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Vie, Abr

China planea imponer a Hong Kong una polémica Ley de Seguridad Nacional que avivará las protestas

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Retrasada dos meses por el coronavirus, este viernes empieza la Asamblea Nacional, Parlamento orgánico del régimen que fija los objetivos políticos y económicos del año

(ABC) Con dos meses de retraso por el coronavirus, este viernes empieza en Pekín la Asamblea Nacional Popular, la reunión anual del Parlamento orgánico de China. Tras dar por controlada la epidemia con cuarentenas masivas y restricciones de movimientos, el régimen se siente con la confianza suficiente para congregar en la capital a 3.000 diputados venidos de todo el país y celebrar la cita más importante de su calendario político. No solo se trata de fijar los objetivos económicos y sociales del año, sino de cantar victoria sobre el coronavirus ante el pueblo chino y el resto del mundo.

A las draconianas medidas de seguridad habituales en la Asamblea, cuya duración ha sido acortada de dos a una semana, se suman en esta ocasión las sanitarias. Para evitar el riesgo de contagios, se han impuesto estrictos controles de salud sobre los diputados, a quienes se les ha hecho la prueba del coronavirus. También sometidos a dichas pruebas, se ha limitado la presencia de diplomáticos y Prensa doméstica y extranjera, reducida a los medios estatales y a una veintena de corresponsales, sobre todo de agencias nacionales.

Todo con tal de garantizar que no haya infecciones durante la Asamblea, que arranca con el discurso del primer ministro, Li Keqiang, donde fijará la previsión del Producto Interior Bruto (PIB) y anunciará los presupuestos. Con la economía golpeada por la epidemia, como evidenció la caída del 6,8% registrada en el primer trimestre, está por ver si Li Keqiang pronostica una cifra concreta o si, para no pillarse los dedos, establece una horquilla que algunos expertos marcan entre un crecimiento del 1 al 3%. Unos datos raquíticos para una economía como la china, que se impone un umbral mínimo del 6% para generar empleo, pero sin caer en los números rojos que se temen en el resto del planeta.

Junto a esta previsión, todos los ojos estarán puestos en el presupuesto y, sobre todo, en los gastos militares. Si cabe, este año serán escrutados todavía con más atención por las crecientes tensiones con Estados Unidos no solo por el coronavirus, del que Trump culpa a Pekín, sino también por las disputas territoriales, especialmente en el Mar del Sur de China. A tenor del periódico «South China Morning Post», los militares estarían presionando para elevar la subida habitual de su presupuesto, que el año pasado fue del 7,5 por ciento, y que llegue hasta el 9 por ciento.

Otra de las medidas importantes será, según informa ese mismo diario, la promulgación de una Ley de Seguridad Nacional que penará el secesionismo, la subversión, las intromisiones extranjeras y el terrorismo en Hong Kong, donde se viven desde el año pasado las protestas más graves desde su devolución a China en 1997. Prevista en el Artículo 23 de la Ley Básica, la mini-Constitución que rige la antigua colonia británica, esta polémica Ley de Seguridad Nacional se le viene resistiendo al Gobierno local desde 2003, cuando intentó aprobarla y fue rechazada por una multitudinaria manifestación de medio millón de personas.

No hará falta que la apruebe el Parlamento local

Con el clima de Hong Kong tan enrarecido por la revuelta reclamando democracia y el temor a que la oposición se haga con el control del Parlamento local en las elecciones de septiembre, parece que Pekín ha tomado directamente cartas en el asunto e impondrá dicha ley. Para ello, una resolución a favor será votada y aprobada por la Asamblea Nacional, donde todos sus diputados siguen las órdenes del régimen. Dicha resolución será luego remitida al Comité Permanente de la Asamblea, que podrá redactar la nueva normativa e introducirla como promulgación en el tercer anexo de la Ley Básica de Hong Kong.

Al hacerlo así, y según explicaron fuentes internas al SCMP, no necesitaría ser aprobada por el Parlamento local. Pero se quebrarían los principios de «un país, dos sistemas» y «alto nivel de autonomía» que, en teoría, rigen hasta 2047 en este antiguo enclave británico, lo que echaría más gasolina a la revuelta contra el creciente autoritarismo de Pekín. Buena prueba de ello es que la noticia ha sido recibida con llamamientos en las redes sociales a manifestarse este mismo jueves por la noche.