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A 46 años de la muerte del comandante Lucio Cabañas Barrientos, la pobreza, desaparición forzada y asesinatos siguen en Guerrero

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Por primera vez  hija del guerrillero visita El Otatal, lugar donde fue acribillado su padre por el Ejército aquella mañana del 2 de diciembre de 1974

Tecpan de Galeana Gro., 02 de diciembre del 2020.-“ El gobierno pensó que matando a Lucio Cabañas Barrientos, iban acabar con la Guerrilla pero no, se equivocó; al correr su sangre por esta barranca del Otatal, hasta llegar al mar, levantó  la esperanza de un pueblo que pide justicia”: Micaela Cabañas 

 

 

 Por:  Claudio Vargas /Enviado Especial

 

Son las 4 de la mañana con 56 minutos, un grupo de periodistas se alistan para acudir a la región de la Costa Grande de Guerrero; se trata de la visita al lugar del Otatal, zona donde fue abatido el profesor y comandante Lucio Cabañas Barrientos aquella mañana del 2 de diciembre de 1974.

 

En medio de la oscuridad, los tres periodistas de Acapulco, se coordinan y juntos empiezan su recorrido hasta llegar a la tierra del café, Atoyac de Álvarez, uno de los  municipios donde sus habitantes fueron fieles apoyadores de la Guerrilla de los años 70 con Cabañas Barrientos.

 

Luego ya clareando, se enfilan rumbo al municipio de Tecpan de Galeana. Sobre la carretera federal, toman un camino de terracería, como a siete kilómetros rumbo a la Sierra, hasta llegar al poblado de Guayabal, una zona con al menos 300 habitantes.

 

Una vez llegando a ese poblado, se inicia una misa en honor al profesor Cabañas Barrientos, con familiares, amigos y representantes de los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, así como Tita Radilla, una luchadora social y defensora de los derechos humanos así como una activista que busca a familiares de desaparecidos en Guerrero, durante el proceso de la Guerra Sucia.

 

En la misa brecha, llega un autobús, con decenas de estudiantes normalistas que acompañarán a la hija del guerrillero al lugar donde fue abatido por cientos de soldados, luego de que una familia de la región lo delatara.

 

Al llegar al Guayabal, un guía informa al contingente que ya tiene ubicado el punto exacto donde Lucio Cabañas fue tiroteado por soldados del Ejército, pero que hay que caminar al menos siete kilómetros hacia la Sierra, para poder llegar al punto que a 46 años, por primera vez se visitará para colocar una cruz con la  fecha en que cayó abatido el profesor, fundador del Partidos de los Pobres (PDLP).

 

Para entonces el sol, ya empezó a iluminar el pueblo, se suben en camionetas para iniciar la travesía. Se llega hasta un punto, donde ya no hay paso de los autos y camionetas, y es entonces, donde empieza el peregrinar por la Sierra, entre barrancas, cañadas, ríos y selva. Hombres y mujeres, con mochila en hombros, se atreven a incursionar en la zona donde la columna guerrillera de Lucio Cabañas combatió hasta sus últimos suspiros de vida con elementos del Ejército Mexicano.

 

Luego de tres horas de camino, todos empiezan alegrarse porque se ha llegado al punto conocido como el Otatal.  Hay en medio de la sombra de árboles frondosos y raíces sobre el suelo que parecen culebras, una peque construcción de lo que fue una humilde vivienda con una hornilla de barro.

 

Dicen los que fueron a la expedición, que en ese lugar, a espaldas de la hornilla, cayeron dos centinelas del comandante Cabañas, Lino Pérez Rosas y Esteban Messino.  Fueron los primeros en caer en el enfrentamiento en el Otatal, en el llamado fuego cruzado.

 

A escasos 15 metros de donde cayeron los dos compañeros de columna, está una enorme roca, sobre una cañada.  En ese sitio fue donde encontraron el cuerpo del profesor, con al menos tres disparos de arma de fuego. 

 

Los tres combatientes, no pudieron escapar a la lluvia de balas de decenas de soldados que los mantenían sitiados. Ellos se encontraban en una zona baja, en medio de la nada, respondiendo el fuego del enemigo.

 

Erguido sobre la imagen del comandante Lucio Cabañas, está Guillermo Sotelo Rabiela, ex combatiente de la brigada de Genaro Vázquez, así como contemporáneo y compañero de mil batallas del profesor rural que se alzó en armas, tras una masacre en la cabecera de Atoyac de Álvarez, Guerrero.  

