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Jue, Abr

La muerte de otro hombre negro a manos de la policía vuelve a encender las tensiones raciales

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Rayshard Brooks murió por disparos de la Policía en Georgia tras un enfrentamiento con los agentes cuando estaba siendo detenido

Erika Shields, hasta este domingo jefa de la policía de Atlanta (Georgia), ganó relevancia nacional a comienzos de mes en medio de las protestas por la muerte de George Floyd, el hombre negro de Mineápolis que murió asfixiado por un agente. Su ciudad, la llamada «Mecca negra» por el alto porcentaje de población afroamericana y por la presencia de una sólida clase media de esa minoría, fue el escenario de algunos de los peores disturbios. Shields bajó a la calle para estar con los manifestantes, hablarles a la cara, escuchar sus quejas y mostrar empatía, en vídeos que circularon por redes sociales.

Este fin de semana, sin embargo, Shields ha dimitido después de que uno de sus agentes matara a un hombre negro en un altercado que no debería haber sido violento. Es el último episodio trágico entre la policía y la minoría negra y echa gasolina al fuego de las protestas por la muerte de Floyd, que habían bajado de intensidad tras semanas de manifestaciones en todas las grandes ciudades de EE.UU.

Ocurrió el viernes por la noche en el aparcamiento de un Wendy’s, una conocida cadena de restaurantes de comida rápida. Como es habitual en EE.UU., hay un carril para que los clientes pidan comida y la recojan sin bajar del vehículo, el llamado «drive thru». Dos policías acudieron allí por un aviso de que alguien se había quedado dormido en el coche en el «drive thru». Era Rayshard Brooks, de 27 años, y salió del aparcamiento en ambulancia, con varios disparos en su cuerpo. Murió en el hospital poco después.

Parte de lo que ocurrió quedó grabado en la cámara de seguridad del Wendy’s y en las que llevaban los agentes en su coche y en su uniforme. Los policías despiertan a Brooks, le piden que aparque el coche fuera del «drive thru», le hacen salir del vehículo, lo cachearon y le practican una prueba de alcoholímetro. Brooks parece somnoliento o borracho, o ambas cosas. Pero la interacción entre él y los policías es correcta en todo momento. Cuando Brooks acaba de soplar y la prueba detecta niveles de alcohol, le informan de que se lo van a llevar detenido. Le ponen las manos por detrás de la espalda y proceden a esposarla. En ese momento, Brooks se revuelve y comienza un forcejeo, que acaba con los tres en el suelo. Uno de los agentes le dispara con un «taser», una pistola de descarga eléctrica. Pero Brooks se revuelve, le arrebata el «taser» -que es un arma no letal, se utiliza para paralizar a un sospechoso- y sale corriendo. Detrás de él salen el otro de los agentes, que le dispara con su propio «taser». Brooks escapa corriendo y en un momento se da la vuelta y parece apuntar a uno de los agentes con el «taser», a lo que el policía responde desenfundando su pistola reglamentaria. Dispara tres tiros que abaten a Brooks.

Según uno de los abogados de la familia de Brooks, Justin Miller, la víctima había celebrado esa noche el cumpleaños de su hija. En su opinión, el agente debía haber actuado de otra manera para evitar la tragedia. «Tenía la formación para impedir que eso ocurriera, pero no lo hizo y resultó en la muerte de nuestro cliente», criticó.

Uso injustificado de fuerza letal

La alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms (es negra y demócrata, como todos los regidores de la ciudad desde mediados de los años setenta), aseguró que no creía que la acción de los agentes fuera un «uso justificado de fuerza letal».

«Hay una desconexión entre nuestras expectativas y las interacciones de nuestros agentes con las comunidades que deben proteger», dijo tras el episodio.

El gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp, se mostró confiado en que la oficina de investigaciones del estado -el GBI- «seguirán los hechos para asegurarse que se hace justicia». El GBI reveló con rapidez las imágenes de vídeo grabadas por los agentes implicados y se comprometió a una investigación expedita.

El agente que disparó a Brooks fue despedido y su acompañante fue colocado en baja administrativa mientras se realizan las pesquisas.

Shields, por su parte, aseguró en el comunicado de su dimisión que «es hora de que la ciudad avance y construya confianza entre las fueras del orden y las comunidades a las que sirven».

Pero ni su marcha, ni el despido del policía implicado, ni las palabras de Bottoms evitaron que las protestas y la violencia arreciaran en Atlanta tras conocerse los hechos. Se cortaron carreteras, se multiplicaron los arrestos y la policía utilizó gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes. El Wendy’s donde Brooks murió fue incendiado.

Hoy se cumplen tres semanas de la muerte de Floyd y la tragedia de Brooks solo avivará las protestas, las acusaciones de racismo estructural y los llamamientos a reformas radicales en los cuerpos de policía. En esta ocasión, con un interrogante sobre ciertos procedimientos policiales y la formación de los agentes: ¿por qué un policía, que sabe que la persona a la que persigue va armado con un «taser» que no es letal, no encuentra una mejor solución que disparar con arma de fuego?