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Vie, Abr

Hambre y pobreza: el infierno de Canarias en la Primera Guerra Mundial que la historia ocultó

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Un recorrido por Las Palmas con la novelista Mayte Uceda, que acaba de publicar 'El guardián de la marea’, para sumergirnos en los años de miseria que las islas sufrieron entre 1914 y 1918 a pesar de la neutralidad de España en el conflicto

 

(ABC).- «¿A quién le importa lo que pasa en un pedazo de tierra en mitad del mar? Cuando acabe la guerra cada nación contará sus muertos, pero los nuestros nos los contará nadie porque no estamos en guerra. Los libros de historia no hablarán de nuestras desgracias», comenta con impotencia Herminia, uno de los personajes principales de "El guardia de la marea!  (Planeta), la novela en la que Mayte Uceda (Cudilleros, 1967) ha querido revivir el infierno que vivieron los canarios durante la Primera Guerra Mundial a pesar de la neutralidad de España.

 

«Las islas no tenían que haber sufrido las consecuencias del conflicto, pero 72 barcos españoles fueron hundidos por los submarinos alemanes en el archipiélago entre 1914 y 1918. Hoy nadie lo recuerda. Además, mientras en la península aumentaban las exportaciones con los países beligerantes, en Canarias el comercio quedó completamente bloqueado y paralizado. Ni siquiera dejaron que llegaran los productos de primera necesidad. Fue tremendo», asegura la autora durante una visita con ABC a algunos de los escenarios en los que transcurre su obra en Las Palmas.

 

El objetivo de los alemanes no era atacar a los canarios, pero no les importó que estos se convirtieran en víctimas colaterales del conflicto con el objetivo de cortar los suministros de víveres y materias primas a los británicos, sus principales enemigos en la Gran Guerra. «Los submarinos germanos solían parar a los barcos españoles y, si consideraban que la carga que llevaban era perjudicial para su causa, evacuaban a los pasajeros y los hundían. Si estos no se detenían o se negaban a ser llevados a la costa en botes, los hundían con ellos dentro», añade la novelista.

 

‘La miseria en Canarias’

El hambre se extendió a todos los barrios y el precio de los alimentos aumentó drásticamente. Para muchas familias fue imposible adquirir comida en el mercado y las madres se encontraban tan débiles que, incluso, tuvieron que contratar a nodrizas para que dieran de mamar a sus bebés.  "La miseria en Canarias", titulaba ABC en uno de los artículos en los que dejó constancia de aquella tragedia, publicado en febrero de 1917: «Varios pueblos comunican que son frecuentes los casos de fallecimiento por inanición. Ha causado una impresión penosisima el suicidio de un vecino de Las Palmas que no pudo acallar el hambre de sus ocho hijos desfallecidos».

 

Uceda reconoce que esta y otras noticias de nuestra hemeroteca le resultaron de mucha utilidad para ubicar la historia de amor entre un militar alemán llamado Hans Berger, responsable de uno de los submarinos que bloquean la isla y somete de hambre a la población, y Marcela Riverol, una de las canarias que lo sufre. Ella, la protagonista principal de la novela, tiene 15 años, es huérfana de madre, su padre la abandonó y sueña con huir de la pobreza en Cuba.

 

La relación entre ambos comienza cuando el teniente de la Marina alemana naufraga tras un enfrentamiento contra los británicos y es rescatado, en estado grave, por el primo de la joven Marcela. Escondido en la casa de su familia, a la protagonista le encargan la desagradable tarea de cuidarlo, debatiéndose entre la admiración por un héroe de guerra y el rencor que siente por aquel desconocido que tanto daño ha infringido a sus compatriotas canarios.

 

«Puede que yo haya crecido sin hogar, pero al menos me siento útil mientras él viaja por el mundo hundiendo barcos que llevan alimentos a personas hambrientas. No podemos comernos las cabras si queremos tener leche, y los únicos gatos que quedan en el barrio son los de usted, porque nadie se atreve a comérselos. No tenemos medicinas, ni médicos ni maestros», le reprocha Marcela en la novela a su amiga Herminia cuando esta trata de defender al soldado alemán, argumentando que Gran Bretaña es igual de culpable del sufrimiento que padecen.

