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Vie, Abr

FÓRMULA 1 ... Carlos Sainz roza el triunfo en el segundo podio de su vida

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El español tuvo la victoria a tiro en una carrera loca en Monza ganada por el francés Gasly

(ABC) Carlos Sainz devolvió la emoción por la Fórmula 1 en una carrera vibrante, para el recuerdo, disputada en el circuito de Monza. Tuvo la victoria a tiro el español en un gran premio loco, con dos salidas, bandera roja, accidentes, sin los Mercedes al mando. Hasta el último instante peleó el madrileño contra el francés Pierre Gasly, ganador de la tarde con su Alpha Tauri. Hasta la última curva con toda la pasión de su parte, «quiero esta victoria, Tom», le dijo a su ingeniero cuando éste le recomendaba calma. El premio no fue menor. Un segundo puesto en Monza con el McLaren para el segundo podio de su vida después de aquel episodio en Brasil 2019. Aunque lo más importante es la electricidad que transmitió en la distancia. Fue un podio refrescante para una Fórmula 1 enquistada en lo de siempre y anestesiada por Mercedes: Gasly, Sainz y Stroll, la juventud al poder.

Esas palabras, «quiero la victoria, Tom», y sus declaraciones posteriores, «casi estoy decepcionado por no ganar», muestran la firmeza competitiva de Carlos Sainz, su determinación y lucidez en persecución de los sueños. El español, como demostró siempre Alonso, quiere ganar por encima de todas las cosas. No le vale otro resultado.

Estuvo tan cerca en Monza que su aspiración resultó contagiosa. Es un piloto fiable y veloz, sensato y ambicioso, que se equivoca muy poco. No falló en la salida, cuando lo dio todo para encaramarse al segundo puesto por detrás de Hamilton al aprovechar la flaqueza de Bottas, al que le viene muy grande el Mercedes.

Sainz tampoco se equivocó en el ritmo sostenido por detrás del intocable Hamilton, el podio a la vista porque Bottas no remontaba y los Racing Point no tenían la velocidad de los McLaren.

Los Ferrari se estrellaban en otra demostración de impotencia, los Renault peleaban en puestos delanteros, pero Sainz no se inmutó hasta que llegaron los accidentes. El primer coche de seguridad penalizó a Hamilton por una de esas normas absurdas de la F1: entró a cambiar ruedas con el pit cerrado por una luz roja que debía divisar a decenas de metros.

La sanción a Hamilton (parar en la calle de garajes y esperar diez segundos) animó la carrera porque el segundo coche de seguridad acabó en carrera detenida, una bandera roja que castigaba a Sainz, líder virtual en ese momento por la sanción de Hamilton. Lo que no han visto generaciones de aficionados se produjo: una segunda salida de la parrilla.

Ahí Sainz mostró sus galones, su perseverancia ante el elixir de gloria que tenía ante los ojos. Por el lío de los que entran o no a cambiar ruedas, salió sexto y se lanzó como un poseso a por su sueño. Se merendó a Stroll, teórico favorito en la reanudación con neumáticos nuevos. Se comió a Raikkonen. Y buscó la dentellada final ante Gasly.

El francés condujo de fábula ante la presión del español, exhibió un nivel de primera categoría y regaló una defensa honorable de su éxito. Sainz lo tuvo a tiro de DRS, pero el fuego no le alcanzó para levantar el trofeo que merecía, como el galo, por su entusiasmo desde hace más de un lustro. El podio es un fantástico brindis para el español que tuvo el paraíso a menos de un segundo de su McLaren.