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Vie, Abr

El ADN revela uno de los grandes misterios de los Rollos del Mar Muerto

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Las pieles sobre las que fueron escritos muestran diversas procedencias animales, por lo que todo apunta a que no todos fueron escritos en el mismo sitio

(ABC) Los Rollos del Mar Muerto son una colección de más de 25.000 fragmentos con manuscritos antiguos en los que se pueden encontrar las copias más antiguas de la Biblia. De hecho, la datación sitúa la mayoría sobre el año 250 a. C., si bien hay algunos que rondan el 66 d. C. Los primeros siete manuscritos fueron descubiertos accidentalmente por pastores beduinos a finales de 1946, en una cueva en las cercanías de las ruinas de Qumrán (en la región de Cisjordania), pero después fueron hallados nuevos trozos que complicaron la reconstrucción de su historia global, sobre todo porque no se conoce su orden. Ahora, investigadores de la Universidad de Tel Aviv (Israel) y de la Universidad de Uppsala (Suecia) han usado una pista para ayudar en este esfuerzo: las «huellas digitales» del ADN de las pieles de animales donde fueron escritos.

«El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes jamás realizados», afirma Oded Rechavim uno de los autores de las conclusiones del estudio que se acaba de publicar en « Cell». Sin embargo, según explica el investigador, plantea dos desafíos: «El primero, la mayoría de ellos no se encontraron intactos, sino que se desintegraron en miles de fragmentos que después tuvieron que clasificarse y reconstruirse, sin conocimiento previo de cuántas piezas se perdieron para siempre; y, en el caso de las composiciones no bíblicas, no se sabe cómo debería leerse el texto original. Dependiendo de la clasificación de cada fragmento, la interpretación de cualquier mensaje podría cambiar dramáticamente».

El segundo punto es que la mayoría de los pergaminos no llegaron a los investigadores directamente de las cuevas, sino a través de traficantes de antigüedades. Como resultado, no está claro de dónde provienen muchos de los fragmentos, lo que provoca que sea mucho más difícil reunirlos y en su contexto histórico adecuado.

Mezclando ADN antiguo y lenguaje

Desde su descubrimiento, los académicos han tratado de como un rompecabezas: basándose principalmente en las propiedades visibles de los fragmentos para conocer su relación con otros fragmentos. En este nuevo estudio, Rechavi y sus colegas, incluidos Noam Mizrahi (Universidad de Tel Aviv) y Mattias Jakobsson (Universidad de Uppsala), decidieron buscar evidencias más profundas. De cada pieza, extrajeron el ADN antiguo de los animales que se usaron para hacer los pergaminos. Luego, utilizando análisis forense, trabajaron para establecer la relación entre las piezas, mezclando el análisis genético con las pistas que ofrecía el lenguaje en el que estaban escritos los textos.

La primera de las sorpresas la reveló el ADN: pertenecían principalmente a ovejas. El equipo consideró que las piezas escritas sobre la piel de este animal estarían relacionadas, más aún si las ovejas estaban emparentadas de alguna manera -si eran de la misma especie es más probable que las escribiera la misma persona que si cambiaba de familia ovina-. Sin embargo, no fue todo tan fácil.

Ovejas y vacas

Los investigadores se toparon con un caso interesante en el que dos piezas que se creía que estaban relacionadas en realidad estaban escritos sobre dos pergaminos procedentes de diferentes animales, en concreto ovejas y vacas. En concreto, el ejemplo más notable provino de pergaminos que comprenden diferentes copias del libro bíblico y profético de Jeremías, algunos de los pergaminos más antiguos conocidos.

«El análisis del texto encontrado en estas piezas de Jeremías sugiere que no solo pertenecen a diferentes pergaminos, sino que también representan diferentes versiones del libro profético. El hecho de que los rollos estén hechos de una especie animal diferente, además de con un lenguaje distinto, es indicativo de que su origen no es el mismo», afirma Mizrahi.

Lo más probable, explica el investigador, es que los fragmentos de vaca se escribieran en otro lugar, ya que no era posible criar vacas en el desierto de Judea. El descubrimiento también tiene implicaciones más grandes: los investigadores escriben que el hecho de que diferentes versiones del libro circularan en paralelo sugiere que «la santidad del libro bíblico no se extendió a su redacción precisa» Es decir, que las religiones del judaísmo y el cristianismo adoptaron unos mensajes que, en realidad, no fueron escritos de ese modo. Pero esto puede ser más una oportunidad que un problema: «Nos enseña sobre la forma en que se leyó este texto profético en ese momento y también tiene pistas sobre el proceso de evolución del mensaje», afirma Rechavi.

Otras sorpresas

Otro de los descubrimientos fue la relación entre las diferentes copias de una obra litúrgica no bíblica conocida como «Canciones del Sacrificio del Sábado», que se encuentran tanto en Qumran como en Masada. El análisis muestra que las diversas copias encontradas en diferentes cuevas de Qumran están estrechamente relacionadas genéticamente, pero la copia de Masada es distinta.

Las pruebas también confirman que algunos otros fragmentos de origen incierto probablemente provenían de otros lugares y no de las cuevas de Qumran, como es el caso de un trozo de una copia del libro bíblico de Isaías, uno de los libros más populares en la antigua Judea. Los investigadores señalan que probablemente este pergamino provenía de otro sitio, lo que sugiere la existencia de un nuevo yacimiento o cueva que aún no ha sido descubierto por la comunidad arqueológica.

Aunque la evidencia de ADN se suma a la comprensión, solo puede «revelar parte de la imagen y no resolver todos los misterios», apunta Rechavi. Los investigadores tuvieron que extraer ADN de pequeñas cantidades de materiales, a lo que se refieren como «polvo» de pergamino en ciertos casos, además de que no se han analizado todas las muestras existentes, en algunos casos por falta de recursos y en otros porque directamente es imposible porque podrían deteriorarse.

Aún con todo, los investigadores esperan que se analicen más muestras y se agreguen a la base de datos para trabajar hacia un «genoma» más completo de los Rollos del Mar Muerto. Además, se podría utilizar este enfoque para estudiar cualquier material antiguo que contenga ADN intacto.