 

‘La Guerra Civil de las palabras’

 

Esta escena refleja el feroz debate que se produjo en España, entre germanófilos y aliadófilos, cuando el Rey Alfonso XIII  y el presidente Eduardo Dato decidieron que el país no estaba preparado para lanzarse al abismo de un conflicto tan devastador como aquel. El enfrentamiento en los periódicos fue tan duro que se le bautizó como ‘La Guerra Civil de las palabras’. La mayoría de los intelectuales se posicionaron en contra de la neutralidad y criticaron con rotundidad al Gobierno por declararla.

 

Ramón Pérez de Ayala llegó a publicar un ‘Manifiesto de Adhesión a las Naciones Aliadas’ en el que apoyaba la intervención de nuestro Ejército. Fue apoyado por nombres tan importantes de la cultura como Unamuno, Manuel de Falla, Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Azorín, Valle Inclán y Ortega y Gasset, entre otros más de sesenta escritores, pintores, catedráticos, compositores y escultores. «No está bien que, en esta coyuntura máxima del mundo, la historia de España se desarticule del curso de los tiempos, quedando de lado, a modo de roca estéril, e insensible a las inquietudes del porvenir y a los dictados de la razón y de la ética», defendían en el documento.

 

Así lo explica Mayte Uceda: «Es cierto que el debate fue muy fuerte y se extendió a toda la población. No solo en la prensa, también en los espacios públicos entre los vecinos. Por ejemplo, en los lavaderos públicos, como se refleja en la novela. En las tabernas y en las peluquerías se hacían lecturas colectivas de las noticias sobre la guerra, en la que las clases más conservadoras y pudientes defendían la causa alemana, mientras que los desfavorecidos estaban a favor de los aliados. Era un sin vivir».

El Valbanera

La escritora confiesa que «la semilla de la novela» fue el naufragio del Valbanera en los Cayos de Florida, en 1919, que todavía es la mayor desgracia naval de la historia de España en tiempos de paz. Murieron 487 pasajeros al hundirse su barco a seis metros de profundidad por un violento ciclón tropical. Se fue a pique justo antes de llegar a La Habana. Desde ese momento, se le conoce como el ‘Titanic de los pobres’ o el ‘Titanic de los emigrantes canarios’, pues eso eran la mayoría de sus víctimas.

«Me impresionó muchísimo y no solo por el medio millar de muertos, sino porque nadie se preocupó de los cadáveres, que siguen en las aguas del mar Caribe. Todo lo que rodeó al desastre del Valbanera fue un misterio y decidí que iba a escribir una novela en la que los personajes viajaran, en algún momento, en ese último trayecto del buque. Para ponerlo en contexto, retrocedí en el tiempo y descubrí el sufrimiento de la isla en la Gran Guerra», explica Uceda, que viajó a Canarias para comenzar una investigación que le llevó cuatro años y cerró en 544 páginas.

 

La hemeroteca de ABC, al rescate

 

«Describir la emoción que sentí en aquellos momentos sería imposible. No veía nada, no sabía a qué distancia estaba el otro barco, a qué profundidad navegamos. Y, sin embargo, tenía la sensación de que estábamos en una situación grave, de que empezaba el duelo terrible entre la ballena y su presa. La vibración que noté al entrar por primera vez en el submarino había desaparecido [...]. Sin moverme del diván, observé atentamente al capitán, que no abandonaba un instante la manivela. ‘Nos ha visto y nos dispara’, dijo».

 

Así empezaba la larga crónica publicada por ABC, el 12 de septiembre de 1915, que Mayte Uceda usó para meterse en la piel de Hans Berger, protagonista de ‘El guardián de la marea’ junto a Marcela Riverol. El texto fue enviado desde un submarino germano por Javier Bueno, corresponsal que este periódico mandó a Alemania en la Primera Guerra Mundial, bajo el seudónimo de Antonio Azpeitúa. «Fue perfecta para reflejar en la novela cómo era la vida de los marinos bajo el mar. ¡Me vino muy bien! Consulté mucho vuestra hemeroteca. De hecho, en el primer borrador incluía un reportaje desde el frente de Rusia de Sofía Casanova [pionera del periodista y corresponsal, también, de ABC en la Gran Guerra], en el que hablaba de la carta que le había entregado un soldado polaco herido para que se la entregara a su familia», cuenta la autora.