Sevilla con su goleador y mejor jugador, el colombiano Alfredo Morelos, ni con el relevo natural de éste, el jamaicano Kemar Roofe, que sólo pudo disputar renqueante los últimos minutos.

Sin goles se marcharon ambas escuadras al descanso. Pero eso cambió pronto en la segunda mitad. Los arrestos de Aribo encontraron premio para su Rangers a los 57 minutos de la final. Se rompió la baraja. Estalló la grada azul. El atacante del equipo escocés aprovechó la caída de Tuta, lesionado al replegar, y encaró a Trapp para batirlo con la izquierda y elevar el 0-1 al marcador del Sánchez-Pizjuán. Locura británica, sorpresa momentánea en Sevilla.

Pero duró poco la alegría del Rangers. Los de Oliver Glasner sacaron agallas y nivelaron con cierta premura. Doce minutos después del impacto escocés, Rafael Santos Borré puso el empate en el duelo. El ex del Atlético y del Villarreal se anticipó a su marcador, recogió el servicio de Kostic desde la izquierda y ejecutó a McGregor para establecer el 1-1.

El gol del ariete colombiano, cuarto en su cuenta particular en el certamen, terminaría llevando el encuentro a la prórroga. Nadie más fue capaz de acertar hasta el 90. Media hora más de final en Sevilla, como mandan los cánones en estas citas especiales, más dadas a la épica que al propio fútbol y en las que el miedo a perder se impone a la calidad. En ese fatigante alargue, apretó más el Eintracht que su rival. Borré, Kanuff, Hrustic y Jakic disfrutaron de buenas ocasiones. Sin embargo, la dos más clara fueron del Rangers en el último suspiro del partido. Ambas las detuvo Trapp a la heroica, salvador: una a Ryan Kent a bocajarro y otra a Tavernier de falta.

El portero del Eintracht mandó la final sevillana a los penaltis. Protagonismo para él y para el escocés McGregor, de 40 años. Tanda de infierno en la noche hispalense. El título, desde los once metros. Por el Rangers, marcaron Tavernier, Davis, Arfield y Roofe, pero falló el veterano Aaron Ramsey. Se lo paró Trapp. Para el Eintracht, anotaron todos: Lenz, Hrustic, Kamada, Kostic y el último, el de la gloria, Santos Borré. El Eintracht, campeón.