 

Cerca de las ocho de la mañana, del 2 de diciembre del 1974, los tres guerrilleros estaban muertos en la cañada del Otatal.  Unos soldados sacaron el cuerpo del profesor hasta una zona, donde pudo bajar un helicóptero para llevarlo al cuartel de los soldados en Atoyac de Álvarez. 

 

En la enorme piedra donde fue acribillado Cabañas Barrientos, se inició un programa cívico, con la participación de representantes de los Padres de los 43 normalistas desaparecidos e integrantes de organizaciones sociales como la OCSS y la Fundación Lucio Vive y del luchador social y profesor de las Prepas Populares, Leopoldo Calderón.

 

Colocaron una cruz de madera en la zona donde quedó el cuerpo. Realizaron una ceremonia religiosa y hubo manifiestos por parte de los estudiantes de la normal Raúl Isidro Burgos, de la hija del guerrillero Micaela Cabañas Burgos.

 

Micaela Cabañas, aún con el dolor en su cuerpo, -pues perder a sus padres en manos del Ejército mexicano, no es cualquier cosa- levanta la voz, para expresar que mataron al comandante Lucio Cabañas, pero no a sus ideales. La brutal represión que se vivió en los años 70 sigue aún en la mente de los que sobrevivieron aquella Guerra encarnizada entre tropas del Ejército mexicano contra integrantes del Partido de los Pobres.

 

 La hija del profesor, Cabañas Barrientos, dijo a los asistentes del evento en el corazón de la Sierra de la Costa Grande de Guerrero, que las condiciones que se viven en entidad, aún permanecen a saber, las desapariciones forzadas, las violaciones contra mujeres, asesinatos y torturas. Por eso dijo es importante permanecer en la lucha y exigir justicia para los responsables de las masacres que ha cobrado la vida de decenas de personas. 

 

Aquel pensamiento del profesor egresado de la normal Raúl Isidro Burgos, sigue haciendo eco en las nuevas generaciones de estudiantes que se cuadraron en el 46 aniversario luctuoso en el Otatal y seguirán sus ideales de lucha. 

 

El llamado fue a “no olvidar acontecimientos históricos”, como la lucha guerrillera del maestro rural, Cabañas Barrientos.  Que ser pueblo es defender los intereses de los pobres, luchar por una mejor educación y sobre todo, luchar por un mundo mejor, donde todos los que viven en este estado, no tenga la necesidad de padecer la pobreza y la violencia provocada por las carencias de los pueblos y comunidades en esta región. 

 

Y es que este acontecimiento es histórico, pues fue la primera vez que se llegó hasta el sitio donde murió el guerrillero de todo los tiempos en Guerrero, Lucio Cabañas Barrientos. También porque estuvieron presente estudiantes normalistas donde se formó el profesor rural y ex combatientes de la Guerrilla.

 

Aunque el gobierno intentó borrar las huellas de actos de barbarie, aún quedaron los vestigios del último enfrentamiento de Cabañas Barrientos y de sus hombres que no corrieron, sino que con toda valentía, combatieron contra un mar de soldados, sin dejar solo a su comandante, fundador  del Partido de los Pobres,  líder estudiantil y Secretario General de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México en 1962.

 

La gota que derramó el vaso,  y que provocó que se levantara en armas, fue sin duda aquella ocasión del 18 de mayo de 1967  cuando la Sociedad de Padres de Familia de la escuela primaria Juan N. Álvarez, realizaba un mitin en la que se pediría la destitución de la directora, Julia Paco Pizá y de los maestros que la apoyaban. En esa ocasión le pidieron al profesor que fuera el orador, cuando este se encontraba trabajando en su centro de trabajo la escuela Modesto Alarcón.

 

El maestro Lucio Cabañas, pidió su participación en la hora del recreo, pues no quería perder tiempo de la enseñanza en una acto de protesta. Sin embargo cuando se dirigía a participar, la Policía Judicial, quisieron detenerlo o eliminar a Cabañas Barrientos y entre jaloneos, se produce una serie de disparos por parte de los uniformados, con el saldo de 11 personas muertas. “¿No hay condiciones para hacer la revolución? Qué me importa que no haya condiciones... cuando matan al pueblo, hay que matar enemigos del pueblo y de ahí parte la revolución, de ahí parte toda revolución.” Esas fueron sus palabras que aún permanecen en la mente de la gente.